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Wilkes con la camiseta del Levante, cuando ya contaba 35 años

El holandés Wilkies, el primer fenómeno extranjero que fichó el Levante

La Vista Atrás ·

El jugador, mientras vivió en Valencia, lo hizo en casa del que luego fuera jugador del Real Valladolid Enrique Moreno

José Miguel Ortega

Valladolid

Miércoles, 1 de julio 2020, 08:12

Servaas Wilkes (Rotterdam 1923) fue la primera gran figura del fútbol holandés y el tercer fenómeno mundial que recaló en España, tras Kubala y Di ... Stefano. Wilkes tuvo antes un paso triunfal por Italia, en el Inter y el Torino, y su fichaje por el Valencia en 1954 constituyó todo un acontecimiento, aunque quizá algo eclipsado por el fulgor de los cracks del Barcelona y Real Madrid.

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Wilkes era un futbolista diferente a Kubala y Di Stefano, con un mejor regate que ellos y una notable capacidad goleadora, aunque su Valencia, con una plantilla inferior, solo pudo ser quinto en la Liga, mientras que Madrid y Barsa ocuparon las dos primera posiciones. Faas Wilkes jugó 28 partidos y marcó 18 tantos, lejos del ganador del trofeo Pichichi, que fue el sevillista Arza, con 28 goles.

En aquella campaña 1954-55, el fenómeno holandés solo jugó un partido contra el Valladolid, el disputado en Mestalla el 31 de octubre, con triunfo valencianista por 2-1, y goles de Mañó y Pasieguito para el equipo local, y de Carlos para el visitante. Wilkes no marcó pero fue uno de los mejores jugadores sobre el campo.

Cuando el Valencia visitó Zorrilla, el holandés no viajó y tampoco tuvo oportunidad de medirse al Pucela en las dos campañas siguientes, porque fue víctima de una enfermedad, el bocio, de la tuvo que ser operado en su país, lo que supuso una cada vez menor presencia en las alineaciones de su equipo. De hecho, antes de que concluyera la 1956-57 ya había expresado su deseo de retirarse y el Valencia le ofreció un partido homenaje para agradecerle los servicios prestados.

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Ya con 34 años, Wilkes pensó que había llegado el momento de colgar las botas, pero el equipo de su ciudad le convenció para que echara una mano en el campeonato doméstico holandés, con un rendimiento sorprendentemente bueno. Pero Faas y su esposa echaban de menos Valencia, su clima, su luz y su gastronomía, y no perdían la ocasión de expresarlo publicablemente cada vez que le preguntaban.

Y ahí apareció el Levante, el hermano pobre del Valencia en los ámbitos futbolísticos de la ciudad del Turia. El equipo granota no había estado nunca en primera división y su presidente decidió apostar fuerte por conseguir este objetivo en la campaña 1958-59, contando con la aportación del Wilkes, a quien logró convencer para que olvidara su pasado valencianista y vistiera de azulgrana.

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El anuncio de su fichaje fue una bomba que cayó muy mal entre los seguidores del Valencia, que se sintieron traicionados por el jugador holandés, a quien hasta entonces habían idolatrado. Los del campo de Vallejo, en cambio, estaban doblemente felices, ya que cuando Wilkes llegó el equipo empezó a escalar posiciones, para disgusto de sus vecinos

Al Levante, sin embargo, le faltó un poco más de margen para lograr el ascenso directo, pero al menos se ganó el derecho a disputar la promoción contra Las Palmas, antepenúltimo clasificado en primera división. Por entonces, la directiva levantinista había cesado al entrenador, Álvaro, nombrando a Wilkes jugador-entrenador, como una muestra de fe en el revulsivo que suponía y de agradecimiento por su aportación en los 26 encuentros que disputó, con 13 goles.

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Pero del amor al odio no hay más que un paso, y eso es lo que ocurrió después de haberse disputado el primer partido de promoción, con victoria canaria por 1-2. Y no fue la derrota la causa del problema, sino que el Valencia convenció a Wilkes para que jugara con ellos un amistoso ante el Stade Reims, con motivo de la iluminación eléctrica del campo de Mestalla

La noticia salió en la prensa unos días antes de jugar el partido de vuelta contra la U.D. Las Palmas, y se armó la marimorena. El Levante se sintió traicionado, tanto por el Valencia como por el jugador, a quien ya no permitió viajar a las islas, donde el equipo granota consiguió un insuficiente empate, que le cerraba las puertas del ascenso. La parroquia valencianista, en cambio, había consumado una doble venganza, pues el Levante continuaba en segunda y, con la connivencia de Wilkes, le habían devuelto la infidelidad que supuso su fichaje.

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La historia de hoy concluye con un dato curioso. Wilkes era un loco de la paella, hasta el punto de que su alojamiento en la capital fallera, tanto cuando jugó en el Valencia como cuando lo hizo en el Levante, estaba en el célebre restaurante 'La Pepica', propiedad de la familia de un futuro jugador del Real Valladolid, Quique Moreno, aunque aún no había nacido cuando el crack holandés vivía en su casa.

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