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Los miembros de la Cofradía de la Inmaculada Concepción de Sequeros, con el abad portando la vara, y el tamborilero que amenizó los actos religiosos. MARÍA JESÚS GUTIÉRREZ
Agustín Martín preside en Sequeros la festividad de la Inmaculada Concepción como abad

Agustín Martín preside en Sequeros la festividad de la Inmaculada Concepción como abad

SEQUEROS ·

Durante la eucaristía se incorpora como nuevo cofrade Juan Francisco Herrero, de 55 años de edad

MARÍA JESÚS GUTIÉRREZ / WORD

Domingo, 9 de diciembre 2018, 12:11

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El municipio de Sequeros fue fiel en la jornada de ayer a la festividad de la Inmaculada Concepción, en la que volvió a tener todo el protagonismo la Cofradía de la Inmaculada, formada en la actualidad por 44 cofrades, aunque los que asistieron a los actos celebrados fueron 22. Se trata de una cofradía que data de 1682, como puede verse en el estandarte de la imagen, que preside la procesión; y a la que han pertenecido durante estos cinco siglos muchos habitantes de Sequeros, entre ellos, incluso, el padre del poeta León Felipe, que cuando fue destinado como funcionario a este pueblo no dudó en integrarse en el mismo, formando parte de sus tradiciones más arraigadas.

Pero volviendo a la festividad de este año, los actos se iniciaron en la tarde del pasado día 7, con el toque a vísperas y el convite ofrecido por el abad, un cargo que este año le ha correspondido a Agustín Martín Martín, de 87 años, quien ayer fue el encargado de presidir los actos, portando la vara que lo acredita como tal.

De esta forma, Agustín Martín presidió la eucaristía en la iglesia de Nuestra Señora del Robledo, donde los cofrades asistentes ocuparon los bancos entorno al altar, y donde recibieron como nuevo miembro de la Cofradía de la Inmaculada Concepción a Juan Francisco Herrero, de 55 años.

Posteriormente tuvo lugar la procesión entorno al templo, mientras las campanas repicaban y los fieles dedicaban sus cánticos a la Inmaculada Concepción, acompañados por la música del tamborilero albercano Pedro Muñoz. Acabado este recorrido y de nuevo en el templo, llegó el momento de colocar la talla en su altar habitual, no sin antes despojarle de las joyas que se le habían colocado esa misma mañana para que luciera con todo su esplendor en el día de su fiesta.

Tras la fotografía de rigor de todos los cofrades -con edades muy diversas-, la fiesta continuó para este grupo de hombres con el convite ofrecido por el abad en el centro de mayores, en el que no faltó -como es tradición- el chocolate caliente servido por las mujeres de su familia.

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