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Laura Linacero
Palencia
Domingo, 15 de agosto 2021, 10:01
Abandonar el entorno natural para concentrarse en las ciudades y al final, tener que salir hasta del planeta», Ese es el sentido que da Fernando, artista de Porfavorhh, a una de las últimas incorporaciones a la ruta de los murales de Villaherreros, que suma ya 18 intervenciones artísticas. En el entorno del lavandero de la Fuente de Abajo ha dejado reflejado un pastor muy espacial y especial acompañado de una oveja. «Es un desarrollo conceptual que pretende hacer reflexionar sobre el tipo de vida que llevamos», señala. Acostumbrado al ritmo frenético de Madrid, donde reside, reconoce que «los que somos de ciudad estamos distorsionados porque vemos el mundo como si todo fuera una ciudad» agrega.
Despertar de esa visión desde un diseño reivindicativo era el objetivo cuando le propusieron plasmar su arte en uno de los murales. Así, la segunda intervención artística que ha realizado en el municipio es una salamanquesa en la torre del depósito. Un dibujo tan realista que, si no fuera por el gran tamaño, podría confundirse con un animal de verdad y, de hecho, esa era su intención. «Me gusta atrapar la mirada y con el juego de volúmenes, que se dude sobre si es real o no», añade. Pero sin duda, la motivación para diseñar ese reptil ha sido una respuesta metafórica al discurso que mantiene. «Ese animal está en todo el país y reivindica el carácter español más importante, que es el del entorno rural», asegura Fernando.
A través de esa poesía visual pretende reflejar la identidad del municipio, y por ello la elección del emplazamiento era fundamental. En un primer momento, la opción era pintar el lavandero, sin embargo rechazó esa idea porque «me daba mucha pena, es un sitio que no necesita ningún adorno porque ya tiene un valor estructural y artístico por sí mismo». Por ello, tras poder disfrutar de un paseo y conocer la historia del municipio a través de los municipios, decidió plasmarlo en un lugar significativo pero que no limitase la propia identidad de Villaherreros.
Esa es precisamente la intención del proyecto, «embellecer el pueblo y que los vecinos disfruten paseando y sintiéndose identificados con los murales», explica María Herrero, miembro de la Asociación Juvenil de Villaherreros. Aunque por supuesto la idea de servir de atractivo turístico es también un aliciente para continuar con la ruta. Conscientes de lo que pueden sumar al municipio, los artistas tratan de envolver las paredes de historias.
Así, el tercer mural añadido, elaborado por Hernán Bayón, representa las tradiciones de la localidad. En la calle del Mesón, a la entrada del municipio por la N-120, está su versión colorida de un enroje, un elemento fundamental en la cultura del municipio. El enroje ubicado en el suelo sirve para calentar la casa en los meses más fríos del año, una tarea que se realiza badil en mano.
«Yo no conocía ese sistema de calefacción y a través de estos murales también se puede conocer la historia de los pueblos», añade la artista. Además, el dibujo supone «un reflejo de la transmisión de tradiciones de generación en generación», ya que se puede observar a una abuela y una nieta que disfrutan de ese momento de complicidad.
Una representación de las conexiones interpersonales que ocurren dentro de los entornos rurales y que se muestran también en el último mural incorporado. En esta ocasión, Yolanda Gómez pone a disposición de vecinos y visitantes su arte para homenajear a las personas mayores. Tres personas sentadas en un banco, charlando y descansando, como así lo hacen los abuelos de Villaherreros en las tardes de verano. En la calle la Iglesia, frente al templo de San Román, está esta obra, en tonos ocre, realizados por la artista madrileña.
«Los dueños de la casa cedieron su fachada para que la pintara y mientras hacía el mural, salieron con un par de sillas a la puerta para hablar conmigo, parecía un retrato de lo que estaba dibujando», asegura. Llama especialmente la atención que en el dibujo los mayores aparezcan sin rostro, sin embargo es toda una declaración de intenciones para que «cualquier persona mayor se vea representado o que cada quién elija a quién quiere recordar cuando los mire».
Todo un pueblo museo que está cobrando cada vez más valor a través de las redes sociales. «Notamos que cada vez se comparten más murales y se difunden más rápido, aunque es complicado contabilizar a cuántas atrae», explica María Herrero. De hecho, los propias artistas observan este fenómeno al verse etiquetados en fotografías pertenecientes al municipio y, como Henar Bayón, esperan que «siga creciendo porque es algo realmente positivo para el pueblo».
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Jon Garay y Gonzalo de las Heras (gráficos)
Álvaro Soto | Madrid
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