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La centenaria Gregoria Benito sopló las velas conmemorativas de su 110 aniversario rodeada de familiares y amigos que quisieron compartir este día con ella.

«¿Pero cuántos años tengo ya?»

redacción / word

Lunes, 5 de enero 2015, 13:52

Nació el mismo año que Miguel Mihura, Greta Garbo y Jean Paul Sartre, tiene la misma edad que el Sevilla FC, el Chelsea y el Boca Juniors, vio la luz al tiempo que Rubén Darío publicaba sus Cantos de vida y esperanza: Tía Gora cumple hoy 110 años en su casa de Peñaparda.

Viuda desde hace cuatro décadas, emigrante retornada y matriarca de una progenie que estiran doce bisnietos, Gregoria Benito vive sola pero asistida de noche o de día, cuando haga falta, por dos inseparables vecinos, sus hijos José y Nicolasa que cada mañana la levantan de la cama, asean y atizan una buena lumbre en el hogar.

Tía Gora, para toda la gente del pueblo, oculta entre los pliegues de su rostro las cicatrices de una vida trabajada de sol a sol en los frondosos pinares y robledales de Peñaparda , un pueblo del suroeste de la provincia con demasiado terreno estéril, sólo apto para las cabras, que propició un éxodo masivo en el primer tercio del siglo XX y llevó a la mayoría de su gente al sur de Francia.

Hasta allí también emigró Gregoria Benito, pero apenas duró cuatro años, ya que «no se amoldó» en el país vecino y regresó a su Peñaparda natal.

«Es el único tiempo que he vivido fuera. El resto lo he pasado aquí, trabajando muy duro junto con mi marido, para tener la comida de cada día», asegura la voz resquebrajada de doña Gregoria.

Entre los pequeños y mayores de este municipio, donde aún mantienen una variante dialectal propia, procedente del leonés y conocida como Parla del Rebollar, el respeto por Tía Gora y su historia es muy grande, siendo una persona llena de carisma entre sus convecinos.

Camila Bizarro, la alcaldesa, asegura que «es raro el día» que no acude a visitarla, ya que ella, a pesar de vivir sola, «siempre quiere estar con gente».

«Me gusta que me hagan caraba (compañía), ya que me entretengo y hablamos de nuestras cosas», explica la centenaria.

En esta localidad, Gregoria Benito siempre ha sido «la alegría del pueblo», reconocen sus convecinos, por lo que el tamborilero del pueblo, José Benito Mateos, le pide en un fluido diálogo, articulado en el habla del Rebollar, que toque y cante algo con el pandero cuadrado, un instrumento fabricado con piel de cabra, rectangular, genuino de Peñaparda y que, en teoría, sólo tocan las mujeres.

Tía Gora, ante la incredulidad de sus hijos, anima a todos con una cadena de canciones, mientras se afana con el pandero cuadrado.

«Casi no ve, oye mal, pero lo del pandero cuadrado es que le anima muchísimo», asegura su hija Nicolasa.

Si fuera por ella, se arranca la anciana, «llegaría hasta los 120 años», aunque prefiere rendirse a lo que «diga el Señor».

«Es el que manda y, por tanto, yo viviré hasta que él quiera», insiste doña Gregoria que, como manda la tradición de esta zona salmantina, viste de riguroso luto desde que hace más de cuatro décadas falleciera su marido.

Y, por su puesto, el atuendo más popular de El Rebollar, el pañuelo negro de la cabeza, lo lleva puesto todo el día.

«Tengo doce bisnietos, pero de sus nombres no me andes preguntando porque ya no me acuerdo», prosigue antes de preguntarse con incredulidad: «¿Pero cuántos años tengo ya?», ante la cifra de 110 que le repite su hijo.

«Ponga usted que estoy muy bien de salud, que es verdad, y que me gusta mucho cantar y tocar el pandero», se despide Tía Gora.

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