García Navajas, de la élite al barro para ser campeón
Sorprendió al fútbol español en el Burgos, con solo 18 años, fue después subcampeón de Europa con el Real Madrid y levantó la Copa de la Liga con el Pucela
José Anselmo Moreno
Jueves, 9 de octubre 2025, 12:26
Un año antes de llegar a Pucela, había llevado el 10 del Real Madrid en una final de Copa de Europa, pese a ser central. De aquel mítico Madrid de los García, en honor a una generación de jugadores que tenían en común ese apellido (García Remón, García Cortés, García Navajas, García Hernández y Pérez García) uno de ellos acabó en Pucela tras haber sido internacional y subcampeón de Europa con los madridistas, pero entre sus logros está también la Copa de la Liga con el Real Valladolid. Hablamos de Antonio García Navajas (Posadas, Córdoba, 8-3-1958), que coincidió en el Madrid con jugadores como Miguel Ángel, Camacho, Del Bosque, Stielike, Juanito o Santillana y que pudo llegar al fútbol profesional precisamente a través del Pucela en una historia, que me cuenta «de pasada» y completamente desconocida.
«Lo de llegar a Valladolid ya venía de largo, porque yo tuve un entrenador en el Linares, que fue donde empecé a jugar al fútbol y tengo que agradecerle haber sido futbolista, se llamaba Julio Chicote, era de Valladolid y tenía amistad con Ramón Martínez, que siendo yo juvenil, fue a ficharme y no se hizo. A la semana siguiente fiché por el Burgos», asevera. Contrastando este hecho con Martínez, aquello no cuajó porque el club burgalés puso mucho más dinero sobre la mesa.
En el Burgos, donde se hizo con la titularidad con solo 18 años, jugó más de 30 partidos en cada una de las tres temporadas allí. Recuerda que coincidió con Kresic (ya veterano), Manzanedo o Juan Gómez, «Juanito». Destacaba por su salida de balón en una época en que los centrales daban más palos que pases, de modo que Navajas se vistió de blanco a cambio de 35 millones de pesetas. Curioso, tras terminar su contrato y perder una liga con el Madrid precisamente en Zorrilla pagó los platos rotos de una renovación de plantilla y de nuevo apareció Pucela en su vida.
Aquí se asentó durante cuatro temporadas, residió en el barrio de Santa Clara y siente «orgullo» por haber vivido un hecho histórico, como aquella Copa de la Liga, aunque 41 años después califica esa temporada de «rara». «Andábamos mal en Liga, jugando para salvarnos, pero llegó Redondo y dio con la tecla. Hizo unos ajustes y luego, lo que para mí fue más importante, los jugadores nos dimos cuenta de que había que sacar la permanencia adelante e hicimos una piña alentada por el entrenador», asegura.
Antes de seguir con su etapa en Pucela, cuenta que de aquí se fue al Rayo en Segunda y se retiró en Almería, pero dice que el último año en Valladolid lo tiene borrado de la mente porque su deseo y el de su familia era retirarse aquí y que lamentó que al final «no pudiera ser».
«No sé el motivo y todavía estoy esperando a que alguien me ofrezca explicaciones al respecto. De terminar una Liga jugando de titular y jugando bien, porque un jugador sabe eso, en pretemporada jugué todo y, de repente, me sacaron del equipo y nunca supe el porqué. No iba ni convocado. Estaba a gusto en la ciudad, era un equipo que me gustaba, había buena gente y compañerismo, pero la vida es así», agrega.
Afirma que no fue nunca conflictivo. «Creo que en los años que jugué, 12 en Primera División, me sacaron solo 16 tarjetas amarillas y estoy orgulloso de que donde estuve, tengo buenos amigos y, respecto a Valladolid, cada mañana les pongo los buenos días por whatsapp a Minguela, Jorge o Javi».
Cuenta García Navajas una anécdota precisamente con Minguela. En su primer año aquí, Mesones le ponía en el centro campo y quitó a Minguela para que jugara él. «Yo me daba cuenta de que estaba perjudicando a un compañero y que, además, mi equipo estaba jugando con uno menos porque yo no sabía jugar en el centro campo y tal cual se lo dije al entrenador para que pusiera a otro. Era injusto que no jugase Minguela», relata.
Tras el fútbol, Navajas estuvo trabajando en una empresa de recreativos y después se metió en la Fundación del Real Madrid y ahí permaneció 24 años, hasta que se jubiló en 2023. En los últimos años cuenta que gestionó el tema social del club madridista, con una fundación que está por todo el mundo y que atiende a proyectos en centros penitenciarios, centros de acogida, residencias de mayores, escuelas socio deportivas etc
Radicado en Madrid, dice que no le llamó nunca ser técnico porque lo considera un trabajo muy complicado. «En el banquillo tienes que andar muy fino. Para mí lo importante en un entrenador es que sea buen psicólogo y que sepa darle a cada jugador lo que necesita y, sobre todo, que sea justo. Hacer un grupo unido, como hizo Fernando Redondo con nosotros».
Recuerda que tras ganar la Copa de la Liga llegaron al vestuario y Redondo les hizo formar una piña a todos, desde Tomás, el del material, hasta los que arreglaban el campo. «Esa unión te lleva muy lejos, tanto como para ganar un título», subraya.
Por último, no se resiste a contar una anécdota otra vez con Minguela. El segoviano es, como él, muy amante de la caza y le hizo llevar su Opel Kadett nuevecito a una jornada cinegética metiéndolo por tierras de labranza. «No volcamos de milagro, creo que lo pusimos a dos ruedas y todo», afirma. La versión de Minguela es algo menos dramática, tal vez porque no era el dueño del coche.
Charlando con García Navajas no se percibe la diferencia de grandeza con el Real Madrid. Aquí ha habido jugadores como Belodedici o Najdosvki (también centrales) que venían de cosas muy grandes y se notaba. Antonio, que también fue una vez internacional absoluto, en Cádiz contra Dinamarca, se refiere al Pucela con cierta grandeza. Claro que él puede hacerlo. Habla de cuando fuimos campeones.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión