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Mari Luz en su lugar de trabajo, la presa de Irueña, en la comarca de Ciudad Rodrigo. S. G.
Salamanca

La única encargada de una presa en España: «Hace 25 años ni se contemplaba que hubiera una mujer»

mari luz báez ·

Trabaja en el salto de Irueña, y relata cómo cuando ella comenzó se rechazaba a las féminas abiertamente

Silvia G. Rojo

Salamanca

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Lunes, 7 de marzo 2022, 00:32

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Las 'pantaneras' era el apodo con el que hace años bautizaron a Mari Luz y a sus tres hermanas en Ciudad Rodrigo. Si vives en el pantano del Águeda, tu abuelo participó en su construcción y tu padre trabaja allí, puede resultar hasta lógico ese sobrenombre.

Pero lo importante de esta historia es que esa vinculación con la presa se convirtió en inquietud para Mari Luz y decidió hace ya más de 25 años, dedicarse a este mundo. «No era fácil porque no había ninguna mujer en presa, ni si quiera se contemplaba; no es que estuviera prohibido, simplemente es que a ninguna mujer se le había ocurrido empezar en un mundo que estaba considerado completamente de hombres».

Con las ideas muy claras, Mari Luz dio un paso al frente y después de estudiar formación profesional durante cinco años, empezó a formarse en electricidad, aprendió a soldar y «muchas otras cosas relacionadas con ésto porque no había un temario, te tenías que buscar la vida».

Reconoce que conseguir la plaza «me costó mucho» no porque no estuviera preparada para hacer la tarea, pero los propios jurados «me decían que eso no era normal, no querían mujeres en presas». Aun teniendo los exámenes aprobados, tuvo que insistir hasta en cinco ocasiones para que se la abrieran las puertas. «Era de otra manera, te lo decían abiertamente, y tampoco a mí se me ocurría que tenía derecho a exigirlo, era así y ya está».

«Tenías que demostrar lo que valías que siempre era el doble que los demás»

Recuerda con especial cariño cuando firmó su primer contrato con la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD), «ya me conocían en Valladolid de oírme nombrar». La duración estipulada era de un año, «tenías que demostrar lo que valías que siempre era el doble que los demás».

Su primer destino fue como vigilante de obras a pesar de que su plaza era de explotación de presas. En aquel momento, no había nada que explotar.

Primer trabajo como vigilante

«Me pusieron como vigilante, todavía peor porque no tenía ni idea, y si había 100 hombres era yo la que tenía que decirles cómo era el hormigón o si alguna cuba se quedaba fuera». Escuchó en más de una ocasión aquello de: «Qué sabrás tú de eso», a pesar de que tuvo «mucha suerte con la gente de la casa».

Ese primer trabajo la llevó al azud de Riolobos, a 35 kilómetros de Salamanca, «vivía yo sola en la obra en una casa de Confederación, la luz llegaba por un grupo electrógeno, no tenía agua potable, pero allí me quedaba».

Tiempo después consiguió el traslado a Irueña, en la comarca de Ciudad Rodrigo, también en obras. Desde 2014, desempeña el cargo que la corresponde, el de encargada de presa.

No es algo que la preocupe demasiado aunque de vez en cuando la recuerdan que no hay ninguna otra encargada de presa en España, «por lo que me dicen, eso parece, pero en cualquier caso, en el Duero, desde luego que no».

Se muestra consciente de lo conseguido, «no lo pienso mucho, es más, cuando surge alguna pregunta digo: es verdad, es un hito importante», al tiempo que aprecia un cambio de unos 15 años a esta parte, «empiezas a oír hablar más de compañeras».

«La presa está viva. La presa tose y yo lo sé»

En su puesto se ocupa de planificar y dirigir; arrima el hombro tanto si hay que pintar como si es necesario podar. Lo que más la gusta es que «la presa está viva, ver todo lo que te está contando; la presa tose y yo lo sé», indica.

25 años después de su llegada a Confederación «volvería a empezar, con todo lo que he pasado y me ha acontecido, es un trabajo que me encanta y me emociona haberlo conseguido porque era muy raro entrar». Concluye que si quieres algo «tienes que ir a por ello, lucharlo y prepararte, no vale que por ser mujer lo tengas más garantizado, al contrario, a mí siempre me ha tocado luchar más».

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