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Sergio, durante el partido frente al FC Barcelona. Andreu Dalmau-EFE
El Real Valladolid no puede empezar con uno menos

El Real Valladolid no puede empezar con uno menos

A banda cambiada ·

Al autor de este texto reflexiona sobre las últimas alineaciones de Sergio González

Jesús Moreno

Miércoles, 3 de abril 2019, 19:31

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A estas alturas de la temporada, ha dejado de tener sentido poner el foco sobre un colectivo que se maneja con el secretismo de una logia, hermético como un submarino y tan corporativista que a uno no le queda otra posibilidad que pensar que se están riendo del aficionado cuando explican el porqué y el cómo de las decisiones que toman. La autocrítica no aparece en el diccionario de los trencillas, todo es fruto de su subjetiva interpretación y, de esta forma, el margen de error de sus actuaciones se reduce a cero.

Ante ese panorama -Sergio tampoco mandó a sus huestes a luchar contra los elementos, y entiendan ustedes como prefieran la expresión- no queda otra que centrar los esfuerzos en potenciar las virtudes de un equipo al que no le sobra nada y minimizar esos fallos que penalizan de manera incruenta cada vez que aparecen.

Últimamente se está produciendo un fenómeno que, al menos para mí, no pasa desapercibido. O bien el entrenador no está tan fino como sería deseable con ciertas alineaciones o algunos jugadores sobre los que se deposita confianza suficiente como para salir de inicio en el once no responden en la medida que sería deseable. De esta forma, el técnico se ve obligado a corregir su propio planteamiento, variar sobre la marcha aquello que nació viciado en su origen, consumir un cambio antes de tiempo, y privar a un equipo que está dando muestras de ir con la gasolina más que justa, de poder recibir más aire cuando las debilidades hacen acto de presencia.

En estos momentos, cuando el abismo del descenso de categoría se está haciendo notar bajo los pies del equipo, se hace preciso que todos ofrezcan la mejor versión de uno mismo y ni aún así ello sería garantía de éxito. Es imprescindible que el técnico dé con la tecla en todos y cada uno de los partidos que quedan, pero lo es aún más que aquellos que habiendo hecho méritos en un momento determinado para hacerse merecedores de la titularidad, aprovechen esa oportunidad que se les brinda en el once inicial compitiendo no tanto para divertir a la gente, como para ganar, que es con lo que realmente disfruta el aficionado. El Real Valladolid no puede permitirse el lujo de empezar los partidos con un jugador menos, entre otras muchas razones, porque el rival puede que lo empiece con uno más.

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