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El capitán del Real Valladolid, Martín, junto al árbitro y un juez de línea que, es de suponer, prometió imparcialidad antes de un partido celebrado en 1929. En detalle, Don Pedro Escartín, único árbitro español al que los periodistas llamaban de usted en sus crónicas. Fotos: Archivo J. M. O.
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Pedro Escartín, el único árbitro al que los periodistas llamaban de usted

El reglamento del fútbol comentado por Escartín fue la biblia de este deporte pese a algunas recomendaciones insólitas

José Miguel Ortega

Sábado, 25 de octubre 2025, 10:47

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De vez en cuando conviene rebuscar en el cuarto de los libros olvidados porque saltan sorpresas como la que recientemente me he llevado al encontrar el Reglamento del Fútbol, comentado por Pedro Escartín, en una edición que tiene algo más de 80 años.

Escartín fue el árbitro español más popular de antes de la Guerra Civil y un referente para sus colegas después, entre otras razones por su famoso Reglamento comentado en el que además de analizar las normas también aportaba recomendaciones interesantes para los colegiados.

Pese a su rigor en los análisis, hay opiniones tan insólitas como divertidas vistas desde la perspectiva del tiempo. Por ejemplo, al hablar de las dimensiones del campo, nos encontramos con lo siguiente: «El terreno de juego será un rectángulo de una longitud máxima de 120 metros y mínima de 90 metros y de una anchura no mayor de 90 metros, ni menor de 45. Para los partidos internacionales la longitud será de 110 metros cómo máximo y de 100 como mínimo, siendo la anchura no superior a 75 metros, ni inferior a 64». Y concluye con una opinión de Perogrullo: «En todos los casos habrá de ser mayor la longitud que la anchura».

Sobre el tema de las porterías, don Pedro empezaba recordando la historia: «En 1866, en Inglaterra, la portería estaba delimitada por dos postes laterales y unidos por una cuerda tendida horizontalmente a la altura de 5,50 metros del suelo, que se redujo a 2,44 metros en 1875, sustituyendo la cuerda por una barra. En 1890 se registra la aparición de redes para acabar con las discusiones de si un disparo acabó en gol o no».

En Bélgica o Italia, decía Escartín, han prescindido de la barra encima de los postes sustituyéndola por un larguero de madera de las mismas características, es decir con el mismo grosor -12 centímetros- y pintado de blanco. Y remataba con vehemencia sobre una jugada improbable pero posible: «Aconsejamos al árbitro la mayor energía para cortar el antirreglamentario comportamiento de algunos jugadores que se cuelgan del larguero, contribuyendo con este acto a que puedan producirse accidentes que pueden y deben ser evitados. El infractor será amonestado y expulsado en caso de reincidencia».

«El buen criterio del árbitro debe permitir retardar el comienzo del encuentro en casos de fuerza mayor, como el retraso del tren o avería del autocar»

En lo tocante al número de jugadores que debe alinear un equipo, también tiene su miga la opinión de Escartín: «El número será de 11 como máximo y 8 como mínimo, aunque en casos de fuerza mayor, como pueda ser el retraso del tren o avería del autocar en que haga el equipo su desplazamiento, antes de considerar incomparecencia de un equipo, el buen criterio del árbitro debe permitir retardar el comienzo del encuentro, teniendo en cuenta las horas de luz que resten».

En la Regla IV, que habla del uniforme de los jugadores, Escartín es especialmente concienzudo al referirse a las botas: «El jugador no podrá llevar sobre sí ningún objeto peligroso para los demás y el calzado deberá reunir las siguientes condiciones: las tiras y los tacos serán de cuero o de caucho blandos. Las tiras serán transversales y planas y tendrán por lo menos 12 milímetros de ancho abarcando toda la anchura del piso de la bota. Los tacos serán redondos y planos, es decir ni cónicos ni puntiagudos y tendrá 12 milímetros de diámetro. Podrán llevarse colocados tacos y tiras combinados, a condición de que se observen estas reglas, pero no podrán usarse placas de metal, aun recubiertas de cuero o de caucho».

Más adelante, a modo de resumen, el Reglamento incidía en las prohibiciones sobre el tema. A: «El uso de botas con puntera de protección metálica, aunque sean metales blancos, como el aluminio». B: Emplear protectores metálicos de tobillo, aunque estén recubiertos de cuero». C: «Los tacos cónicos, las tiras salientes de la superficie plana de la suela, y los clavos sin remachar». D: «Hebillas de cualquier clase de cinturones, muñequeras o cierre de botas». E: «Sortijas que ofrezcan salientes». F: «Los relojes de pulsera».

«Quedan prohibidos el uso de botas con puntera de protección metálica, los tacos cónicos, las tiras salientes,...»

En la regla referente a los árbitros, la más amplia de todo el Reglamento comentado por Escartín, hay términos tan curiosos como: «Un buen arbitraje es condición esencial a la práctica del buen juego. Una actitud deficiente provoca el mal humor y nerviosidad de los jugadores, con el consiguiente perjuicio general cuando pasa al espectador, quien olvida el placer del espectáculo para convertirse en un elemento agresivo y destemplado. Las leyes del juego están hechas con el propósito de que el partido se dispute con el menor número posible de interrupciones y, por ese motivo, los árbitros no deben aplicar castigos por faltas técnicas o supuestas infracciones. Pitar por hechos insignificantes o dudosos, aburre e irrita a los jugadores, restando placer al público».

Don Pedro Escartín.

Especialmente llamativo es lo que se dice en la Regla VI, referente a los jueces de línea, que antes de la Guerra no formaban parte, como ahora, de un trío arbitral. El colegiado viajaba solo y antes del partido elegía a los auxiliares que, según la regla: «Siempre que sea posible, los jueces de línea serán neutrales. Cuando éstos reúnan tal condición deben advertir al árbitro sobre el juego violento o conducta incorrecta y, en términos generales, ayudarle a conducir el partido en forma conveniente. Los jueces de línea, cuando sean neutrales, pueden ser interrogados por el árbitro para que den su opinión en caso de duda sobre si la pelota traspasó totalmente la línea de portería entre los postes. En el caso de que un juez de línea se comporte con descarada parcialidad, el árbitro lo expulsará y suspenderá momentáneamente el partido para reemplazarlo, dando posteriormente cuenta de los hechos a la superioridad».

¡Qué tiempos!

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