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Tote, en su presentación en julio de 2001. En detalle, en la actualidad.
Tote, el indómito que se equivocó al marcharse del Real Valladolid
Protagonista en las dos orillas

Tote, el indómito que se equivocó al marcharse del Real Valladolid

Estuvo dos años en Zorrilla, en etapas distintas, tras formarse en la cantera madridista y jugar en el Real Madrid galáctico

José Anselmo Moreno

Jueves, 23 de enero 2025, 09:41

Dicen que hay que encontrar el camino, no la excusa. Eso debe pensar Tote cuando afirma que dejar Valladolid fue el gran error de su carrera. «Yo hubiera sido mejor jugador de haberme quedado y mi camino hubiera sido otro, pero me equivoqué al irme. Fue culpa mía y no hay excusa», subraya. Hablamos de la temporada 2001/02 en la que aquel triplete en San Mamés, un gol «maradoniano» en Málaga y una rabona «imposible» en Zorrilla son algunos de los momentos que regaló Jorge López Marco 'Tote' a la afición vallisoletana. Impresiona el fervor que siente por Pucela pese a las vueltas que dio en el fútbol. Parece una mezcla de nostalgia, admiración y pertenencia.

Vaya por delante que Tote es tan sincero que admite ser del Atlético y dice que Paulo Futre era su ídolo. Eso deja lo de madridista en club de formación. Así fue. Pasó de rojiblanco a merengue cuando Jesús Gil «liquidó» el fútbol base. Su foto de perfil de whatsapp ya le delata colchonero, pero después le tira mucho Pucela porque fue «su primera casa fuera de su casa». Antes había pasado por el Benfica pero esa etapa apenas le dejó poso. Valladolid, sí. Incluso tuvo dos viviendas hasta el pasado año. Hizo inversiones inteligentes, pero es de los que piensa que la felicidad está por encima del dinero. Ahora vive entregado a su familia en Madrid (tiene una niña) y está casi apartado del fútbol porque solo comenta algún partido en radio o televisión. Aunque sacó el título de entrenador y de director deportivo, no tiene «ilusión» por ello. Otro golpe de sinceridad.

Y es que Tote se mueve por ilusión, por algo que le motive. A mí siempre me pareció que jugó con rabia y súper motivado su primer año en Pucela. Tenía nivel para aquel Madrid pre-galáctico y vino picado en su amor propio, en cada regate buscaba la reivindicación. De paso encontró en Valladolid una especie de refugio espiritual porque sigue viniendo con frecuencia. La última vez en Navidad y, antes, a una cena de veteranos junto a sus amigos Luis García y Pachón.

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«En Pucela viví lo mejor de mi carrera. Al margen de calidad, había un grupo humano espectacular y tendríamos que haber acabado en Europa. Ganamos en Mestalla, en San Mamés, al Madrid en Zorrilla y empatamos en el Bernabéu. Jugamos muy buen fútbol», dice.

Precisamente ese empate en el Bernabéu fue el del silbido de Harold Lozano. «Soy yo quien coge el balón y se la doy a Fernando para que marque. Harold lo hacía en los entrenamientos. Lo hicimos también en pretemporada contra el Sporting en Luarca, y marcamos. No hablamos de hacerlo en el Bernabéu, pero ya sabíamos que si pasaba teníamos que seguir y yo identificaba bien que el silbido era de Harold y no del árbitro». Sobre aquella plantilla incide en que, además, era un grupo unido. «Hacíamos cenas e íbamos todos porque nos llevábamos genial, es difícil que de una plantilla de 25 vayan todos a una cena». Aquel año Tote se sintió importante e insiste en que debió seguir, pero le llamaban del Madrid para felicitarle y pensó que iba a tener sitio. «Me equivoqué, si yo me quedo, hubiera sido otro, Pucela era entonces mi lugar en el mundo. Fui muy feliz y yo noto cuando voy que también me aprecian».

Sobre el fútbol actual asegura que existe poco descaro. «Hay que atreverse, no somos robots. En mi época teníamos mucha calle y había cosas que nos salían solas». Y hablando de descaro, respecto a sus rabonas afirma que no eran frivolidades. «Soy zurdo y tenía más confianza en eso que en mi pierna derecha». Inolvidable aquella asistencia ante el Mallorca en Zorrilla desde la línea de fondo durante su año de gloria en Pucela.

Sin embargo, destaca las diferencias entre las dos etapas que vivió en Valladolid. Su primera campaña fue «fantástica» aunque insiste en que él quería más. «Debimos acabar entre los primeros, nos faltó algo de ambición al final». Recuerda que había «un equipazo», con jugadores como el citado Luis García, Oscar, Jesús, Sales, Peña, Marcos, Eusebio o Cuauhtémoc.

Tote se empeñó en volver en la campaña 2005/06 para intentar el ascenso a Primera. Llegó entonces del Betis pero las cosas no fueron igual. «Ibamos bien, pero en diciembre se fue Aduriz y lo acusamos». Pese a todo, su cariño por Pucela quedó para siempre. «El recuerdo que tengo de la ciudad es maravilloso», dice. Nunca se olvida en redes del aniversario del club, de felicitar un ascenso o de animar en los malos momentos. Debe tener un arsenal de fotos preparadas con la blanquivioleta para esos momentos. No es un cariño impostado, es permanente. El día de la entrevista había comido con Pachón y Pucela salió a los postres. «A los dos nos marcó esa ciudad», dice.

Sobre el Real Madrid, volvemos a las rabonas. Si antes recordamos aquella en Zorrilla, que acabó en gol de Fernando, un gesto técnico igual con la camiseta madridista pasó a la historia en sentido contrario. Tote falló un gol con el Real Madrid en una rabona que sacó un defensa del Recreativo. Eso impidió el triunfo en Huelva con la liga en juego. «Volvería a hacerlo, en fútbol hay que atreverse», subraya.

Sus compañeros le animaron pero la prensa le metió mucha caña por aquello. Fue un ataque de atrevimiento que le marcó, pero es que Tote era diferente. Lo que hacía y decía era de verdad. De hecho, no se cortaba a la hora de criticar a dirigentes y tampoco para decir que se retiró porque ya no se divertía.

Colgó las botas a los 32 años, tenía más fútbol pero no más ilusión. Dio sus últimas lecciones en el Hércules aunque para él Pucela es especial. «Nos pasa a varios jugadores de aquella temporada», remata.

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