La Diputación aumenta el importe de su convenio con Proyecto Hombre
El acuerdo establece una ayuda de 45.000 euros a cambio de desarrollar los programas Moneo y Dédalo entre otras condiciones
ELENA GÓMEZ / WORD
Jueves, 30 de junio 2016, 12:02
La Diputación de Salamanca y la Fundación Alcándara-Proyecto Hombre firmaron ayer un nuevo convenio de colaboración anual por importe de 45.000 euros, lo que supone un aumento de 15.000 euros respecto al del año anterior.
Así lo explicaron ayer el presidente de La Salina, Javier Iglesias, y el director de la Asociación, Manuel Muíños, durante la firma de dicho convenio, que tiene como objetivo que Proyecto Hombre preste servicios de atención y prevención a la drogodependencia a aquellos usuarios que viven en la provincia.
Concretamente, entre las condiciones de la Diputación en la firma del convenio, está el hecho de que un 30% de las plazas residenciales con las que cuenta Proyecto Hombre, sean para vecinos de la provincia de Salamanca, aunque también advirtieron que este dato no se va a revisar pormenorizadamente, siempre y cuando se atiendan los casos necesarios.
Lo que sí es una condición sine qua non es el hecho de que se mantengan los programa Moneo y Dédalo. El primero de ellos va destinado a la «prevención universal», tal y como explicó la diputada de Bienestar Social, Familia y Juventud, Eva Picado; quien detalló que en este caso se trabaja sobre todo en las escuelas con los padres a quienes se ofrece «información sobre drogas» y herramientas para que tengan otras habilidades a la hora de relacionarse con sus hijos.
Por otra parte, el programa Dédalo va destinado a la «prevención selectiva», es decir que se trabaja «con jóvenes con alguna problemática relacionada con las drogas o que se tenga sospecha de que pueden tener algún problema».
«Queremos prestar un servicio integral en el medio rural, llegar a donde es más difícil llegar y atender a quien lo necesite», señalaba Javier Iglesias, quien recordó que el pasado año 742 personas fueron atendidas gracias a este convenio.
Por su parte, Muíños agradeció el apoyo de la Diputación, con quienes mantienen convenios desde 2003, y señaló que esta ayuda es fundamental ya que, aunque Proyecto Hombre cuenta con un presupuesto anual de 616.000 euros, el coste mensual por cada persona que atienden en sus residencias es de 750 euros y muchos de ellos no aportan tal cantidad, por lo que tienen que asumirlo ellos mismos «ya que no queremos que nadie se quede sin tratamiento por temas económicos».
Sin embargo, para Muíños «cada persona que se rehabilita o que no entra en las drogas es un gran beneficio para toda la sociedad», algo que consiguen el 97% de las personas que completan todo el proceso de terapia que ofrecen desde Proyecto Hombre (un 40% de las que se ponen en contacto con la Asociación).
«Todos tenemos carencias, ellos las tapan con drogas y nosotros con otras cosas», continuaba el presidente de Proyecto Hombre Salamanca, quien explicaba que, actualmente, el alcohol sigue siendo el principal problema con el que se encuentran, seguido de estupefacientes como el hachís, la marihuana o la cocaína.
También los nuevos tiempos han hecho mella en el tema de las adicciones, pues, «aunque aún están muy tapados», se está trabajando con casos de adicción a las nuevas tecnologías y al juego online.
«No ha cambiado el consumidor, siempre es una persona, pero sí el consumo», señalaba Muíños, explicando que cada vez es más joven, con casos de policonsumo y sobre todo con una normalización social que dificulta la prevención. «Hemos trabajado con algunos menores de 9 o de 13 años que consumen drogas, pero no hay que centrarse en los niños, sino en nosotros, que somos su ejemplo», insistía el presidente de Proyecto Hombre.
Actualmente, desde la Asociación cuentan con hasta 10 programas de atención diferentes y atienden a una media de 60 personas al día en temas de alimentación, labor que sacan adelante gracias a la ayuda del Banco de Alimentos y de colaboradores particulares. Además, la asociación cuenta en Salamanca con 18 trabajadores profesionales y una infraestructura que, con la merma de ayudas, cuesta mantener.