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Nuestro Padre Jesús de la Redención en su transitar por las calles aledañas a la Catedral de Salamanca.
Brillo de Redención y Rosario

Brillo de Redención y Rosario

Las dos imágenes completan un intenso recorrido de más de cinco horas

Cecilia Hernández

Domingo, 9 de octubre 2016, 12:28

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Aires otoñales de Pasión, de un otoño que más que otoño parece verano y que hizo posible que nada enturbiara la salida procesional de Nuestra Señora del Rosario, por motivo de su festividad. Tras los sustos de años pasados, en los que la lluvia hizo acto de aparición, ayer el cielo recibió a la Virgen sin asomo de nubes y con, incluso, calor para esta época del año. Eso, el calor, y la elegancia, fueron las notas predominantes en la procesión, al menos hasta que se puso el sol.

Sin olvidar, claro está, la presencia de Nuestro Padre Jesús de la Redención en la Instauración de la Eucaristía, el Jesús de la Santa Cena, que precedió a la Virgen en el cortejo procesional, con ocasión del 800 aniversario de la Orden de Predicadores, de los Padres Dominicos.

Pocos minutos después de las 18:00 horas las puertas del convento de San Esteban se abrieron para que diera inicio la procesión. Primero, como decíamos, el Jesús de la Redención. No era su primera salida a la calle desde que año pasado llegara a Salamanca procedente de los talleres sevillanos del imaginero Navarro Arteaga. Como se recordarán en la pasada Cuaresma cruzó el puente que separa el convento de San Esteban del monasterio de las Dueñas, donde pasó unos días al cuidado de las hermandas.

Fue este un sencillo traslado de ida y vuelta que nada tuvo que ver con la solemnidad de ayer, en el que este Jesús con el cáliz en la mano desfiló en un gran paso cedido por la cofradía de la Preciosa Sangre, de Peñaranda de Bracamonte, con quienes el Rosario tiene una relación casi fraternal. De hecho, son costaleros de la asociación Madre de Dios del Rosario quienes se encargan, desde hace un par de años, de portar al Resucitado por las calles de Peñaranda en la mañana del Domingo de Resurrección, precisamente en este mismo paso.

La renombrada banda de Cornetas y Tambores del Santísimo Cristo de la Victoria de la ciudad de León acompañó a Nuestro Padre Jesús de la Redención, con ocasión de su primera salida procesional. Hay que recordar que esta imagen es el comienzo del gran proyecto de la archicofradía del Rosario: conseguir el paso completo de la Santa Cena, ausente en la imaginería salmantina, para desfilar dentro de la Semana Santa, a través de la rama penitencial de la hermandad. Una sección, la de la Virgen del Rosario en sus Misterios Dolorosos, que tiene el beneplácito del Obispado y que está a la espera del plácet de la Junta de Semana Santa para posicionarse dentro del calendario de procesiones penitenciales. Nada más comenzar el recorrido, el cortejo procesional se detuvo ante el portalón de las Madres Dominicas (conocidas como las Dueñas) que recibieron al Cristo y la Virgen con el canto de la Salve, rodeadas de los niños de la hermandad, que ofrecían estampitas. Y es que las Dueñas son madrinas de ambas imágenes y les hace siempre especial ilusión recibirlas en su casa, como ayer se reflejaba en sus rostros.

Las dos imágenes también tuvieron un gesto de reconocimiento a la Hermandad Dominicana, justo antes de salir por la puerta de San Esteban. Ambas viraron y se detuvieron unos instantes ante la puerta de la capilla de esta cofradía, en un momento de confraternidad de intensa emoción.

El acto central de la procesión, por otro lado, se celebró en interior de la Catedral Nueva a las 20:30 horas, aproximadamente. Un año más, como ya es tradición, se celebró una oración al Santísimo Sacramento en la Capilla Mayor del templo catedralicio, en la que participaron todos los hermanos e integrantes del cortejo procesional.

Cabe señalar que hubo varios estrenos este año en la procesión, comenzando por el broche de baño en oro y plata con pedrería para el cíngulo que llevaba Nuestro Padre Jesús de la Redención y la orfebrería del frontal de paso de la Virgen, así como el policromado de la imaginería menor de este mismo paso, que va poco a poco y año a año cogiendo forma.

La Madre de Dios del Rosario estrenaba también una saya de seda salvaje bordada en hilo de oro y dos faroles de orfebrería con incrustaciones de carey para su paso. La banda de Música de Villamayor acompañó por segundo año consecutivo a la Virgen. Entre las piezas que interpretaron se pudo escuchar la adaptación de Hugo Sánchez Carpio y David Tabera del Himno del Rosario original compuesto por Aníbal Sánchez Fraile.

Tras el acto en la Catedral, el cortejo continuó por las calles cardenal Pla y Deniel, Rúa Mayor, Francisco Vitoria, plaza de San Isidro, Rúa Antigua, Rúa Mayor, Jesús, San Pablo, plaza del Concilio de Trento, hasta llegar de nuevo al convento de San Esteban en torno a las 23:00 horas, después de más de cinco horas de intensa procesión.

A lo largo del camino las dos imágenes, portadas por varias cuadrillas de costaleros que se turnaron en cada tramo, fueron recibidas con aplausos, aunque también hubo instantes propicios para el recogimiento y la oración. Acompañaron a la archicofradía del Rosario en su día grande representantes de casi todas las hermandades de la ciudad, como la Dominicana, el Jesús Despojado y Amor y Paz, entre otras.

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