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Real Valladolid
Urban, del gol al quite, el ariete que mutó a central en el PucelaJosé Anselmo Moreno
Viernes, 18 de abril 2025, 08:47
Del área contraria al área propia. Por un momento piensen que a Hansi Flick le da por poner a Lewandowski cuatro partidos de central. Raro, ciertamente. Pues Redondo, el único entrenador del Pucela con un título, decidió dar «un volantazo» al equipo y puso a quien vino como goleador, Jan Urban, de defensa central en el Camp Nou y en partidos sucesivos.
Fue curioso porque el delantero polaco (como Lewadowski) había marcado nada más llegar un golazo para el empate blanquivioleta en San Mamés (1-1). Obviamente jugando como delantero centro. Solo una semana más tarde consiguió otro tanto para la victoria de su equipo ante el Sporting y no conforme con eso, otro para ganar al Oviedo en Zorrilla (2-1). Pues bien, Redondo pensó que Urban, ante una plaga de lesiones, podía ser central. Le pregunté al técnico palentino en una rueda de prensa qué le había llevado a tomar esa decisión tan extraña de la cual solo recuerdo un precedente: cuando Pachín situó a Gail atrás por primera vez en un partido de Copa en Sarriá. Redondo respondió con una frase a medio camino entre fútbol y psicología: «Urban es muy inteligente, puede jugar de cualquier cosa».
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Rindió a un nivel notable en esa posición, aunque él ahora ironiza sobre ello: «Yo me decía a mí mismo que si no jugaba bien tenía la excusa perfecta, no era mi puesto».
Recuerda desde Polonia, durante una concentración con su equipo (Górnik) que va entre los primeros de la liga, que su año en Pucela tuvo cuatro entrenadores y él estuvo con los tres últimos. «Teníamos buen equipo. Recuerdo que trabajamos muy duro físicamente con Jesús Cuadrado y estaban César, Baraja, Quevedo, Gracia, Belodedicci, Benjamín... La plantilla era buena, bien preparada, no sé qué pudo pasarnos».
Dice que se marchó de Valladolid en plena manifestación para reivindicar el regreso del Pucela a Primera por los incumplimientos de Celta y Sevilla. «En ese momento, con las calles llenas de aficionados pidiendo el regreso a Primera, yo iba con mis maletas. Tenía una opción de seguir si el equipo no descendía, pero no reclamé nada».
Sobre Pamplona, donde mantiene su casa aunque hace diez años que está fuera por motivos profesionales, dice que para él fue «una aventura fantástica» y por eso no se marchó nunca de allí. «Cuando para la liga regreso a la casa donde vivía cuando jugaba. Tengo una hija que vive en Valencia y mi hijo es director de una academia de fútbol en Polonia tras haber estado en el Legia de Varsovia».
Urban llegó a Pucela en enero del 95 y no resultó fácil. La negociación fue larga en una apuesta rotunda de Marcos Fernández por reforzar al equipo para no descender. En medio de la búsqueda de soluciones, un 23 de abril de 1995, Redondo decide colocar al ariete polaco de líbero. Nunca había jugado ahí. Es un puesto que ahora apenas existe. Antes había marcajes individuales y ese «hombre líbre» salía desde atrás rompiendo líneas. Cuenta Jan que cuando él llegó a Osasuna en 1989 ni siquiera era delantero. Había jugado de exterior zurdo o en medio campo. Zabalza lo colocó de delantero junto a Ziganda porque en la izquierda estaba Martín Domínguez, internacional en esa época. Urban fue el goleador de Osasuna en sus seis temporadas allí, excepto la última. Con una media de 12 goles por temporada se hizo indiscutible como ariete, aunque con la selección de Polonia, con la que jugó en México 86, volvía a la izquierda.
Compañeros suyos en Valladolid, como Ferreras o Santi Cuesta, hablan maravillas de él y eso que fue una temporada difícil. En total jugó 21 partidos, llegando a Pucela como un jugador consagrado aunque Urban tiene detrás una gran historia humana. Criado en el seno de una familia minera, durante años compaginó el fútbol con empleos como mecánico o chófer. Antes de llegar a España, en el Górnik consiguió tres Ligas y una Supercopa. Eso le trajo a Osasuna y en Pamplona es todo un mito. El club firmó con él una de las mejores campañas de su historia, un cuarto puesto en liga y la clasificación para la UEFA, donde los rojillos alcanzaron los octavos de final, tras eliminar al Stuttgart, campeón de la Bundesliga. La eliminatoria contra los alemanes se resolvió en el Neckarstadion, Urban marcó dos goles.
Osasuna tenía entones buen ojo para extranjeros, ejemplos de ello son Robinson, Lee, Milinkovic o Kosecki. Sin embargo, ninguno tuvo el impacto de Urban en el equipo, aunque él acabó su trayectoria en España jugando en un emergente Toledo. La temporada 96/97 se fue a la segunda alemana y se retiró un año más tarde, regresando al Górnik Zabrze, al que actualmente dirige.
Como entrenador empezó con los juveniles de Osasuna, con los que se proclamó campeón de liga. Después pasó al Promesas y, posteriormente, a la secretaría técnica del club, hasta 2007. Fue entonces cuando aceptó una oferta para dirigir al Legia de Varsovia. Allí logró dos subcampeonatos de Liga y una Copa en 2008. Mientras tanto, era ayudante del seleccionador de Polonia, Leo Beenhakker, antes de la Euro 2008. Precisamente la conversación con Urban se produce cuando acaba de conocerse el fallecimiento de Leo.
En 2014 vuelve a España como técnico del primer equipo de Osasuna. No acabó la temporada y a la siguiente se fue al Lech Poznan donde tuvo a sus órdenes a Sisi. «Era un gran jugador, pero tenía problemas en una rodilla», recuerda el técnico.
Se despide Urban deseando lo mejor al Pucela y pidiendo que dé recuerdos «de su polaco» a Fernando Redondo. «Me acuerdo mucho de él cuando decía que lo mejor del fútbol es ser futbolista. Ahora que soy entrenador lo entiendo mejor».
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