Pues sí, el Pucela tenía otro paso
El equipo demostró que posee una marcha más ligera. Y que no carece de gol cuando aparece la armonía
En un encuentro ocasional, una persona que trabaja en una residencia me comentó que uno de los internos del centro compartía conmigo localidad de nacimiento. ... Al escuchar el nombre, no caí de inmediato. Pero una referencia orientó mi memoria. Entonces, al reconocerle, esbocé una sonrisa bobalicona. Mi cabeza, qué remedio, ella es así, viajó a diversos puntos de aquella época que engloba infancia, adolescencia y primerísima juventud.
Publicidad
Los momentos de encuentro con aquel muchacho grande se fueron sucediendo en una especie de proyección sobre mi cerebro. Tan pronto se me aparecía la imagen de su semblante carialegre cuando, sentado en la puerta de su casa, devolvía el saludo a los muchachos que recorríamos el camino de la escuela, como alcanzaba a distinguir su figura enérgica, dichosa, amigable, al mostrar sus láminas coloreadas. De repente, por ligazón, el zigzag memorístico me condujo a una tarde veraniega en la alquería de Astudillo. Allí, el padre de este muchacho conducía una cuadrilla presta para escardar: unos chavales que obteníamos unos duros para evitar pedir en casa la propina y un señor, mayor aún que nuestros padres, que sumaba jornales precisos y preciosos para el sustento familiar. Surco arriba, surco abajo, el hombre acumulaba metros de rezago. El encargado alzó su tronco y, al percatarse, le espetó. «¿Qué, no tienes otro paso?». Sin azararse, con pausa, el jornalero se incorporó antes de emitir sentencia: «Sí, pero es más lento». «Entonces», resolvió el capataz, «continúa con el que llevas».
Un doble tirabuzón psíquico me condujo al Pucela, a su ritmo de escarde. Dudé sobre si ya había utilizado esta anécdota; por lentitud, el Pucela aportó un sinnúmero de opciones. En cualquier caso, me dije. De forma inhabitual, me rondaba una materia sobre la que hacer girar un artículo antes de que comenzara el partido. Idea que, apenas alcanzados los dos minutos, se reforzó cuando el Huesca dejó escapar una ocasión pintiparada. Yluego otra. El rival, al decir de Almada, puceleaba: creaba, amenazaba pero no concretaba. Por contra, un lujo de Latasa, un disparo malicioso de Chuki, invirtieron los papeles encarnados en fechas precedentes: a la primera ocasión, ventaja propia. Y a la segunda, tras esquivar acometidas oscenses, doble ventaja. Peter Federico, que partía desde la banda que le indica Almada, marca arrancando y consumando en el territorio que Yepes propone. El Pucela demostró que sí tiene otro paso. No cabe –tomo reflexión de otra persona que sabe algo de esto– criticar si se pierde aun creando ocasiones y, a la vez, atizar si se gana pese a concederlas. El Pucela demostró que sí tiene gol. Tal vez los dueños festejen el hallazgo. Se ahorrarían un pico en el próximo mercado. Tal vez, de ocurrir así, Almada maldiga este acierto al entender que encierra algún germen que volverá a menoscabar cuando menos se le espere. Tal vez, pero de momento hemos visto al Pucela apresurar el paso. Yes un paso.
3€ primer mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión