El cantante asturiano Víctor Manuel.

«Este país te invita a decir cómo piensas y cuando lo dices te ataca por no compartirlo»

Llega este domingo al Multiusos Sánchez Paraíso para repasar su trayectoria dentro de la gira ‘50 años no es nada’

LUIS M. DE PABLOS / WORD

Jueves, 11 de febrero 2016, 13:27

Le puso banda sonora a la transición en una época realmente difícil para los artistas, y sin embargo ahora, cincuenta años después, le resultaría mucho más complicado hacerlo a un momento tan convulso como el actual. Su compromiso, eso sí, no se ha movido ni un solo milímetro en todo ese tiempo. Le viene de cuna.

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El hijo del ferroviario y nieto de represaliados de la Guerra Civil está hoy repasando aquellos inicios y estos lodos a través de una gira, 50 años no es nada, que hace parada este domingo en Salamanca (Multiusos Sánchez Paraíso, a las 20:00 horas), veinticuatro horas después de hacerlo en Santiago de Compostela. No es tarea fácil condensar una trayectoria tan densa en dos horas y media sobre el escenario, y por ello Víctor Manuel (Mieres, 1947) se explaya en sus memorias, Antes de que sea tarde, en las que no se olvida de sus vínculos salmantinos, su mili en Valladolid o su no accidente en Béjar. «Acababa un concierto en el Pabellón de Salamanca cuando se me acercan dos chavales y me dicen, Nosotros te ayudamos aquella vez que tuviste el accidente en Béjar con un Seat Ibiza.... No hubo nunca tal accidente», asegura, al mismo tiempo que reconoce darle hoy la razón «a todos los que me paran para decirme que han hecho el servicio militar conmigo en Llanes, en Santander o en Ciudad Real».

Víctor Manuel, que el pasado mes de noviembre recogía en Las Vegas un premio en los Grammys Latinos, desplegará este domingo un repertorio en el que no faltarán temas tan conocidos como Planta 14, El abuelo Víctor, Ay amor, Solo pienso en ti o Quiero abrazarte tanto.

Canciones con las que han crecido no pocas generaciones. ¿Con cuál de esas cinco décadas de música se siente más orgulloso?

La verdad es que me olvido con facilidad de los malos ratos y recuerdo los buenos, y en todos estos años me han pasado más cosas buenas que malas. Y uno se acuerda siempre de los primeros años en los que intentaba aprender esta profesión prácticamente de la nada y sin saber cómo se hacía la música.

¿Yahora Víctor Manuel lo sabe todo de la música?

Sé algo más, pero evidentemente no todo.

Ahora comparte escenario con su hijo, ¿le da consejos?

No doy consejos en general a nadie, y a mis hijos menos, que es lo que menos quieren que haga. David su hijo- es un tío preparadísimo y no los necesita. A lo mejor me los tendría que dar él a mi.

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Usted vivió la época de la censura en la que no era fácil ser artista, ¿se disfrutaba menos de la música que ahora?

En efecto, se disfrutaba menos antes. En aquellos tiempos de la censura y la transición, que parecen mitificados, era complicado pero siempre trabajé en libertad escribiendo lo que quería en cada momento. Es verdad que fue una época más angustiosa y pobre musicalmente, porque no podías llevar buenos músicos, luces y equipos por la precariedad, y por eso siempre me he quedado con los momentos más dulces.

Siempre se le ha catalogado como un artista comprometido con su momento, y eso le ha pasado facturas. ¿Se arrepiente de algo en concreto?

Eso siempre pasa factura, desde luego que es mucho más cómodo no ser de ningún lado para no incomodar a nadie. Lo que pasa es que yo supe desde muy joven que no se puede gustar a todo el mundo. Siempre ha habido gente que te rechazaba ideológicamente por hacer un tipo de música determinada, y con eso he convivido todos estos años. Seguramente me he perdido cosas pero también he ganado otras.

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¿Uno nace con ello o desarrolla esa actitud ante la vida con el paso del tiempo?

Bueno, influye el entorno en el que creces y en el que te desenvuelves, la cuna, y también lo que te gusta porque cuando empiezas a escuchar música, hay cosas que te gustan más que otras.

¿Es de los que piensa que un artista tiene que ser comprometido con el escenario que le toca vivir?

Evidentemente es jugar con fuego, pero nunca le he dicho a nadie que se meta donde no quiere meterse. Es una decisión personal. Este país es un país muy especial, que te invita a decir cómo piensas y cuando se lo dices, te ataca por no compartirlo. No somos nada americanos en este sentido. Allí se decanta políticamente y no pasa nada. Si después uno hace buenas o malas películas o canciones, el espectador no piensa en ello.

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Tampoco se estrangula un sector como el de la cultura con un 21 por ciento de IVA.

Bueno, aquí da igual el pacto que haya. No sé el tiempo, pero es algo que se va a hacer en cualquier caso porque incluso el PP lo ha anunciado ya. Ha sido algo tan absurdo como que se hacía para recaudar y se ha recaudado menos que cuando estaba mucho más bajo. Se ha llegado a decir que se hacía para acabar con nosotros, pero yo más bien creo en la estupidez de la clase política que el que quiera machacar a un sector. Es más problema de torpeza y de falta de conocimiento.

Usted que ha pertenecido a la directiva de la SGAE, ¿cómo explicaría el daño que ha sufrido el sector en todo este tiempo?

Por simplificarlo, un productor de una obra de teatro tenía un margen de un 15-18 por ciento si todo iba más o menos bien. Es decir, si eso lo absorbe el IVA, ya no tiene ningún sentido seguir haciendo teatro, música o cultura. Ha sido un desastre para la profesión.

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Usted ha reconocido que de no haber continuado con la música, hubiera abierto un bar en Asturias.

Lo suelo comentar porque yo tenía una visión tan chata, tan reducida de esta profesión que pensé que esto de cantar era pegar cuatro gritos, salir en la televisión, vender unos discos, ganar unas pesetas, y volverme a Mieres a poner una cafetería. Luego cuando pasa un cierto tiempo, y lo ves con perspectiva ya ves que se convierte en una pasión y no puedes dejar de componer y cantar.

Tan asturiano y al final se ha convertido en un artista universal con vínculos casi en cada puerto, también en Salamanca.

Bueno es que mi padre es oriundo de Espeja, y aunque nunca he ido a Ciudad Rodrigo, toda la familia por parte de mi padre venían de allí.

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Desde aquí, y gracias al Archivo, pudo conocer el desenlace de su abuelo Ángel, mirobrigense también. Explíquenos.

Fue mi primo Quinito, que es un poco mayor que yo, el que pidió al Archivo de Salamanca los papeles de nuestro abuelo. Gracias a eso me enteré de todo el proceso. Todo eso que descubrí, cómo fue el enjuiciamiento y el fusilamiento -el 3 de abril de 1941-, tiene un estrambote que añado en mi libro, y es que resulta que aquellos que denunciaron a mi abuelo en Mieres eran tios-abuelos de una novia que yo tuve. Mi padre, con toda la razón del mundo, nunca me lo contó. ¡Y de eso no tenía ni idea!

Con una producción tan densa, cuesta quedarse con una etapa más fructífera que otra, ¿quizás los últimos años de los setenta y principios de los ochenta?

Sí, tuve una época muy buena que arranca con Soy un corazón tendido al sol, en 1979, y que va hasta el año 85. Fue una buena época con una inspiración especial no me digas por qué. Y al margen de ello, tuve la fortuna de trabajar con profesionales muy buenos, con arregladores italianos e ingleses que hicieron un buen trabajo. Esos discos son especiales, sí.

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Pero nada como su canción fetiche, Solo pienso en ti. Un tema que, curiosamente, nació de las páginas de un periódico...

Así es. De las del Diario de Córdoba. Un reportaje sobre una residencia de discapacitadosen el que había una imagen que ilustraba el reportaje y que rezaba Y cuando acaban su trabajo, Mariluz y Antonio se agarran de la mano y pasean por el jardín. De ahí salió la canción. Y luego está el mundo que reflejaba la canción porque era el año 78 y la primera residencia que había de discapacitados en la que convivían ambos sexos. En esa residencia fabricaban muebles y forjas para financiar de alguna manera sus vidas allí. Era un reportaje maravilloso y por eso se me ocurrió la canción. Ellos viven, Mariluz y Antonio han tenido tres hijos, dos de ellos universitarios y siempre tutelados con una vida plena por esta residencia.

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