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José Luis Morales Nogales, el Comandante, (Madrid, 1987) llegó a futbolista aunque no quería. Seguramente soñaba como todos los niños con escuchar su nombre coreado por miles de personas desde una grada, pero no estaba dispuesto a renunciar a jugar en el equipo del barrio de San Isidro de Getafe con sus amigos por perseguir un sueño difícilmente alcanzable.
Nada más superar su primera década de vida vivió dos de los momentos que terminarían por cambiar eso para siempre. El tren que corría más veloz hacia una oportunidad en el fútbol profesional se le escapó después de que no fuera seleccionado por el Real Madrid cuando se presentó a las pruebas para ingresar en la cantera blanca.
Sin embargo, sí que se subió al que parecía viajar más lento, el de la escuela de fútbol de Brunete. Allí siguió formándose como futbolista, aunque bien pudo dedicarse al atletismo (llegó a representar a Getafe en un cross) o al fútbol sala, al que jugaba con sus amigos del barrio siempre que podía.
El paso de los años y la fortuna, tan necesaria para que un jugador llegue a la élite, terminaron por ponerse de su parte. Ambos aspectos confluyeron en un partido del Fuenlabrada (con Morales aún jugando en Tercera División a los 24 años) al que acudió un ojeador del Levante que realmente quería observar en directo a uno de los centrales del equipo. El miembro de la secretaría técnica granota se quedó prendado del centrocampista y terminó llevándolo al filial del Levante, donde se ganó un puesto en el Eibar de Segunda para observar si era capaz de crecer aún más. Y lo hizo.
A las órdenes de Asier Garitano disputó cuarenta partidos en un equipo que terminó campeón de liga y de paso se hizo un hueco en el primer equipo levantino, al que regresó para ser titular y donde ha jugado 191 encuentros en las últimas cinco temporadas.
Gracias a su pasado en el futbito es un gran regateador al que, como ha reconocido, le encanta amagar con el disparo y esperar a que el defensa se tire al suelo para que le sea más fácil anotar. Su pasado en el atletismo, por su parte, aún se puede observar en sus carreras sobre el campo, donde el año pasado alcanzó los 33,14 kilómetros por hora, aunque asegura que en los entrenamientos ha llegado a los 34,8. Llegó tarde a la élite, así que va muy rápido para aprovechar bien el tiempo.
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