Los bomberos piden ayuda para continuar con su trabajo con los refugiados en Lesbos
redacción / word
Sábado, 23 de enero 2016, 12:35
Los bomberos de Castilla y León pertenecientes a la ONG de reciente creación G-Fire, con la que desarrollan labores de ayuda a los refugiados en la isla griega de Lesbos desde el pasado mes de diciembre, solicitaron ayer la ayuda de las instituciones, empresas y ciudadanos salmantinos para continuar con su trabajo de colaboración en uno de los principales lugares de llegada de ciudadanos sirios que huyen de la guerra de su país.
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Así lo hicieron saber los representantes de la ONG en el Parque de Bomberos de Salamanca, quienes ya enviaron a dos miembros, José Luis Carrera y Álvaro Vallejo, a dicha zona entre el 1 y el 16 de enero y que pronto enviarán a otros dos compañeros junto a un miembro del Parque de Bomberos de Valladolid y otro de Ávila.
«La ONG seguirá haciendo relevos mientras dure el dinero», comentó otro de los bomberos que pertenecen a G-Fire, Pablo Martiño, quien reconoce que de momento pueden seguir realizando su labor desinteresada de ayuda «gracias a las donaciones de particulares, amigos y de alguna empresa» de la Comunidad para sufragar unos gastos que rondan los 1.500 euros al mes y que se destinan al alquiler del apartamento donde descansan tras jornadas de 12 horas de trabajo y al coche con el que acceden a las zonas más difíciles y escarpadas, donde en ocasiones se queda alguna de las barcas de los refugiados procedentes de Turquía.
Porque, como explica José Luis Carrera, uno de los bomberos voluntarios que estuvo allí desde el pasado 1 de enero hasta el día 16, «nuestro objetivo es proteger a los refugiados de la zona escarpada que se encuentra entre dos playas en la ciudad de Mytilene, al norte de la misma» y, una vez salvado es escollo por parte de las barcas de migrantes, «ayudarles a desembarcar» porque, como el propio Carrera reconoce, «son gente que corre el riesgo de sufrir una hipotermia o de morir ahogados a pesar de encontrarse ya a unos metros de la playa» puesto que «llegan muy débiles».
El trabajo se realiza, según apunta Carrera, «de dos de la mañana a dos de la tarde porque la mayor parte de las barcas llega entre las tres de la mañana y las doce del mediodía», tratando de burlar el escaso control que se produce por parte de las autoridades griegas y turcas. Una vez consiguen que las barcas eviten el risco y desembarquen en las playas «con la ayuda de los compañeros de ACNUR y de otras ONG», los refugiados son llevados en autobuses al campo de la cercana localidad de Moria, desde donde vuelan a Atenas y, de ahí, al resto de Europa.
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Héroes
«Son verdaderos héroes», relata Carrera refiriéndose a los refugiados, pues «siguen cogiendo barcas y llevando a sus familias hasta allí a pesar de saber que muere gente o, ahora, del mal tiempo», situación que, reconoce, hizo disminuir el trabajo a realizar durante varios días: «Los compañeros de Palencia que fueron en diciembre nos dijeron que llegaban cuatro o cinco barcas al día en nuestra zona por las veinte que llegan al sur y las 40 o 50 al norte donde la distancia de la costa turca es de solo cinco kilómetros frente a los catorce de la zona sureste -, pero cuando nosotros llegamos, estuvimos cuatro o cinco días sin barcas por el tiempo».
Algo que cambió, según Carrera, los siguientes días, aunque advirtió que «aunque vayan pocas barcas, hay que estar ahí siempre porque nunca sabes cuando puede aparecer una y la zona es peligrosa».
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