Las recetas de Pacheta para gestionar una crisis
El entrenador explica en un libro cómo trata de que su mensaje cale en la plantilla y alerta del peligro que encierran las ruedas de prensa
Los fracasos y Pacheta se llevan mal. Lo admite él mismo por escrito. «Yo en la derrota te confieso que soy inaguantable. No soy capaz ... de gestionar bien la cabeza. Llevo 25 años en el mundo del fútbol y, si ya lo llevaba mal como jugador, como entrenador es aún peor, porque asumo más responsabilidad. No hablo con mis amigos ni con mi familia, con nadie, hasta entender realmente qué ha pasado. Cuando analizo bien el partido y encuentro los errores que nos han llevado a perder, ya me vuelvo otra vez un tipo sociable».
Pacheta firma, junto al economista experto en 'coaching' y liderazgo Juan Carlos Cubeiro, el libro 'Un equipo honesto. Así ascendimos a Primera' (editorial Círculo Rojo, 2021), donde ambos reflexionan sobre diferentes aspectos del fútbol a raíz del éxito cosechado por el técnico burgalés con el Elche hace dos campañas. Y en esta obra, de 140 páginas, podemos encontrar qué piensa el actual entrenador blanquivioleta sobre la gestión de las crisis. Con el Real Valladolid inmerso en un vórtice de tres derrotas seguidas, conviene acudir a este escrito para observar al Pacheta más teórico y no tan pegado al momento presente.
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«El manejo de las crisis debe hacerse, creo, desde la normalidad. No varío mucho la forma de trabajar si ganamos o perdemos. Es verdad que cuando pierdo paso 24 horas fatal, un duelo rápido, hasta que encuentro la clave para aprender. Sin embargo, tengo muy claro que lo que nos ha traído aquí es la honestidad en el trabajo, lo que haces para ganar (ocurra o no), un modelo, una estrategia, una manera de esforzarnos, una concepción de los entrenamientos. No hay otra. Los jugadores se tienen que sentir identificados con ese plan, en un acuerdo de todas las partes, en el que tenemos que creer todos. Si no estamos convencidos, no va a funcionar. La base es el camino, no es ganar o perder», subraya Pacheta, que reivindica «la sensibilidad y la intuición» como complemento –indispensable para él– a «la razón que proporcionan los datos». Porque, como recalca el entrenador, los números le orientan, «pero la decisión va con la pasión, con el corazón, que es la piedra angular». «Acertar desde la intuición también te otorga autoridad moral», dice en su conversación escrita con el 'coach' Cubeiro.
Tres derrotas consecutivas en Segunda División en un equipo como el Real Valladolid que aspira a volver a Primera al final de curso compromete la relación del entrenador con la grada. El burbujeante 'pachetismo' de la pretemporada ha bajado varios grados. Pacheta conecta con los aficionados desde la pasión porque, como él mismo dice en 'Un equipo honesto', «se trata de vibrar juntos».
«Que se transmita la energía. Lo que cuentas en la rueda de prensa previa tienen que verlo en el campo porque, si no, no sería coherente. Cuando mandas un mensaje y la gente comprueba en el estadio, que es donde está la temperatura del fútbol, que las cosas ocurren sintoniza contigo. Si eres honesto y trabajador, la victoria llega. Cuando el Elche ascendió a Segunda División [desde Segunda B], el equipo estuvo ocho partidos sin ganar y la afición aguantó porque estaba jugando bien. Se dejaba el alma, pero no daba. Hasta que llegó la primera victoria».
Para Pacheta, en las situaciones de tensión ambiental hay un momento muy peligroso, donde los entrenadores pueden cometer errores, más allá del césped. «Las ruedas de prensa después de los partidos tenían que estar prohibidas. No estamos frescos en ese momento. Yno digamos el 'cara a cara' con el otro entrenador, porque hay días que no estamos para enfrentarnos. No me gusta el cara a cara tras los partidos. Cuidado con el espectáculo, porque tiene un riesgo enorme», apunta el entrenador en referencia a las entrevistas duales en televisión.
En el técnico del Real Valladolid late también la humildad para admitir que los entrenadores no tienen «el poder que parece» y que muchas veces no saben «manejar la situación». «Si nos creemos lo que no somos, nos enfrentamos a la prensa, a los jugadores y a todo el mundo. Como he sido director deportivo, trato de entender esa figura, como la del presidente o la propiedad. Es una de las cosas que aprendí en Tailandia. Los entrenadores tenemos que conocer y gestionar los miedos de ellos. Escuchar y conocer sus miedos es muy importante. Hemos de escuchar mucho mejor»,
Para Pacheta «todos los detalles, por ínfimos que sean, te acercan a la victoria si los manejas bien». Y, por eso, tiene un truco para afrontar las ruedas de prensa. «Voy a mi despacho antes y respiro profundamente de ocho a diez veces. Sienta muy bien porque llega el oxígeno a la cabeza, me recargo de oxígeno. Tenemos que relajarnos antes de la contienda ante los medios. Y, por supuesto, hablo con mi equipo técnico. Porque el mayor peligro para un entrenador es la rueda de prensa, antes y después de los partidos. Ahí te la juegas y es cuando más calma debes tener. Por eso has de tener la mente clara y dos o tres mensajes principales bien preparados», escribe.
De esta manera, las comparecencias públicas de Pacheta van intercaladas con esas ideas-fuerza. «En cualquier pregunta, va a ir calando. Tienes que seguir martilleando, martillo pilón de manera constante. En Elche, por ejemplo, honestidad y trabajo desde la humildad:un mensaje recurrente que hizo que la afición nos aplaudiera aunque no ganáramos [...]. Cuando insistes, al final cala».
Pacheta sostiene en su libro que el ascenso del Elche no fue «fruto del azar». «No hay casualidades, sino trabajo, convencimiento, generosidad, consistencia. Se unieron muchos factores positivos alrededor de esto». Es un técnico que cree en «oler» al jugador y busca una implicación colectiva que logró en el Elche. Una campaña antes del ascenso a Primera, su equipo atravesó baches, pero nunca dudó de su estrategia. «No ganábamos, pero estábamos jugando bien, honestamente, haciendo ocasiones, jugando muy buenos partidos. Como suele decir Bielsa, habíamos conseguido menos de lo merecido. Llevamos nuestra estrategia al límite porque creíamos que lo estábamos haciendo bien».
El éxito, al menos allí, acabó llegando en forma de ascenso.
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