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El director, en Madrid. / Foto: A. Ferreras | Tráiler
«Cuando veo a un policía pongo cara de delincuente»
cine | entrevista

«Cuando veo a un policía pongo cara de delincuente»

El director sevillano compite en el prestigioso Festival de Tribeca con 'Grupo 7', el primer gran título español de la temporada

FERNANDO BELZUNCE

Sábado, 21 de abril 2012, 14:05

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A estas horas Alberto Rodríguez ya sabrá si a los críticos americanos les ha gustado tanto como a los españoles 'Grupo 7', la contundente película ambientada en la trastienda inmunda, peligrosa y marginal de la Sevilla que se preparaba para acoger la Expo 92. Un comando policial combate en ella a los traficantes de droga con todos los métodos posibles, legales o no, ante la mirada extraviada de los yonquis que arrastran por las calles sus confidencias y traiciones. La cinta, protagonizada por Mario Casas y Antonio de la Torre, ha llevado ya a los cines a más de 260.000 espectadores y se ha presentado esta madrugada en la sección oficial del certamen de Nueva York.

«Estar allí es como vender hielo a los esquimales. El cine negro lo inventaron ellos», admite el director, que confía en que el festival auspiciado por Robert de Niro le abra las puertas de un mercado internacional que ya conoció con 'Siete vírgenes'.

-¿Esperaba el éxito?

-Con la taquilla uno nunca sabe qué va a ocurrir. No imaginaba que '7 vírgenes' pudiera tener un millón de espectadores y los tuvo. En este caso, yo creía que tenía elementos suficientes para gustar. El público reconoce la calidad.

-¿Cómo ha trabajado con actores tan distintos?

-Algunos tenían un desconocimiento total de la técnica y a veces entraban en el set de espaldas a la cámara. Y luego estaban Antonio de la Torre o Mario Casas, que tienen mucha experiencia. Pero he trabajado con todos igual. El método es el mismo. Ensayar mucho. Aparte, hubo una dinámica de grupo muy buena. Estaban muy unidos y eso ha contribuido a que se creara esa conexión entre el grupo de policías.

-Destaca Antonio de la Torre, contenido como nunca.

-Para él era un reto. Trabaja mucho con el texto y en este caso no tenía apenas. Sumas todas sus frases y no hay más de dos páginas de diálogo en el guion. Es un actor en progresión al que no le ves el final. En cada película va a más. Es uno de los actores españoles más completos.

-¿Esperaba el 'fenómeno fan' con Mario Casas en el rodaje?

-Fue complicado. Un día, por ejemplo, se nos iba la hora. Rodábamos en un espacio abierto y no podíamos controlar a las chicas. Al día siguiente aparecieron carteles por Sevilla pidiendo a las fans que no fueran al rodaje. Los colgó el propio club de fans de Mario Casas. Él sabe que tiene que convivir con ello y lo intenta llevar bien. Es muy inteligente y tiene una imagen pública que no se corresponde Es un currante nato que se pasa diez horas concentrado. Tengo unas ganas enormes de ver su película con Michael Radford porque seguro que está estupendo.

-¿Le costó encontrar las localizaciones?

-Ha sido muy complicado. Te da la sensación de que Sevilla no ha cambiado nada y en realidad no tiene nada que ver. Es una ciudad completamente distinta. Manejábamos archivos de la época de diferentes zonas y no se parecía nada. Hemos buscado localizaciones para recrear aquel momento. Lo peor fue el calor. Rodar a 40 grados. Lo mejor fue la gente de los barrios donde rodamos, que participó mucho. Allí donde rodábamos invitábamos a los vecinos a participar si en la secuencia había figuración. Recuerdo una escena en la que participaron unos cincuenta vecinos.

-¿Cuando humillan a los policías?

-Exacto. Había mucha gente de ese barrio que colaboró. Al final de cada toma aplaudían. Para darse ánimos y dárnoslos a nosotros. Al principio, yo pensaba: «Ya se cansarán». Y no. Estuvieron diez horas así. Vivieron mucho la película y se nota. Y te alegras de que la gente disfrute participando en una película.

-A principios de los 90 usted era universitario en Sevilla. ¿Cómo recuerda aquella época?

-En aquel entonces una de las zonas más fastidiadas era la de San Luis y La Alameda. Un barrio céntrico que está a 700 metros de la Cartuja. Había una sala de conciertos a la que iba mucho y cuando salía de ella me encontraba muy metido en el berenjenal que era la zona. Muy peligrosa. Iba siempre con un grupo y se nos veía a leguas que éramos estudiantes, sin dinero, y nunca tuvimos problemas. Lo que sí había era mucha presión policial. Nos paraban mucho. Simplemente porque era joven, supongo, e iba vestido de otra manera. No me he peinado nunca. Además, cuando veo a un policía pongo cara de delincuente, parece.

Lo escondido de la sociedad

-¿Vivió de cerca el mundo de la heroína?

-Tuve la suerte de que soy de la generación de después. Vimos morir a los anteriores. La heroína era una cosa que mataba y lo teníamos todos claro. Hay un personaje en 'Grupo 7', Joaquín 'el inmortal', el que interpreta Julián Villagrán, que es real. Se basa en un heroinómano que suelo encontrarme por Sevilla. Vive en la calle y lleva exactamente igual veinte años. No sé cómo lo hace. El personaje lo sacamos de él y de las cosas que nos contaba.

-¿Hay un auge del cine de género?

-Cuando aparecen épocas de crisis el género negro suele estar ahí. Habla mucho de lo escondido de la sociedad. Por eso tiene sentido que haya habido un cierto rebrote de esto, con cintas como 'Celda 211' o 'No habrá paz para los malvados'. Me gustaron mucho, pero es curioso que se comparen siempre con 'Grupo 7'. Creo que son muy diferentes.

-¿Cómo asume los recortes en el cine español?

-Robert Guédiguian explicaba muy bien en una entrevista por qué Francia es la gran industria europea. Un tanto por ciento de cada entrada revierte en el cine, las televisiones están obligadas por ley a invertir en él y, sobre todo, existe un consenso entre la izquierda y la derecha para que sea intocable. Nosotros vamos al revés. El recorte es de 27 millones de euros, que es muy pequeño para el Estado, pero representa el 35% de todo el presupuesto para el cine español. Es ahorrar muy poco dinero, pero cargarse una industria. Un disparate. Está la fórmula de las entradas, que no s vendría muy bien. O lo del mecenazgo, pero no con un 20% de desgravación por invertir en películas, que ahora hay un 18% y no funciona. Tendría que estar por encima del 40% y me temo que el Estado no va a estar de acuerdo.

-Acaba de estrenarse en Twitter. Espectadores de la película pedían su presencia en las redes.

-Durante la promoción me tocó viajar mucho con Antonio de la Torre. A veces no me hablaba. Se pegaba todo el rato dándole al iPhone. Entonces, en una de estas, le dije: «¿Qué haces, que llevamos aquí hora y media sentados y no me has dicho ni hola». Y me contestó: «Es que tengo Twitter. Te voy a meter, ya verás». Y lo consiguió. No tengo ningún control sobre el invento. Intento enviar cosas en privado y no sé por qué narices sale público. Y no sé lo que significa ni la estrellita ni el pajarito ni nada. Pero he visto los comentarios sobre la película. Son una recompensa. Veo que no solo llega al público, sino que disfruta.

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