Aspirinas, marmotas y patrones

Vaya por delante que la Segunda es larga, que el conjunto de Herrera no suele ser ese alma en pena de otras temporadas, que se pudo empatar ante el Numancia y todos los paños calientes que quieran, pero el Pucela, un año más, sigue repitiendo patrones negativos y vergonzantes. Elijan el titular que más les plazca para resumir la situación, pues ya casi sirven y se pueden intercambiar para varias temporadas y partidos: El día de la marmota, El equipo Aspirina, De nuevo sentenciados por un exjugador, etcétera. Son frases que nos resultan dolorosamente familiares tras cada nuevo tropiezo; este, además, con fases de muy mal juego y que deja a algunos jugadores muy señalados.

La derrota se ha producido, curiosamente, en una semana en la que el club ha renovado a piezas clave del organigrama deportivo. El propio club, en sus redes sociales, dejaba caer que el entrenador sería el siguiente en prolongar su contrato «para dar estabilidad» a la entidad. Esto a priori, en un equipo como el Pucela, puede resultar positivo, pues sienta las bases para un proyecto y una idea de equipo. No obstante, muchos pensarán que Somos Valladolid y que los largos plazos no van con el otrora conjunto histórico de Primera División. Parte de la afición comienza a cuestionar ya la dirección de Carlos Suárez y están cansados de que, un año tras otro, se repitan esos patrones tras los que siempre acabamos haciendo el ridículo en campos, a priori, propicios para sumar.

Este año las carencias en defensa siguen, pese a contar con el que fuera Zamora de la categoría y, pese a la voluntad de Mata o De Tomás, no somos tampoco un ejemplo de efectividad anotadora. Quizás tras el papelón ante el Numancia lleguen dos o tres buenos resultados y nos vengamos arriba, para, quién sabe, volver a tirar el siguiente partido en el túnel de vestuarios.

¿Ustedes qué piensan? ¿Hay que apostar por dar una estabilidad al equipo y seguir teniendo paciencia o comienzan ya a estar hartos de tanta decepción en bucle? Yo sigo con la idea de que podemos llegar vivos a febrero o marzo, pero, como muchos, también me siento decepcionado ante esas fases de desconexión del equipo como la del otro día en la primera parte de Soria. Las decepciones se acumulan a lo largo de los años y los errores se repiten cual pesadilla. ¿Paciencia, resignación o revolución? Cierto hartazgo cuanto menos.