Caja Rural informa a sus socios de sus buenos resultados antes de celebrar su asamblea general

El hotel Abadía de los Templarios, de La Alberca, fue el lugar elegido por Caja Rural de Salamanca para celebrar ayer una nueva junta preparatoria para su asamblea general que tendrá lugar el próximo 12 de abril en Salamanca. Una reunión que sirvió para dar a conocer a los socios el resultado económico de 2018y para hablar de futuro.

Así, la directora general, Isabel Martín Arija, aportó numerosos datos del balance de 2018, comenzando su intervención recordando que «la provincia de Salamanca ha perdido tres habitantes al día en los últimos 50 años y en comarcas como ésta la realidad es más dura». La provincia se «está despoblando», añadió y «presenta un escenario duro para las entidades bancarias»; de ahí la importancia de defender una banca cercana y pegada a la tierra, como hace Caja Rural de Salamanca, algo que es «complicado».

Pero ante este escenario tan adverso, Caja Rural consiguió en 2018 «un crecimiento en todas las rúbricas», afirmó, pasando a detallar múltiples conceptos económicos; recalcando que «la cuenta de resultados nos permite subir el margen de intereses, que en los últimos cuatro o cinco años se había estrechado y ahora se ha incrementado en un 3,83 por ciento, llegando a los 12,5 millones de euros». Una cifra que si se compara con los gastos generales (13,7 millones) no daría beneficios, de ahí que la actividad de la caja se complemente con otra serie de acciones y activos para hacer a la cooperativa más fuerte.

Asimismo, Isabel Martín se refirió a los dos modelos de servicios con los que cuentan: la banca electrónica, a través de ruralvia, siendo en 2018 la mitad de las transacciones por esta vía; y el personal humano, cada vez más profesionalizado y formado, que atiende en las oficinas que tienen repartidas por toda la provincia.

No quiso terminar la directora general de Caja Rural de Salamanca la intervención sin hablar futuro, en el que llevarán a cabo un Plan Estratégico a tres años para colocar a la entidad, «la única de la provincia de Salamanca», en un lugar de referencia que garantice la inversión y el futuro de los salmantinos. Un futuro en el que es imprescindible que exista un tejido industrial, que cuente con el apoyo de las administraciones, el ahorro de los ciudadanos y una entidad bancaria, como Caja Rural, que impulse ese crecimiento económico.

Ernesto Moronta Vicente, por su parte, señaló que el resultado de 2018 es «muy digno» para una cooperativa de crédito del tamaño de Caja Rural, aunque añadió que para ellos «el resultado no es lo más importante» sino que lo es el «dar el mayor y mejor servicio a nuestros clientes» que es para lo que Caja Rural fue fundada.

Con dicho objetivo se ha realizado el Plan Estratégico 2019-2021, para un periodo de una gran incertidumbre e inestabilidad política. Un plan que tiene tres objetivos: el crecimiento, la eficiencia y la innovación. Así, a final de 2021 se espera haber conseguido un «incremento de la inversión del 28%, un crecimiento del 15% y del 34% en producto fuera de balance, así como un aumento del 22% en volumen de negocio». Cifras «factibles» para Moronta porque el objetivo es «crecer con moderación pero sin perder de vista los costes». Crecimiento también en cota de mercado llegando a final de 2021 a un 10% en la provincia de Salamanca, un 1,8% en Ávila, y en Valladolid, que es «una plaza complicada», al 0,8%.

Conseguir la eficiencia, a través de la búsqueda de la excelencia, sería el segundo objetivo; y el tercero, la innovación a través de las nuevas tecnologías.

Por otro lado, Moronta hizo referencia a que el 10% de los beneficios se destinan al Fondo de Educación y Promoción, que en 2018 se dotó con 519.000 euros, a través de convenios con ayuntamientos, cooperativas, universidades, ONG...; y que apoya el deporte base.

Y finalizó señalando que «este proyecto ilusionante» no sería posible sin la plantilla, «un equipo de profesionales cada día más formado» y sin los socios de Caja Rural, que a finales de 2018 eran ya 21.631.