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Ana Lucas, a la entrada de la Catedral de Santa María. S. G.
«Alguien tiene que ayudar a los de fuera y en este caso, le corresponde a Manos Unidas»

«Alguien tiene que ayudar a los de fuera y en este caso, le corresponde a Manos Unidas»

Ana Isabel Lucas - Delegada de Manos Unidas ·

Cuenta su experiencia de más de 20 años en la delegación de Ciudad Rodrigo y cómo funciona la misma apoyando diferentes proyectos

Silvia G. Rojo

Salamanca

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Domingo, 26 de noviembre 2017, 12:31

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Es la cara más visible de la delegación de Manos Unidas en Ciudad Rodrigo. El tiempo ha pasado rápido y hace más de 20 años que comenzó a colaborar con esta entidad, aunque fue en 2014 cuando la correspondió dar un paso al frente y asumir la tarea de delegada. Asegura que ayudar a otros, «aunque no les veas», supone una «gran satisfacción», al tiempo que añade que «con lo poco que haces aquí, ves que llega a los de allí».

Licencia en Filología Hispánica, «elegí otro camino en la vida» y de manera profesional hace años que se decantó por el aspecto turístico.

Su compromiso con la Iglesia no se desarrolla únicamente a través de la delegación pues también es catequista en El Sagrario.

–¿Cuándo comenzó su relación con Manos Unidas?

–Hace más de 20 años. Empecé a colaborar en la Operación Bocata y a partir de ahí, a temporadas, cuando podía, iba trabajando y colaborando. Luego comencé más de lleno en algunos momentos puntuales y a partir de 2014 ya como delegada.

-¿Impone el hecho de ser delegada o en un momento dado, alguien tiene que ser y hay que lanzarse imponga o no?

-Más bien alguien tiene que ser. Pero también impone porque tienes que estar más pendiente de todos los detalles, llevar más el control de muchas cosas y como habitualmente somos pocas pues hay que estar ahí. En la delegación de manera continua estamos dos personas para trámites burocráticos, los martes, miércoles y jueves, aunque es verdad que ahora ya hay muchas cosas que puedes hacer con el ordenador desde casa. En relación a lo que comentabas, ya me tocaba, prácticamente conocía la delegación porque había sido subdelegada con Conchita Martín y decidí quedarme en el cargo.

-Es el obispo el que nombra a los delegados.

-Sí, nosotros le proponemos una serie de nombres al obispo y él las entrevista. A partir de ese momento ya es él quien decide. Hace poco hemos renovado el cargo porque es cada tres años, solo son seis años de mandato y transcurrido ese plazo, hay que buscar un relevo.

-Ya se verá...

-Ya se vera. (Sonríe)

-¿Siempre son mujeres las cabezas visibles de Manos Unidas?

-Aquí sí, de hecho, el voluntariado que tenemos todas somos mujeres. Somos unas 18 además del consiliario, don Ángel Martín, y algunos voluntarios que aparecen esporádicamente para ayudarte en algún momento pero si no, somos mujeres. Hay que recordar que lo crean las mujeres de Acción Católica con lo cual, siempre han sido las mujeres la cabeza visible. En algunos lugares hay delegados ya, como Barcelona, Alcalá deHenares o Valencia, pero aquí todavía no hemos entrado en ese cambio, pero si alguien se anima, algún hombre, bienvenido sea.

-¿Cómo es el trato con el resto de las delegaciones de la diócesis?

-Nos llevamos bien e intentamos colaborar unos con otros en lo que podemos. La relación es buena.

-¿Y cómo se siente dentro de la Iglesia?

-Siempre me he sentido integrada. Además, soy catequista y en otros momentos puntuales que he trabajado con cosas de la Iglesia no ha habido nunca discriminación, te aceptan muy bien.

-¿Qué es lo que más le exige el cargo que representa?

-Estar pendiente de muchos datos, coordinar, sobre todo, aunque hay una tesorera, la cuestión económica es casi la más liosa porque tienes que mandar datos, justificantes, que no se te pase ninguna factura ni albarán. Luego buscar apoyos y medios para hacer, por ejemplo, el Rastrillo, pero aquí la gente colabora desinteresadamente y es muy solidaria.

-De todas estas actividades que organizan, ¿la que más repercusión tiene es la Operación Bocata Solidaria?

-Es lo más voluminoso y lo que más trabajo lleva porque hay que buscar tortillas, vender tickets, colocar propaganda, información... y es lo que más gente mueve, 1.500 personas entre niños y adultos, por lo tanto, lo más laborioso. Luego también el rastrillo lo conoce mucha gente y es más llevadero porque son más días.

-Cuando van a solicitar colaboración, después de tantos años, ¿la gente se cansa, dicen algo así como ya están aquí otra vez las de Manos Unidas?

-No, ni siquiera vamos a los sitios. La gente ya nos dice: oye, para el rastrillo tengo esto, o tengo esto para el bocata y en lugar de haceos una tortilla os compro 20 barras o un kilo de embutido. La gente te lo da pero es a fuerza de que te conocen y de hacer y hacer todos los años, intentando hacer siempre lo mismo. Este año hemos tenido una novedad, un pequeño concierto solidario, pero casi siempre es una rutina porque tampoco puedes hacer mucho más.

-Hablando de ese concierto, en el que participó el tenor Fran Rivero de manera desinteresada, al final muchas cosas las hacen a fuerza de contactos y relaciones personales.

-Sí, muchas cosas se mueven porque alguien conoce a otro alguien y uno te dice que hace una cosa y el otro, otra. En estos pequeños pueblos tenemos esa ventaja que al conocernos todos podemos colaborar más los unos con los otros.

Proyecto

-Háblenos del proyecto que patrocinan este año y para el que deben reunir fondos.

-El proyecto de este año está en Ghana. Es un centro de día para personas discapacitadas y tiene una parte ambulatoria. Necesitan unos generadores porque la luz se les va y se les viene y lo que intentamos es ayudarles hasta el 31 de diciembre patrocinando este proyecto. El año que viene saldrá otro en otro país.

-¿Siempre se decantan por uno?

-Otros años cogíamos varios proyectos a lo largo del año pero llevamos un tiempo que nos centramos solo en un proyecto y todo lo recaudado va para el mismo proyecto.

-¿Más o menos los proyectos se mueven siempre en ese ámbito de los 30.000 euros?

-Tampoco nos podemos comprometer con más porque a lo mejor sí lo sacamos como que no. Si nos sobra de eso dinero ya lo aplican para otros fines de Manos Unidas o para el momento en el que otro año no lleguemos al presupuesto que tenemos que justificar. Si tienes adjudicado un proyecto de 30.000 euros y sacas 40.000, eso lo guardan para un fondo común por si algunos no llegan o para imprevistos como emergencias provocadas por los huracanes, tormentas o terremotos y se tira de ese fondo y se ayuda en ese momento.

-En muchas ocasiones, aunque suena a excusa, se oye aquello de cómo voy a colaborar con Manos Unidas con la falta que le hace a gente de aquí o no colaboro pues no sí se llega el dinero. ¿Les dicen cosas de ese tipo?

-Sí, esas cosas también te las dicen. El dinero llega. Yo, personalmente, fui a Guatemala hace unos años y vi los proyectos que llevan y que llega el dinero. De hecho, si alguien quiere fotos o justificantes de los proyectos que nos mandan les podemos hacer un dossier del principio, el medio y el final de cada proyecto que se patrocina. Y luego, sí, te dicen que es gente a la que no ves pero es que aquí hay otras instituciones que ayudan: Cáritas, Cruz Roja,Conferencias de San Vicente de Paúl, que se centran en los de aquí, pero también alguien tiene que ayudar a los de fuera y en este caso toca a Manos Unidas.

-¿Durante los años más duros de la crisis se ha resentido la ayuda de la gente?

-Nosotros, más o menos, sacamos lo que calculamos para el año y yo creo que, incluso con la crisis, hay veces que la gente es más solidaria que cuando a lo mejor tiene más.

-Toda su ayuda, claro, sin perder la perspectiva cristiana.

-Sí, se intenta ayudar a proyectos donde haya como responsable una persona solvente, normalmente religiosos o personas comprometidas con la Iglesia y no se apoya a proyectos que no tengan nada que ver con instituciones religiosas o que sean contrarios. Lo que se apoya sobre todo son proyectos sanitarios y educativos. También hay programas agrícolas o de promoción de la mujer. Hay más de un millar de proyectos a los que se ayuda a lo largo de un año desde Manos Unidas, pero a lo mejor se presentan 3.000. Por eso, lo primero que hay que hacer es una selección, ver qué países son viables, con qué países se puede comprometer porque muchos están en guerra, tienen conflictos y no llegaría la ayuda; por eso se buscan países a los que se pueda ayudar con garantías.

-¿La mayoría de esos proyectos están en África?

-Sí, hay muchos en África pero también en la India o América del Sur.

-Y cuando conoce el proyecto en primera persona, ¿qué es lo que se siente?

-Mucha satisfacción porque sabes que ha llegado el dinero, la gente te lo agradece y en casi todos los sitios ponen una placa que recuerda quién lo ha pagado.

-¿Se plantea más adelante ir a conocer alguno de los proyectos que han patrocinado desde aquí?

-No lo sé, nunca se sabe. Nunca pensé ir tan lejos y al final terminé viendo en unos días distintos proyectos sanitarios, agrícolas, educativos y sociales muy interesantes. Es una visita que te impacta, que ves a la gente que con sus medios tienen que vivir, pero si lo puedes mejorar un poquito y que una familia no tenga que bajar dos kilómetros al río a buscar agua porque a través de un pozo y una bomba se lo solucionas, bienvenido sea.

-¿Ustedes reciben formación?

-Todos los años se organizan jornadas de formación en El Escorial, donde te van dando pautas para trabajar las relaciones con las instituciones, las empresas o los propios voluntarios aunque, en el fondo, todos somos voluntarios. Cada año contamos con un lema y un documento con el que debemos trabajar a lo largo de los meses y todo lo que hagas se debe enfocar a ese lema.

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