Animales en la intimidad en Cabárceno

«Hakuna matata», que dirían en suajili si ven a un león acercarse. Lo dicho, «no te angusties» en caso de que un elefante roce tu piel. Podría pasar si dedica unas horas a perderse por los numerosos parques de animales dispuestos en España donde las especies conviven en semilibertad. Sin alambradas, jaulas ni cadenas. Solo espacios abiertos con límite de seguridad por supuesto, infinitos simulados, grandes extensiones para corretear si a alguno le apetece. Al visitante también, aunque el objetivo es que lo hagan monos, jirafas, lobos, lemures, linces, pumas... un sinfín de ejemplares que habitan entre nosotros, muy cerca del jardín de tu casa, pegados casi a tu portal. Dormitando al calor de un sol que invita a la siesta, al fresco de la lluvia que humedece su tierra de acogida.

GPS le propone echar un vistazo a algunas de estas instalaciones. De montaña, campo y ciudad. Traspasa sus fronteras para superar así las del confín de un mundo que tal vez nunca logre conocer 'in situ'. Al menos descubrirá a algunos de estos animales migrados y autóctonos, por si le apetece sentir cómo estalla la adrenalina del explorador cuando descubre a pocos metros a un hipopótamo retozando en el lodo. ¡Comienza el safari!

Solo 17 kilómetros separan Santander de Cabárceno, el parque faunístico en el que la verde orografía cántabra se convierte en un modelado kárstico que ostenta, entre otros récords, el de contar con la mayor reserva de osos pardos de Europa, uno de los recintos para gorilas más grandes del continente y la comunidad de elefantes africanos más numerosa en el mundo fuera de África.

Veinte kilómetros de carreteras interiores conectan asfalto con lagos repletos de paz, atrayentes desfiladeros y complicadas figuras rocosas. Transcurren parejos a sendas de alcornoques y nogales, a rutas ajardinadas repletas de bambúes e higueras, de castaños de indias y cedros del Atlas. Son en total 750 hectáreas las que modelan el recinto, más que suficiente para no aburrirse durante todo un día. Aún así, si le apetece algo nuevo o se encuentras entre los que ya han vivido la experiencia varias veces, puede apuntarte a otra cita novedosa: la 'Visita salvaje'. ¿En qué consiste? En sentir Cabárceno muy de cerca, descubrir rutas secretas y acceder a las moradas de los animales.

Grupos de dos a cuatro personas serán guiados por personal especializado que explicarán la filosofía del parque y las razones que lo convierten en uno de los mejores del mundo en cuanto a conservación de especies en peligro de extinción, educación e investigación se refiere. No es casualidad que el nacimiento de nuevos miembros haya aumentado la emergente familia.

Parece que los hospedados se encuentran a gusto, tanto que paren crías encantadas. El 13 de marzo, por ejemplo, se sumaba a la prole una hembra de camello bactriano en peligro de extinción. Unía sus gracias a las de 'Duni', de dos años, y 'NGuvu', de 18 meses, los bebé gorila que se han convertido en protagonistas del parque por su simpatía. Quizá incluso surja pronto el típico noviazgo estival. Los responsables de Cabárceno confían en que Cupido lance la flecha a 'Mayuyi', rinoceronte blanco hembra procedente del Bioparc de Valencia, y a uno de sus congéneres cántabros. Lograr que esta especie procree en cautividad es complicado, pero el milagro ya se produjo en 2013.

Ochenta osos

Escuchar esas historias forma parte de la ventaja de la 'Visita salvaje', igual que aprender los hábitos de los vecinos. Durante las siete horas de actividad desentrañará las costumbres de esta particular Rue del Percebe asentada sobre una antigua mina de la que aprenderá también numerosos datos, tantos que al final del recorrido le concederán un diploma que da fe de tu recién adquirida sapiencia sobre las buenas prácticas y el respeto debido a la naturaleza.

Antes llega lo mejor. Visita a los elefantes, donde será presentado al jefe de la manada y presenciará una demostración del entrenamiento diario que reciben con fines veterinarios. Veinticinco hectáreas es lo que se extienden los dominios de estos paquidermos que cuentan con un establo de mil metros cuadrados y una piscina con capacidad para cinco millones de litros de agua. ¡Y a vivir como marajás!

Tampoco los osos pasan penalidades. Lo comprobará al entrar en sus dominios y sentirse rodeado por los ochenta ejemplares que se reparten el espacio. Sin bajar del vehículo no se trata de jugarse la vida.

Bisontes, cebras, gaures... todos le recibirán en su casa. Incluso podrá darles de comer. ¿Has sentido alguna vez la rugosidad de la lengua de una jirafa? Aquí podrá comprobarlo mientras las alimenta. Una vez saciado su estómago le aguardan los siguientes anfitriones, leones marinos a los que les encanta exhibir ante el público sus capacidades. Es el paso previo al final de la ruta, protagonizada por las aves rapaces, que con su impresionante técnica de vuelo despedirán esta interesante experiencia. ¿Se atreve?