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El director del Centro de Investigación de el Cáncer de Salamamanca, Eugenio Santos, con una de las investigadoras, en las instalaciones del centro.

El CIC celebra 15 años como referente contra el cáncer pero acuciado económicamente

francisco Gómez

Domingo, 8 de febrero 2015, 12:44

A comienzos del año 2000, los esfuerzos de la Universidad de Salamanca, el Centro Superior de Investigaciones Científicas, la Junta de Castilla y León y otras instituciones locales convergían en la puesta en marcha de un espacio de ciencia con pocos precedentes en la comunidad. Se creaba el Centro de Investigación del Cáncer, con las inmejorables perspectivas de la atracción de destacados científicos que habían desarrollado con éxito grandes aportaciones en la lucha contra la enfermedad en el extranjero y se reunían en un edificio que desde el principio contaba con la línea directriz de trabajar duro en el laboratorio para tratar de inmediato que esos avances llegasen al paciente. Quince años después, el CIC ha pasado por etapas de todo tipo y afronta su futuro inmediato con una mezcla de sensaciones, la de haberse convertido en absoluto referente en algunos campos de investigación oncológica de hecho lidera la red nacional cooperativa de investigación sobre el cáncer del Instituto de Salud Carlos III y que incluye más de 70 centros, y la de arrastrar una larga penuria económica que obliga a sus gestores a hacer verdaderos malabarismos no solo para seguir investigando sino para poder mantener abierto el centro.

«Soy optimista de cara al futuro, porque es difícil pensar que las cosas puedan ir a peor». Son las palabras del director del centro, Eugenio Santos, sintetizando el momento que atraviesa una institución científica que «lleva a cabo una producción muy valiosa en el campo de la investigación y la traslación al paciente y que, sin embargo, no sentimos que sea suficientemente valorada en esta comunidad autónoma», añade el subdirector del CIC, Atanasio Pandiella.

¿Cuál es la realidad de este centro tras quince años de andadura? Ciertamente, no se trata de un espacio de aportación residual. Si el CIC de Salamanca no existiera, se habría perdido un gran aliado en la lucha que la sociedad mantiene contra el cáncer (enfermedad de la que se diagnostican cada año 215.000 nuevos casos en España y por la que fallecen cerca de 110.000 personas).

En el centro se emplazan actualmente 16 grupos, que suman alrededor de 200 personas dedicadas a distintas tareas vinculadas a la investigación contra el cáncer. Suponen un auténtico batallón de producción constante de conocimiento biosanitario. «Generamos alrededor de 130 publicaciones cada año», explica Santos, es decir, que a lo largo de este tiempo, del CIC han salido casi 2.000 artículos y comunicaciones de impacto internacional, publicadas en las más importantes revistas científicas.

Es el primer paso, según explica Atanasio Pandiella, para la puesta en marcha de un engranaje que lleva al CIC a tratar de aplicar ese torrente de conocimiento sobre los procesos oncológicos en la búsqueda de alternativas para los pacientes.

«Es difícil que podamos precisar exactamente un número de ensayos en laboratorio o clínicos que se llevan a cabo con la participación de los investigadores del CIC, pero estamos ante un número muy elevado», explica el subdirector, que señala que «esto significa que estamos continuamente desarrollando herramientas de diagnóstico que puedan ayudar a detectar antes este problema y también contribuimos en estudios farmacológicos, en terapias para vencer un conjunto amplio de tipos de cáncer; estamos muy satisfechos de nuestra aportación en el campo de la investigación traslacional, aunque lógicamente no estaremos satisfechos del todo mientras haya un paciente al que la ciencia no pueda dar todavía una solución».

Datos que llevan a que «el Centro de Investigación del Cáncer sea conocido como un centro de prestigio en España y también a nivel internacional», subraya Eugenio Santos, que destaca que de los laboratorios del CIC han salido avances muy significativos en métodos de diagnóstico por ejemplo una innovación del laboratorio de Alberto Orfao es hoy el estándar mundial, y también en la descripción de relaciones entre oncogenes, lo que abre la puerta a nuevos tratamientos. Además en los últimos años ha sido noticia con aportaciones muy significativas contra el cáncer de piel con proyectos de Xosé Bustelo, o contra el cáncer de mama de peor pronóstico.

Aunque a lo largo estos 15 años han sido muchos los trabajos destacados, Atanasio Pandiella subraya el resultado de un ensayo clínico dirigido desde el CIC y el Hospital Clínico de Salamanca para probar la eficacia de una nueva combinación de fármacos contra mieloma múltiple. «Un proyecto muy ambicioso que llevó a un ensayo con unos resultados clínicos muy favorables, lo que ha permitido que los pacientes de esta enfermedad hematológica, especialmente los de cierta edad, hayan tenido acceso en todo el mundo a un nuevo tratamiento que se extendió a partir de un trabajo iniciado y coordinado desde aquí».

Sin ayuda

Avances gracias a una maquinaria compleja que requiere para su funcionamiento un presupuesto anual de cerca de 7 millones de euros. Eugenio Santos señala que las aportaciones de las instituciones apenas cubren el 2% de ese dinero necesario simplemente para mantener abierto el edificio y garantizar las condiciones de investigación. «El resto debemos buscarlo a través de convocatorias competitivas en España y en el extranjero, con las que afortunadamente conseguimos seguir adelante».

El problema es que a pesar de su gran rendimiento e indiscutible labor social, el CIC no cuenta con una línea propia de subvención desde la Junta de Castilla y León. Hace años que el Gobierno regional se comprometió a otorgar una ayuda de 1 millón de euros para cubrir los gastos básicos del centro, pero a pesar de las promesas reiteradas, el dinero nunca ha llegado.

«A lo más que hemos alcanzado es que en una anualidad en la que se nos prometió ese millón de euros, recibimos justo la mitad, 500.000 euros, y del resto no supimos nada más: medio millón de euros en 15 años, esa ha sido toda la ayuda», se lamenta Pandiella.

Una situación problemática que, sumada al contexto general de recortes en Ciencia ha llevado a que el CIC haya perdido en los tres últimos años al 20% de su plantilla investigadora, con la marcha de tres laboratorios a otros espacios, entre ellos Jesús San Miguel, que abandonó Salamanca para enmarcarse en un ambicioso proyecto en Pamplona, y Enrique Álava, que trasladó su laboratorio, referencia nacional en sarcoma, a Sevilla.

«Hace unos años estábamos en primera división y luchando por estar en los puestos de arriba, ahora nos vamos aproximando a los puestos de descenso por culpa de administraciones que no entienden que aquí hay un montón de empleos, la mayoría de jóvenes cualificados, que suponen un auténtico valor para esta ciudad y para esta comunidad autónoma», concluye el subdirector.

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