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Cecilia Hernández
Jueves, 21 de mayo 2015, 12:31
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La Diócesis de Salamanca cuenta ahora mismo con 175 sacerdotes que tienen una edad media de 70,45 años. De ellos, tan sólo permanecen en activo, es decir, tienen menos de 75 años edad canónica de jubilación-, 86. Una cifra a todas luces escasa para atender el gran número de parroquias, pero que será aún menor en unos años. Según datos aportados por el propio Obispado en la última edición de su revista Comunidad, de aquí a una década el presbiterio que permanecerá en activo será de tan sólo 49 sacerdotes, por lo que será muy complicado que puedan llegar a todos los municipios de la Diócesis. Por edades, 82 de los sacerdotes tienen más de 76 años, esto es, han superado su edad de jubilación, 44 están entre los 66 y 75 años, 10 entre los 56 y 65, 29 entre los 46 y 55 años y 9 entre 36 y 45.
Tomás Durán, vicario de Pastoral de la Diócesis, explica que desde el Obispado son conscientes del problema futuro que esta ausencia de sacerdotes puede provocar, aunque, matiza, no es algo desconocido a nivel nacional. «Tenemos que rezar por tener más vocaciones, y hacer una pastoral vocacional bien hecha». Esto que dice Durán es la primera de las líneas en las que se actúa desde las instancias superiores eclesiales para paliar este problema. Pero aun así, serán necesarias medidas más de choque. De ahí también parte de la razón y los motivos que fundamentan la Asamblea Diocesana en la que las parroquias de Salamanca se encuentran ahora mismo inmersas, porque una de los objetivos de esta puesta en común de experiencias y reflexiones es ahondar en la reforma estructural que será necesaria a no mucho tardar en la Diócesis. Aunque ya la agrupación de parroquias no es algo nuevo, sí que será más común en los próximos tiempos, cuando no quede otra salida. Por ejemplo, añade Durán, en un arciprestazgo como el de Peñaranda de Bracamonte las parroquias tendrán que «girar» en torno a tres centros parroquiales que estarán ubicados en Cantalapiedra, Peñaranda y Macotera. «Es algo que no tiene que asustar a la gente, que se hará poquito a poco para que no resulte traumático, pero es que con 49 sacerdotes que tendremos no podemos hacer más». Al mismo tiempo, además de la pastoral vocacional y de la agrupación de parroquias, el Obispado incidirá en el desarrollo de los ministerios laicales, una práctica que en otras provincias está muy implantada. «En Zamora hay 110 personas que participan en esta actividad». El funcionamiento es sencillo, se celebra la Palabra y se da la Comunión, pero no se consagra, ya que no interviene un sacerdote. En Salamanca el ministerio laical está implantado en muchas localidades de la sierra, y de los arciprestazgos de Vitigudino, Guijuelo y Alba de Tormes, y será algo usual en el futuro.
En resumen, tres líneas de actuación: pastoral vocacional, desarrollo de los ministerios laicales y reforma estructural con la agrupación de parroquias en la ciudad y en los pueblos. Sobre otras medidas como la importación de sacerdotes, Tomás Durán se muestra más cauto. «La Conferencia Episcopal tiene un proyecto de intercambio de sacerdotes, pero aún está en los inicios y no sabemos cómo funcionará». Lo cierto es que hay diócesis que sí tienen un número aceptable de vocaciones anuales, como Getafe, Alcalá de Henares o Toledo, y el órgano de gobierno de los obispos españoles comienza a plantear como posible y aceptable el envío de sacerdotes a lugares con sequía de nuevos curas. De todos modos, tal y como se está definiendo, será algo que dependerá de cada obispo en particular, tanto para la solicitud, como para el mandato o la recepción.
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