«En cuanto vimos al ternero tiramos de las patas porque si no, se moría»
Dos agentes del Seprona ayudan a parir a una vaca que estaba siendo atacada por los córvidos en la Montaña Palentina
La Montaña Palentina tuvo hace cuatro días una historia con final feliz, que ocurrió el martes por la mañana en el paraje que hay entre Cubillo de Castrejón y Boedo. Los agentes del Seprona Pedro Pablo García y Roberto Blanco estaban de servicio y vieron una vaca tumbada, llena de córvidos. «En un principio, pensábamos que estaba muerta. Al arrimarnos, vimos que se movía y que estaba de parto. El ternero tenía parte de la cabeza y de las patas fuera, y ya le habían seccionado los córvidos parte de la lengua», relata García.
«Hicimos lo que habría hecho cualquier persona para ayudar al animal, tirar como se pudo. En cuanto le vimos, tiramos porque vimos que peligraba ya que estaba picado entero y con la cabeza un poco hinchada», reconoce García, que no tuvo tiempo ni para llamar para que les asesoraran por teléfono ni nada. «Si no lo sacábamos, se moría».
«Estaba muy agradecido porque, según él, si no hubiéramos actuado habría perdido a la vaca y al ternero»
Finalmente tuvieron que tirar los dos agentes del Seprona para terminar de sacar al ternero. «En un principio lo hizo Rober, pero como él solo no podía, pues nos pusimos a tirar los dos porque, cuanto más fuerte tirábamos, más nos ayudaba la vaca. Y al final, salió el ternero», argumenta con orgullo. Nada más sacarlo, le limpiaron la boca y nariz para dejar libres las vías respiratorias. «Hicimos un poco para que pudiese respirar el jato y se le acercamos a la madre que lo lamió», relata García. «Fue una coincidencia. Estábamos en el momento adecuado en el lugar adecuado, que a veces se está y a veces, no», agrega el agente del Seprona.
Cuando la vaca y el ternero ya estaban a salvo, avisaron al dueño del animal, de los animales ya en este caso. «El dueño estaba cerca, pero se encontraba en otro sitio con las ovejas y no le daba tiempo a llegar», explica. «Estaba muy agradecido porque, según él, si no hubiéramos actuado habría perdido a la vaca y al ternero», ya que si la cría se hubiese muerto, habrían ido los buitres y la vaca estaba también indefensa y sin poder moverse.
A los dos días del final feliz, se interesaron por el estado del animal recién nacido. «Estaba bien, pero es un jato que no sé si evolucionará bien porque la herida de la lengua era lo peor. Como no se ponga a mamar, es un peligro. Y aun así, ya se verá», comenta García, que después del parto habló con un veterinario. «Nos dijo que era como mejor venía, que si estuviera dado la vuelta, habría que haberle movido metiendo la mano y bueno, más complicado», argumenta.
García y Blanco, que llevan en el Seprona desde 1998 y desde 2010, respectivamente, nunca habían tenido que actuar en algo así. «Hemos visto muchas cosas, yo he visto parir a alguna yegua ella sola, que no te hace falta ayudarla, pero tener que ayudar en esto, no», señala García, que comenzó grabando a su compañero mientras ayudaba a la vaca indefensa y herida -también habían comenzado a picarla los córvidos- y finalmente tuvo que apoyar la cámara sobre una lata, un trípode improvisado, y echar una mano en el parto. «Otras veces hacemos la actuación y no hay vídeos. Esta vez le dije a Rober, mira a ver si tú puedes, pero tuvimos que hacerlo los dos, para acabar pronto y que la vaca sufriera menos», reconoce.
Al final y como celebración, García decidió llamar al ternero 'Alumno', que es como llaman a Roberto Blanco, a pesar de llevar diez años en el Seprona. «El primer año somos guardias de alumnos, es el mote que le pusimos porque es el más nuevo», concluye el agente más veterano.