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Tributo popular en el Congreso
adiós al presidente de la transición

Tributo popular en el Congreso

Miles de ciudadanos anónimos desafían al frío y la lluvia para rendir honores y despedirse de Adolfo Suárez en el Congreso

EDURNE MARTÍNEZ

Miércoles, 26 de marzo 2014, 15:55

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La capilla ardiente ubicada en el Congreso ha cerrado a las 10.00 horas, después de casi veinticuatro horas que han servido para que ciudadanos, políticos y representantes de las más altas instituciones del Estado hayan rendido tributo a quien fuera uno de los grandes artífices de la Transición. La noche ha sido larga, muy larga, para los miles de ciudadanos que quisieron honrar los restos mortales de Adolfo Suárez. Una cola interminable, un goteo incesante de personas de toda condición y edad, para despedir al primer presidente de la democracia, al padre de la Transición. La capilla ardiente del expresidente se cerraba de madrugada a las 2.18 horas por expreso deseo de la familia, que también decidía reabrir a las 07.00 horas de este martes, una hora antes de lo previsto, puesto que ya había gente esperando para entrar.

Más de 30.000 personas han pasado ante el féretro de Suárez. Casi 24 horas de despedida pública, de recuerdo a un hombre que deja una huella imborrable. Algunos de los que acudieron a despedirle bajaban la cabeza, otros se santiaguaban, se emocionaban y escudriñaban caras conocidas entre la zona de autoridades al pasar por delante del féretro de Suárez. Frente a él se reunían sus familiares y políticos en un velatorio que se ha prolongado toda la noche.

"Este hombre ha significado mucho"

Los ciudadanos también mostraban a su modo su pesar por la muerte del exmandatario. Nada más salir de la capilla, a Charo se le llenaban los ojos de lágrimas, "para mí este hombre ha significado mucho" aseguraba mientras bajaba las escaleras del Congreso. Como ella, miles de personas caminaban fugaces frente al féretro después de permanecer hasta cuatro horas esperando, una espera cada vez más corta gracias a la labor de los trabajadores de la Cámara Baja que consiguieron acelerar el trayecto.

Muchos se despedían de los compañeros de cola, con quienes compartieron horas de charla, frío y viento y entre quienes surgió una espontánea amistad. Entre las caras de tristeza y emoción se adivinaban algunas de cansancio, sobre todo las de los niños, que hundían la cabeza en el abrigo de sus padres esperando a que llegase la hora de irse a la cama.

Nada más anunciarse la muerte del expresidente del Gobierno, de decretarse los tres días de luto oficial, en el Congreso comenzó a desplegarse el dispositivo policial. Se preparaba la Cámara Baja para recibir los restos mortales del primer presidente de la democracia. Sin embargo, no eran aún las 5.30 de la madrugada del lunes, con los termómetros madrileños marcando unos escasos 5 grados, cuando llegó la primera mujer e inició la fila. "Suárez ha conseguido unir a todas las generaciones, nos dejó el mejor legado posible: la democracia", aseguró esta señora visiblemente emocionada. Siete horas de espera después, la paciente señora accedió al salón de los Pasos Perdidos del Congreso, donde quedó instalada la capilla ardiente del artífice de la Transición. A esa hora, la cola ya superaba los dos kilómetros. Daba la vuelta al Congreso y llegaba hasta Cibeles.

Antes de ellos, según el guión previsto, honraron a Suárez familiares y autoridades. Don Juan Carlos, doña Sofía y la infanta Elena llegaron poco después que los restos mortales de Suárez. También quisieron despedirse de él los expresidentes Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero; Mariano Rajoy y su esposa, los presidentes del Congreso y el Senado, además de mandatarios autonómicos y algunos de los que fueron ministros durante los gobiernos de Suárez, como Landelino Lavilla y Federico Mayor Zaragoza. Tras ellos, los ciudadanos fueron pasando por la capilla ardiente después de soportar estoicamente durante horas el viento y el frío que ayer se vivió en la primavera madrileña. Se calcula que pasaron por la capilla ardiente unas 40 o 50 personas por minuto, lo que supone que cada ciudadano tuvo poco más de un segundo y medio para despedirse de él. A pesar del ritmo frenético de la visita, a última hora de la tarde la cola era de unos cuatro kilómetros, llegaba hasta la Puerta del Sol y los ciudadanos que salían del Congreso explicaban que habían tardado unas tres horas en pasar.

Los que no le conocieron

No solo quisieron despedirse de él aquellos que vivieron la Transición. También muchos jóvenes esperaron para homenajear al primer presidente de la democracia tras la dictadura. "Aunque yo no lo sé apreciar tan bien como el resto de las personas que hay aquí, al fin y al cabo él fue quien trajo la democracia y la libertad a nuestro país y eso hay que valorarlo", explicó un chico de 14 años que viajó desde Vitoria con su padre la noche del domingo poco después de conocer la noticia de la muerte. Otra joven canaria de unos 20 años se mostraba optimista: "Para mi generación, Adolfo Suárez es la esperanza de que volvamos a recuperar los ideales de la Transición. Lo que necesitamos es una regeneración. Espero que esto nos sirva para despertar y que los políticos piensen en los ideales por los que luchó él".

Durante la mañana también fueron llegando al Congreso varias coronas de flores como la del Gobierno de España o la de los Reyes y los Príncipes de Asturias, o la del Real Madrid y la Clínica Cemtro, donde Suárez pasó los últimos días de su vida. Entre la primera veintena de personas que hacían cola, había desde un grupo de religiosas hasta varias mujeres con una bandera del CDS, o incluso un grupo de tres amigos que acaban de alcanzar la mayoría de edad y que venían desde Sevilla para "aprender de este momento histórico. Venimos a despedirnos del fundador de la Transición".

También había quien sentía que tenía que estar allí porque estaba en deuda con él. "Suárez me dedicó a mí cinco años como presidente y yo le voy a dedicar unas horas, las que sean, para despedirle a él", afirmó un hombre que llevaba esperando desde las nueve de la mañana junto a dos amigos, uno de ellos de Cebreros (Ávila), aunque residente en Madrid. Del pueblo donde se crió Suárez eran también otras tres mujeres que viajaron hasta Madrid. "Además de como político nosotras estamos aquí por él como persona, por su cercanía con el pueblo, siempre ayudaba en lo que podía", señaló una de sus vecinas abulenses. "Venimos ya no como cebrereñas sino como españolas. No ha habido otro presidente igual, ni creemos que lo haya", apuntó otra de ellas.

Y fue precisamente eso a lo que se refirieron la mayoría de los ciudadanos que estaban allí esperando para despedirse del «presidente más carismático que ha tenido España», como destacaba la mayoría. Los mayores no confían mucho en que la muerte del expresidente suponga un cambio de mentalidad en los ciudadanos y en los políticos. "Desgraciadamente no creo que su muerte haga que los que mandan se piensen las cosas, aunque deberían darse cuenta de muchas cosas", explicó una mujer de unos 70 años que esperaba allí desde las 8.00 de la mañana junto a otras señoras que también afirmaron que, "con lo mal que estamos, ojalá apareciera una figura tan carismática e inteligente como Suárez para sacarnos de ésta".

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