El Promesas gana en Oviedo y se encarama a la segunda plaza

Completó un encuentro prácticamente perfecto el Valladolid Promesas en su visita al Álvarez Rabanal de Oviedo, uno de esos feudos en los que toca ponerse el mono de trabajo y al que llegó el bloque pucelano alertado por las tres victorias consecutivas que sumaba su anfitrión, el Covadonga. Los pupilos de Javier Baraja fueron fieles a su credo, aunque fueron especialmente vigilantes en factores de riesgo como las pérdidas de balón o el balón parado defensivo, un auténtico maná para los anfitriones.

Fue tan provechosa para el cuadro blanquivioleta como de difícil digestión para los espectadores una primera mitad en la que sucedieron muy pocas cosas en las áreas. El preparador local, Fermín Álvarez, intentó camuflar las ausencias en su plantel -la disputa el partido estuvo en el aire por los recientes casos positivos- redoblando la premisa de intensidad, recuperación y fútbol directo. Pareció entrar dentro del plan del filial del Real Valladolid, que no se puso nervioso y tocó y tocó hasta que los espacios aparecieran por el bajón físico de su rival. En ese choque de propuestas y de estilos quedó sacrificada una presencia en las áreas que dejó en inédita o nula la aparición de los dos guardametas. Sí daba sensación de peligro el Promesas cuando Oriol Rey o Elliot tejían redes de circulación en línea de tres cuartos. La primera y única acción de peligro del Covadonga llegaría, cómo no, en una segunda jugada tras un lanzamiento de esquina. El balón le quedó muerto a José Luis, pero el remate, desde el punto de penalti, se marchó demasiado alto.

Resultó determinante el acierto visitante en el primer acercamiento con meridiana claridad. Fran Álvarez y Elliot habían dibujado contras prometedoras pero erróneas en la decisión final. Fue curiosamente a balón parado cuando el filial abrió la lata: Elliot puso un centro excelso desde la izquierda y Palomeque, con un potente cabezazo, puso el primero. Intentó reaccionar más por corazón que con argumentos un Covadonga que colgó muchos balones y remató muy pocos. El golpe psicológico sería tremendo y casi decisivo en la última acción del primer tiempo, ya en la prolongación, en una asistencia de Moha tras recuperación que dejó a Sergio Benito mano a mano con el portero. Y no perdonó.

Muy mal lo tuvo que ver el técnico local para realizar en el intermedio un cuádruple cambio y redibujar el esquema de los suyos. Resultó irreconocible una reanudación en la que el Covadonga buscaba sensaciones, con el Promesas muy cómodo y sin miedo a hacer más daño. Fran Álvarez, con un disparo lejano al cuarto de hora, puso el tercero y casi el cierre a un choque con algo de emoción en el epílogo. El recién incorporado Edu Font cazó un balón muerto en el área de un relajado Promesas para recortar distancias y hacer un llamamiento a la épica de los locales. Se quedó en eso, una mera pretensión, pues los de Javier Baraja ejercieron de bloque maduro y supieron mantener con oficio una ventaja que se habían ganado sin renunciar a su identidad.