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Juan Arroyo Farias, junto a su intérprete, Rosa Ana López, en la sede de ASPAS. LAYA
Los alumnos sordos piden un intérprete para cada uno en todas las clases

Los alumnos sordos piden un intérprete para cada uno en todas las clases

En la actualidad, Salamanca dispone únicamente de ocho profesionales para los 22 alumnos que reciben este servicio de lengua de signos

eva cañas / word

Domingo, 30 de septiembre 2018, 12:02

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Juan Arroyo sufre sordera bilateral profunda de nacimiento. En su caso, el implante coclear no fue posible y su única comunicación es la lengua de signos.

En el marco del Día Internacional de las Personas Sordas, este joven bejarano de 14 años se convierte en el abanderado de las reivindicaciones de todas aquellas personas con discapacidad auditiva que están en la etapa educativa. Lo tiene claro, se ha avanzado en algunos aspectos pero en otros, como él mismo indica, «tenemos el doble de barreras».

Uno de los matices que quiere dejar claro es que no se les denomine «sordomudos», porque pueden hablar. Su padre, Roberto Arroyo, lamenta que las personas sordas se encuentren tan aisladas, y ya no solo porque no tengan la capacidad auditiva, sino porque al tratarse de una minoría, «no se les tiene en cuenta». Su principal petición, y que también se lanza desde la Asociación de padres de niños sordos de Salamanca (ASPAS), cuya presidenta es Eva María Morales, es que cada niño o adolescente sordo que tenga necesidad de un intérprete de lengua de signos lo tengan a jornada completa, es decir, en cada una de sus clases de lunes a viernes. En la actualidad no es así. Tan sólo tienen el apoyo en algunas clases. En el caso de Juan, no tener intérprete es como no estar en clase. Al inicio de un nuevo curso escolar, en Salamanca hay 22 alumnos que necesitan este apoyo en diferentes etapas educativas, en concreto, dos en Infantil; seis en Primaria; dos en la ESO; cinco en Ciclos Formativos; tres en Educación de Adultos y cuatro en centros de Educación Especial. Pero la ratio que demandan no se puede cumplir porque hay 8 intérpretes en el servicio que se ofrece desde la Consejería de Educación a través de una empresa externa.

LAYA

Además de estos 22 alumnos que tienen el servicio de intérpretes, en los centros educativos también están escolarizados otros 66 escolares más con discapacidad auditiva (hipoacusia media, severa o profunda), repartidos en 64 centros de diferentes etapas educativas, desde Infantil a Bachillerato o FP. A ellos hay que sumar otros 39, que aunque no requieren de los mismos apoyos humanos y técnicos que los anteriores, tienen valorada un hipoacusia ligera o unilateral (un oído). Pero más allá de pedir la ratio de un intérprete por cada alumno sordo y a jornada completa (que en Comunidades próximas como Extremadura sí tiene), desde ASPAS también reclaman que se garanticen otros recursos que faciliten la comunicación de los niños y adolescentes sordos, como el sistema de FM, un dispositivo que consiste en un micrófono o emisor (utilizado por el profesor) y un receptor (para el alumno sordo). En la actualidad, unos 25 niños cuentan con este sistema, pero como insisten desde ASPAS, «no siempre es fácil tenerlo, ni su mantenimiento». La presidenta de la asociación apunta que hay que tomar en cuenta otras medidas, «como poner al niño en las primeras filas, o hablar a la cara y no de espaldas escribiendo en la pizarra, porque creen que por tener implante coclear o audífono ya está todo solucionado y no deja de ser una persona sorda».

En Salamanca existen dos centros preferentes, uno en Infantil yPrimaria (el Juan Jaén), y para Secundaria, el Venancio Blanco, aunque el alumnado está bastante repartido por otros centros, ya que entre ambos tan solo van siete de ellos. En este sentido, Morales lamenta que en estos centros no estén adaptadas las clases, por ejemplo, con avisadores luminosos, que estén insonorizadas o cuenten con el sistema de bucle, entre otras opciones. Por su parte, el colectivo de intérpretes que desarrollan esta labor en Salamanca muestra su preocupación por la situación del alumnado sordo: «Nuestra situación es precaria en relación a las horas que nos contratan, y por lo tanto, repercute en la calidad». Lo ideal para ellos es que la Junta asumiera de forma directa el servicio de intérpretes «y no una empresa que tan solo le interesa el tema económico», apuntan sus portavoces. Asimismo, lo ideal sería inicial el contacto en cada centro el 1 de septiembre, y no el mismo día que entra el alumno, «y siempre atender al mismo niño durante toda su jornada lectiva, cosa que ahora no ocurre». Y si contasen con más horas, además de interpretar en las clases, «se podrían hacer tareas de sensibilización».

«Tenemos el doble de barreras»

A sus 14 años y recién estrenado el primer curso de instituto en Béjar, Juan Arroyo Farias tiene claro que cuando llegue a la edad adulta dedicará su vida a defender los derechos de las personas sordas, que como él desde nacimiento, «tenemos el doble de barreras, y las quiero eliminar para que no tengan esas dificultades, voy a luchar contra eso». Su futuro profesional lo quiere encaminar o bien a ser profesor sordo, ya que echa de menos que no exista ninguno en Salamanca, «a mi me gustaría tener uno», o mediador de personas con discapacidad auditiva». Además, Juan confirma que aspira a convertirse en un futuro en el presidente de ASPAS, la asociación a la que pertenece.

Este joven también argumenta que como cree que tendrá hijos sordos, «no quiero que estén deprimidos por ser sordos, lucharé y pediré cosas para que estén bien», determina junto a su padre, Roberto Arroyo, que ha hecho lo mismo por Juan desde el diagnóstico de su sordera al nacer.

Este año ha empezado Primero de la ESO en un nuevo centro, pero su primera semana no fue la ideal:«Tuve intérprete de lunes a jueves, pero el viernes no, y tuve que hacer huelga y no ir a clase, porque me supone mucho estrés no enterarme de nada». En ese caso, se perdió la lección de asignaturas como Matemáticas, Lenguaje o Geografía e Historia. «Quiero a una misma intérprete los cinco días», sentencia.

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