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David Ferrer celebra su triunfo en Gijón./Rafa Rivas (AFP).
Ferrer es poder
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Ferrer es poder

El alicantino rindió a la perfección, venció a John Isner por 6-7(3), 6-3, 6-4 y 6-2 y metió a España en su cuarta final de Copa Davis en cinco años

VICTORIO CALERO

Domingo, 16 de septiembre 2012, 21:09

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En un mundo como el del tenis, polarizado alrededor de los cuatro mejores del mundo, tener a un jugador como David Ferrer es sencillamente un privilegio. Uno de esos lujos deportivos que puede tener un país. Un deportista que se limita a dejarse la piel en cada encuentro y que aprovecha sus recursos y los lleva hasta el límite. Y no es solo eso; es más. Mucho más. Es un tipo que pese a ser el número cinco del mundo no hace ruido. Un jugador capaz de pegarse la paliza del siglo para viajar de Estados Unidos a Gijón nada más ser eliminado del US Open y así entrenarse con el resto del equipo.

Quizá algo ensombrecido por la sombra del mejor jugador de la historia de España, Rafa Nadal, que le ha impedido tener un palmarés mucho más repleto de trofeos, lo cierto es que contar con Ferrer en 'La Armada' es poder. Porque el de Jávea sigue invicto como local en Copa Davis y sobre tierra ha ganado los quince partidos que ha jugado. Y sin hacer ruido. Con chispazos de calidad y con destellos de talento venció a Isner. Y sin hacer ruido. Con la capacidad mental de levantar un set en contra inicial a pesar de no encontrarse perfecto como aseguró en la víspera del partido. Y sin hacer ruido.

Sin levantar la voz, sin estridencias. Sin esas tristezas superfluas que rondan hoy en día el mundo del deporte. Así derrotó a John Isner este domingo en las semifinales de la Copa Davis (6-7, 6-3, 6-4 y 6- ) y así metió a España en su cuarta final en cuatro años.

Muy meritorio lo de España. Y excepcional lo de Ferrer, que ha aportado su granito de arena para que 'La Armada' se haya convertido en el mejor equipo de la última década. En una temporada donde no ha jugado ni un solo partido de Copa Davis Rafa Nadal, donde se suponía que era un año de transición después de la victoria ante Argentina, el equipo español ha conseguido ganar con facilidad a Kazajistán y a Austria y endosar un claro 3-1 a Estados Unidos. Dice mucho del nivel actual del tenis español.

Invicto en la Davis

Antes de que Ferrer celebrase el pase a la final tirando la raqueta al aire, Isner no comenzó bien el duelo. Una temprana rotura de servicio le daba a ventaja al número cinco del mundo. El de Jávea dominaba, pero erró más de la cuenta en un juego e Isner igualó una manga que se decidió en la muerte súbita. Un 'tie-break' en el que el estadounidense, un sacador nato, hizo buena su teórica superioridad en ese juego definitivo y se adjudicó la primera manga.

Sin embargo, Ferrer fue poco a poco carburando. Isner ya no pegaba tan duro y el de Jávea lo aprovechó. Había estado colosal en la primera manga, pero la tierra batida fue poco a poco erosionando sus piernas mientras el español iba metiéndose en la pista centímetro a centímetro. La estrategia era clara: mover al número diez del mundo y desgastarlo, imponer su ritmo y estar muy enchufado al resto.

Piernas, aceleración, derecha y derroche físico. Los cuatro pilares del juego de Ferrer que le sirvieron para ganar la segunda manga e igualar el partido. No parecía que el español hubiese notado el mazazo de caer en el acto inicial. Al contrario, iba a más. Y de esa forma ganó también el tercer set.

Ferrer ya era un rodillo. Y no le faltaron oportunidades para romper el servicio de Isner en el último set, algo que aprovechó. Ya con 4-1 a favor, el público rompió a gritar el "¡campeones, campeones!".

Estaba en la mano de Ferrer. Jugaba a placer con una grada volcada y no perdonó. Cerró su servicio y completó la hazaña: su victoria número quince en una competición que ha demostrado una vez más la grandeza de David Ferrer, un tenista con el que todo es posible.

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