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Puesto con los típicos cerditos de barro para ahorrar y caras de sorpresa de los visitantes a este tradicional escaparate.
Innovación y tradición alfarera

Innovación y tradición alfarera

Más de 40 expositores estarán hasta el 16 de agosto en la cita anual que trae a Salamanca lo más típico e innovador de la cerámica popular

Jorge Holguera Illera

Viernes, 12 de agosto 2016, 11:59

Hasta el próximo martes, 16 de agosto, cuarenta artesanos procedentes de ocho comunidades autónomas de España y Portugal están desde ayer en la plaza de los Bandos para ofrecer al público salmantino variados objetos de artesanía en barro. Se trata de la XXVIII edición de la Feria del Barro, una cita que con los años va evolucionando de lo tradicional a lo innovador, de mano de los artesanos que traen sus obras a este excepcional escaparate veraniego al aire libre.

Entre los expositores se encuentran artesanos llegados de Portugal y de otras regiones españolas como Andalucía, Extremadura, Madrid, Asturias, País Vasco, Galicia, Castilla la Mancha y Castilla y León.

Entre los puestos salmantinos, no falta la presencia de artesanos de Cespedosa de Tormes, Cerámica Vicen, que comparte puesto con Alfarería Hernández de Salamanca y entre los objetos que venden cuentan con utensilios de siempre para el agua. José Fernández recuerda que el botijo se sigue usando, y no pierde vigencia, pues según cuenta este artesano, «la gente se desengaña de la nevera porque hace el agua muy fría y no es buena para la garganta, sin embargo el botijo mantiene la temperatura idónea en verano». En este mismo puesto salmantino hay piezas de color miel para asar y lozas blancas que es lo que más demanda el cliente local, según Fernández. También tienen objetos de decoración, animales y otra serie de coloridos personajes de cerámica, entre los que destacan unas charras, que son las piezas preferidas por el turista. Lo cierto es que cada objeto tiene su público y el colorido y variedad brillan en esta feria.

Desde la ciudad jiennense de Úbeda, Alfonso Hidalgo muestra la alfarería tradicional verde de esta localidad y una variante tradicional en blanco, que es lo que fabrica su padre. Lo más moderno es lo que hace este joven en el alfar familiar, que consiste en objetos de cerámica decorados con técnicas de cristalización, en dichas obras, «lo importante es el esmalte», explica Hidalgo, quien se encarga de jugar con variaciones de temperatura para dar de sí «flores naturales» en jarrones que rozan la frontera entre piezas de artesanía y arte.

Es así como la innovación se abre hueco en un oficio que nació de la necesidad de crear envases para el uso cotidiano, y que a lo largo de los tiempos se ha convertido en tradición para un uso más decorativo. No obstante, hay quien sigue empeñado en mantener la cerámica y el barro artesanal como loza para su uso cotidiano, sirva de ejemplo el testimonio de Manuel Carlos Rodríguez de la localidad cacereña de Trujillo, quien ofrece estos días todo tipo de piezas para el menaje de cocina, entre las que destacan las ensaladeras, tazas, tazones y otra serie de enseres buenos, bonitos y baratos para su uso diario en la cocina.

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