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Aridane corre con la pelota acosado por Enes Ünal. Ramón Gómez

«¡Hombre por hombre...y el que sobre, al ataque!»

Defiende el autor que el equipo peleó en igualdad de condiciones ante el Osasuna en uno de los campos más difíciles de la categoría

Javier Yepes

Sábado, 18 de enero 2020, 22:27

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Descubrimos ayer en Pamplona que competir es disputar, que cada balón es una oportunidad para ello y que cada jugador, no importa en que zona se ubique, tiene un adversario al que intentar ganar en la pelea o, lo que es lo mismo, que no hay intocables que se puedan eximir del empeño.

Y lo que es más significativo, que esta forma de pelear realmente en situación de igualdad la estábamos inaugurando en uno de los campos mas difíciles, sino el más, para ejercerla.

O sea, que dicho todo esto ayer el Pucela demostró que «hombre por hombre.. y el que sobre al ataque» como decía, en tono tan jocoso como contundente, José Antonio Tejedor cuando yo le preguntaba cómo jugaría el juvenil de aquellos años.

Ayer Sergio González dispuso un entramado defensivo importante para cerrar vías de acceso a los rojillos y sobre todo para crear las necesarias ayudas a fin de tapar al Chimy Ávila. Y acertó.

Con tres centrales y Olivas en el centro de los mismos quedaba claro que el equipo se resguardaba por dentro al tiempo que Antoñito y el recién incorporado Carnero tapaban con muy mediana vocación atacante las bandas.

La segunda barricada compuesta por tres volantes intentaba a través de Míchel conectar con los dos delanteros de turno en busca de encontar puerta rival. Y lo cierto es que en varias ocasiones ahí se estuvo cerca de un gol que hiciese justicia.

Algo que en el minuto 56, a punto y bota de Guardiola, pudo suceder; sin embargo, ahí murieron las opciones atacantes pucelanas para entrar, de facto y hasta el final, en modo defensivo a ultranza.

Futbolísticamente el partido estaba visto para sentencia porque el Osasuna aparte de apretar tampoco es mucho más.

A estas alturas del campeonato y en la tesitura que estamos, discutir belleza o eficacia es grosero porque nosotros no queremos jugar como nunca para perder como siempre. Otra cosa bien diferente sería haber hecho lo de ayer para haber acabado palmando, por aquello de que si en veinte partidos has empatado diez y ganado cuatro... perder te mata.

Que el equipo nos enseñase ayer esa faceta luchadora en situación de igualdad es muy positivo porque nos hemos instalado en la pelea a costa del sacrificio del juego.

No es bonito, no es llamativo, no levanta a la grada pero la mantiene en tensión. Y como esto es un juego de emociones, ¡y puntos!, presumo emotividad al máximo de aquí al final. ¡Y si no... al tiempo!

El Real Valladolid es un equipo de autor, como se dice ahora cada vez que alguien da una idea o genera un evento. Y los autores pueden gustar más o menos, pero tienen a su favor el sello de una idea.

Y la idea de ayer es la que ahora le conviene más al equipo, en lo que a presencia de ánimo competitivo se refiere. ¿Jugar...?

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