Albis y la fuerza de los recuerdos infantiles
Jugó la final de Copa con el Real Valladolid y ascendió con el Deportivo. Estuvo dos años en cada club y precisamente al equipo gallego, con la blanquivioleta, le marcó uno de los goles más cantados en Zorrilla
José Anselmo Moreno
Jueves, 23 de octubre 2025, 11:11
Albis empieza por recordarme una charla en la que Cantatore le dijo: «Tú de pequeño guardabas las botas de fútbol bajo la cama y era lo primero que mirabas al levantarte, ¿no es cierto? Pues recuerda eso y sal al campo con esa imagen en tu cabeza».
Ricardo Raúl Albisbeascoechea (Mar del Plata Argentina, 1960), conocido en algunos lugares como 'el vasco', por razones evidentes, dice que no sabe qué hacía aquel tipo pero los mentalizaba de una manera que salían siempre «a por todas». Así lo manifiesta desde Málaga, donde reside aunque está deseando venir a Pucela para estar con su amigo Minguela, que era su compañero de habitación en las concentraciones. Albis estuvo aquí en una época gloriosa y volvió a demostrar que es talismán, porque ya había subido al Logroñés a la máxima categoría por primer vez y después ascendió con nuestro rival de este domingo, el Deportivo, al que marcó un gol que cambió la historia de ambos clubes.
Cuenta que llegó a España de un modo peculiar. De hecho, vino primero a La Coruña en 1982 para jugar con Argentina el Mundialito de la Emigración, que tuvo lugar en Galicia. Lo disputaban nietos e hijos de españoles, jugadores que podían ser oriundos y no ocupar plazas de extranjero. Hijo de padres españoles, comenzó en el cadete de San Martín argentino, hasta llegar a uno de los grandes del fútbol de allá: el Independiente. Aquí fichó primero por el extinto CD Málaga. A mediados de los 80, pasó al Logroñés, donde estuvo tres temporadas. Allí es un ídolo y aún hay fotos suyas en bares de la calle Laurel. De ahí, al Pucela y, con la perspectiva de 37 años, destaca la fuerza del grupo en aquella plantilla que le tocó vivir. Dice que había «mucho pegamento». «Gente como Tico, Camilo o Aramayo nos unían a todos con un auténtico líder como don Vicente (con el don por delante) un hombre que siempre sabía lo que tenía que decir y cómo decirlo», subraya.
Estuvo en la última temporada verdaderamente brillante del Real Valladolid antes del Europucela. Ese año marcó uno de los goles más cantados en Zorrilla, el que abría la puerta de la final de Copa cuando el partido de semifinales contra el Dépor ya agonizaba. Ese gol lo hubiera anulado el VAR a día de hoy, pero no es por eso que Albis se muestra contrario al vídeo arbitraje porque, a su juicio, «desvirtúa el fútbol».
Aquel fue uno de los partidos más calientes que recuerda. Era un fútbol mucho más duro y Albis aguantó ese día alguna que otra tarascada pero al final marcó el gol que forzaba la prórroga tras varias ocasiones de los gallegos a cargo de Raudnei, Fran e Hidalgo. El Dépor se veía con un pie en la final pero llegó ese gol histórico, en el que Hierro saca de banda con un pie dentro del campo, Fonseca da el balón hacia atrás en un salto de cabeza y allí llegó Albis, al segundo palo, para empujarla.
«Fue el gol más raro del mundo, se iban cayendo todos delante de mí y yo solo llegué y la empujé, el más fácil de mi vida». Zorrilla enloquecía porque el partido se empezó a ganar ahí y la prórroga ya fue del Pucela. «Fue un partido duro, yo no participé en ninguna trifulca, pero a Hierro siempre le pitaban en Riazor».
Dice que aquí no es suficientemente español ni en Argentina, suficientemente argentino
De aquí se fue a La Coruña para ascender a los gallegos cuando estaba germinando el Súper Dépor. Con esa ciudad tiene un idilio pues allí empezó su historia en España. Dice que aquí no es suficientemente español ni en Argentina, suficientemente argentino. En aquel torneo de descendientes de emigrantes en Galicia también conoció a su mujer (Adriana). Y allí vivió años después ese ascenso del Dépor en 1991, aunque no jugó mucho. «Cuando eres profesional a veces solo te miras al ombligo, hay cosas que solo entiendes con el tiempo», así explica que su relación con Arsenio no fuera idílica.
'El vasco', que había empezado su carrera en Avellaneda (Argentina) en 1978, la terminó en la Balompédica Linense en 1994. Cantatore lo ponía de interior izquierdo porque aquel equipo jugaba con cinco defensas. Era un 5-3-2 y con ese traje el Valladolid llegó a la final copera, donde Albis tuvo una opción que se marchó al limbo. Tras el lanzamiento de una falta se encontró con el balón a un metro de Buyo. Fue un segundo, apenas un pestañeo. Poco después, fue sustituido por Fonseca y tuvo que pasar el control antidopaje mientras le daba vueltas a esa oportunidad. El balón le cayó por sorpresa, imposible reaccionar. Ese partido le había llegado en uno de los mejores momentos de su carrera porque Albis atesoraba una trayectoria notable cuando llegó: Málaga, Logroñés y Argentina. Allí alimentó la rivalidad Independiente-Racing, clubes donde militó: «me odian los dos», asegura.
Lo dejó para montar una empresa de paquetería, aprovechando la eclosión de las compras por internet
Admite que el fútbol de ahora es distinto y se queda con algunos códigos de vestuario que se han ido perdiendo. Ahora reconoce que hay más medios y sobre su carrera, lamenta no haber jugado más en Europa, solo lo hizo con el Pucela. Aquella competición se jugó con notable éxito, siendo el único equipo español superviviente al llegar marzo. Los vallisoletanos fueron eliminados por el Mónaco de Wenger en la tanda de penaltis. Albis metió el único del Pucela.
Solía llevar el número 8, jugó 53 partidos de liga en dos temporadas y marcó dos goles, ambos decisivos ante el Zaragoza y el Castellón, este último con anécdota incluida. Tuvo aquí como entrenadores a Cantatore, Skoblar, Moré y Redondo. Tras dejar el fútbol fue, entre otras cosas, representante y entrenador o director deportivo en varios clubes, como Málaga, Elche, Algeciras o Granada. Lo dejó para montar una empresa de paquetería, aprovechando la eclosión de las compras por internet. Antes cuenta que había tenido también una empresa de representación de jugadores denominada G2 Sport. Ahora disfruta más de una de sus pasiones: viajar.
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