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Sor Aurora
El fútbol no es pecado
sor aurora, seguidora del pucela y del osasuna

El fútbol no es pecado

Religiosa, navarra y futbolera. 95 años contemplan a sor Aurora, que opina sin rubor alguno: «Me gusta mucho el fútbol; demasiado para ser mujer y además monja». De un pueblecito al lado de Estella y, claro, ya jubilada, reparte su corazón entre Osasuna de Pamplona y el Real Valladolid. «Rezo para que mi equipo trabaje y juegue bien… pero a veces también para que gane».

SANTIAGO HIDALGO CHACEL

Sábado, 28 de noviembre 2015, 18:46

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A la niña que cuando se hizo mayor se convertiría en sor Aurora ya le gustaba el fútbol. Jugaba con chicas, con chicos y con el que podía en aquel pequeño pueblo navarro y natal de Igúzquiza, situado al lado de Estella. Con un «era lo que había», sor Aurora intenta explicar ochenta años después cómo el fútbol hechizó a esta jovencita que un día quiso seguir los gustos de su progenitor muy aficionado a Osasuna. «Yo quería lo que mi padre quería».

No tenía 20 años cuando se ordenó monja como dos de sus hermanas consanguíneas. Luego o al tiempo, llegó el estudiar Enfermería en Pamplona. Con 95 primaveras, echa ahora la vista atrás. «He trabajado mucho, pero no estoy mal aún (lo dice como si tuviera que seguir laborando mañana mismo). He sido muy feliz porque he hecho lo que quería. Ser religiosa y hospitalaria en el Sagrado Corazón para estar con el enfermo y con el que lo necesita. Para ayudar al prójimo».

La afición por Osasuna vino pronto, por tanto. No es que sor Aurora haya sido asidua de El Sadar, ni que conozca o recuerde a los míticos jugadores navarros. Ella ha sido más del sentimiento del equipo rojillo. «Como religiosa, no iba al estadio pero lo seguía por la radio, por la televisión... Va ganando, va perdiendo, ha metido uno u otro... El fútbol me ha gustado y me gusta mucho. Demasiado para ser mujer y además monja». Sor Aurora lo dice con la perspectiva histórica de hace años en el que este deporte, como el coñac Soberano, era cosa de hombres.

Con lo que sí comulga Sor Aurora es con la forma de entender el juego. Muy de aquellas épocas en las que el campo pamplonica era un feudo casi inexpugnable. Fútbol directo, de pases largos, de empuje y presión. «Me gustaba Osasuna. No que tocaran la pelota y que dieran muchos pases sino que llegaran pronto a la portería y que metieran goles, ¡Hala adentro!», dice resuelta y sonriendo.

Predicando, dando trigo, y posicionada a favor de las causas de los pobres, tampoco ha sido de los equipos grandes. «Del Real Madrid y el Barcelona, nada de nada. Esos que se defiendan solos», relata. Su corazón se reparte ahora entre su Osasuna de Pamplona de nacimiento y su Valladolid de adopción desde hace más de 40 años. Treinta ha sido enfermera en el Benito Menni, y en la actualidad reside y descansa allí junto a varias religiosas. «Al Real Valladolid le quiero ya como al Osasuna. Llevo mucho tiempo. No me acuerdo del año que vine pero ya pertenezco aquí», dice mientras con la mirada solicita la conformidad de Antonio, el gerente del centro Benito Menni, presente también en la entrevista.

La televisión o la radio

«Adelante, adelante, siempre adelante». Este es el mensaje acuñado por el propio San Benito Menni que solía repetir para animar en su trabajo a las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús, cuya congregación él mismo fundó. La frase es suya pero si nos enteramos de que el que la pronunció fue Helenio Herrera o Vicente Cantatore para arengar a los suyos tampoco nos extrañamos. Y es que, Sor Aurora, esto del fútbol también es un asunto muy de devotos.

«Ya lleva media hora viendo el fútbol», decían hace algunos años las monjas compañeras de trabajo cuando Sor Aurora se plantaba delante del televisor dispuesta a ver un partido. El que pusieran. Como en las casas donde solo había un aparato en blanco y negro, a veces tuvo que ceder cuando la mayoría quería ver en ese momento un concurso o la telenovela. «Había que aguantarse y escuchar la radio como alternativa. La cosa era saber cómo iban, si iba adelantado en el marcador, si ganaba o perdía». Otras veces, las hermanas se escandalizaban: «¡Hay que ver cómo le gusta el fútbol!», le decían a Sor Aurora cuando se mostraba nerviosa ante un partido. «Soy demasiado aficionada pero eso no es pecado, ¿no? Es una cosa bonita», exclama.

La pauta general de sor Aurora parece que es no meter a Dios en estos asuntos mundanos como son los futbolísticos. «Sí he rezado y rezo pero para que mi equipo trabaje y juegue bien. ¡No para que se les dé todo hecho desde arriba! Además, Dios debe estar para otros cometidos más importantes». Sin embargo, hay veces y veces, como ella misma reconoce con la boca pequeña. «Había partidos en que era necesario empujarles y rezar a su favor», se ríe y a la par se confiesa. Es la ayuda divina. Si esta conduce a Osasuna y Valladolid de la mano a Primera este año, sor Aurora estaría más que satisfecha. Para el encuentro de hoy en cuestión, lo tiene más o menos claro: «Del Valladolid-Osasuna quiero que gane el que juegue mejor de los dos». Neutralidad amistosa por lo tanto.

A punto de retirarse a descansar a la habitación, sor Aurora, que se recupera en silla de ruedas de una herida en un pie (y no es de pegar al balón), pregunta: «¿Y después dónde vamos?».

A comer, a comer, le responden.

Pero si ya he comido. Bueno, no sé... El caso es que no tengo hambre, dice regateando al alzhéimer.

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