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Los fumadores se debaten entre la resignación y el mal humor
ley antitabaco

Los fumadores se debaten entre la resignación y el mal humor

Las farmacias reconocer que ha aumentado la demanda de tratamientos como parches y chicles de nicotina

EFE | MADRID

Lunes, 2 de enero 2006, 01:00

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Entre la resignación y el mal humor fluctúan hoy los ánimos de los fumadores que se enfrentan a su primer día de trabajo sin poder encender un cigarro dentro de la oficina.

En el llamado corazón financiero de la capital, muy cerca de donde hace casi un año se incendió la Torre Windsor, se podían ver, a primera hora de la mañana, pequeños grupitos de personas apurando su cigarro matinal antes de comenzar a trabajar.

Este era el caso de las administrativas Maite y Laura, que hasta ayer fumaban en una sala habilitada por su empresa pero hoy se encontraban en la calle pegadas a la puerta de la misma y con mucho frío. También se enfrentaban con resignación a esta prohibición, un grupo de tres jóvenes de una empresa de paquetería.

Con rostros más serios y algo malhumorados unos jóvenes ejecutivos se echaban el cigarro de la mañana, también pegados a la puerta de la financiera donde trabajan.

Los que de verdad "echaban humo" esta mañana eran la mayoría de los bares de menos de 100 metros cuadrados. En su interior, los clientes contribuían a alfombrar el suelo de colillas mientras tomaban el desayuno. Algunos de estos bares todavía no habían colocado el cartel preceptivo que indica a los clientes si el local es o no libre de humos.

Primeras amenazas de denuncia

En el centro comercial del barrio cercano a la Torre Europa y al estadio de fútbol Santiago Bernabeu, la mayoría de bares y restaurantes cumplía hoy a rajatabla la prohibición de fumar, a excepción de uno. Esta "insumisión" provocó el mal humor de algún hostelero vecino que dijo que estaba dispuesto a denunciarlo ante la inspección.

Los fumadores "están muy quemados", opina por su parte el dueño de un kiosko próximo al centro comercial y al que la nueva norma le prohíbe vender tabaco. Este propietario calcula que perderá el 30% de su ganancias y asegura que vendía al día unos 100 cigarrillos de marcas cuyas cajetillas valen unos 2,40 euros de media. "Pero con la cajetilla el cliente compraba también unos chicles o un mechero y de paso se llevaba una revista para su señora", afirma.

En la vecina calle Orense, un kiosquero sigue vendiendo abiertamente el tabaco que todavía le sobra y dice que con lo que ganaba con la venta de este producto le daba para pagar los impuestos. Tampoco parece muy contento, porque a mí, afirma, "las prohibiciones me gustan poco".

Las farmacias comienzan a hacer su agosto

Donde sí había más animación era en las farmacias de la zona. Todas constatan que ha aumentado la demanda de los tratamientos como parches y chicles de nicotina, tabletas sublinguales o gránulos homeopáticos. Los más baratos son estos últimos, unos 33 euros, seguidos de los chicles, con precios que oscilan entre los 5 y los 30 euros, según las unidades y los miligramos de nicotina. Los parches cuestan algo más caros, de 40 a 72 euros.

Los fumadores tendrán que echar las cuentas porque la multas por fumar en un sitio en el que está prohibido van desde los 30 a los 601 e incluso hasta los 10.000 euros, si se convierte en grave, y para los que dejen fumar en sus locales o vendan este producto en donde está prohibido las multas irán de 601 a 10.000 euros.

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