Estamos de enhorabuena. El Real Valladolid cayó derrotado contra el Celta de Vigo por un solo gol, que llegó en el tramo final del partido, ... e incluso hubo ocasiones para poder ganar. Todos contentos. Llevamos dieciséis puntos, veinte derrotas, sesenta y tres goles encajados y nueve partidos seguidos sin ganar, pero el encuentro se perdió, según dicen, «dando la cara». No sé a qué estamos esperando para montar un fiestón en la Plaza Zorrilla para celebrar tamaña proeza.
Es alucinante comprobar en lo que han convertido a este club. Se ha normalizado la derrota y aceptado que ganar no es un objetivo realista, por lo que ya nos damos con un canto en los dientes si el equipo hace algo parecido a jugar al fútbol y consigue competir algunos minutos sueltos. El del Celta es otro más en la lista de partidos indignos para un equipo que se supone que quiere ser de Primera División. Si un estudiante se pasa el curso sacando ceros o unos en todos los exámenes y, cuando ya sabe que va a repetir, empieza a sacar doses o treses, dudo mucho que tenga motivos para celebrar nada. Eso es lo que está pasando últimamente con el Pucela. Nos hemos conformado con que el alumno sepa poner su nombre y apellidos sin faltas de ortografía y encima le damos palmaditas en la espalda.
El conformismo y la condescendencia llevan veinte años siendo un lastre cada vez más grande, y así lo he repetido mil y una veces, pero jamás pensé que podríamos llegar a semejante y esperpéntica situación. Qué se puede esperar de un equipo cuyo capitán, el señor Javier Sánchez, dice en la entrevista pospartido que los árbitros «nos están jodiendo». Con DIECISÉIS puntos en la clasificación. De verdad, ¿en qué mundo vive esta gente?
Supongo que esta semana llegará otra carta al correo electrónico de los abonados en la que se nos explique de manera grandilocuente el partidazo que hizo el equipo, traten de convencernos de que la salvación todavía es posible y de que seguirán peleando por ello. No sé si es peor la propaganda o el convencimiento de que una carta con texto genérico, adornado, vacío y sin alma es una buena idea. Nadie da la cara, nadie asume el desastre y nadie se responsabiliza del caos. Supongo que la invitación para la celebración por el descenso también nos llegará por correo.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.