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Trufas negras recolectadas en el Cerrato. El Norte
La superficie de cultivo de trufas aumentará un tercio el próximo año en Palencia

La superficie de cultivo de trufas aumentará un tercio el próximo año en Palencia

40 nuevas hectáreas se sumarán a las 120 existentes para convertir al Cerrato en un productor de primer orden

El Norte

Palencia

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Martes, 11 de diciembre 2018, 08:31

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La superficie cultivada en la provincia de Palencia en explotaciones destinadas a la truficultura aumenta año a año y, a día de hoy, ya son 120 las hectáreas que se dedican a la producción de este hongo en la provincia. Este tipo de explotaciones se encuentra en auge, especialmente en el Cerrato, y para el próximo año hay proyectadas otras 40 hectáreas nuevas que se sumarán a la incipiente área truficultora existente.

La nueva superficie está situada en el Cerrato y según las estimaciones no será hasta dentro de cuatro años cuando comience la producción de estas tierras. «Mediante medios biotecnológicos de laboratorio, estamos consiguiendo recolectar en torno a un kilo de trufa por semana y hectárea en el invierno del cuarto al quinto año», explicó ayer Iván Franco, ingeniero de I+D+i en la empresa especializada en el cultivo de hongos IDForest.

Palencia se ha convertido en punto neurálgico de la moderna truficultura. Este oscuro objeto del deseo, que el afamado filósofo de la gastronomía, Brillat Savarin definió como 'el diamante negro de los bosques', irrumpe con su intenso aroma en las mesas palentinas, pero también en las mejores del mundo. De hecho, el próximo domingo se celebrará la primera Feria de la Trufa de Palencia en la localidad de Baltanás, capital comarcal de la apreciada Trufa del Cerrato. En ella se darán a conocer las últimas aplicaciones y avances del cultivo de la trufa en donde las más innovadoras técnicas de laboreo, sistemas de riego, sustratos de alta gama, implantación y gestión informatizada de plantaciones se unirán a las aplicaciones gastronómicas de este emblemático recurso rural.

La llegada del 15 de noviembre, fiesta de San Alberto Magno, supone tradicional y oficialmente el pistoletazo de salida de la temporada trufera de invierno, que se prolongará hasta el 31 de marzo de 2019. En las plantaciones truferas ya empiezan a llegar los entrenados cochinillos y perros truferos encargados de localizar con su olfato el rico diamante negro de los montes. Más adelante, con el comienzo del adviento, se puede entrar con los canes truferos a los montes, donde se encuentran las truferas naturales. Las lluvias de este año auguran unas perspectivas mucho más halagüeñas que el anterior, en el que la sequía disminuyó la producción aunque no la calidad. Por ello, se espera una gran campaña en cantidad y calidad de este apreciadísimo hongo subterráneo.

El Programa de Desarrollo de la Truficultura impulsado por la Diputación ha servido para constatar que Palencia goza de unas condiciones naturales muy apropiadas para la producción viable y efectiva de la trufa. Desde su puesta en marcha en octubre de 2016, se ha elaborado un mapa de la potencialidad trufera de la provincia, con el análisis de parcelas en tres comarcas diferentes, se ha redactado un modelo de gestión trufera y, por último, se ha creado un manual práctico, didáctico y divulgativo que puede ser usado sin tener una cualificación específica.

Los estudios realizados han servido para determinar que los suelos calizos pedregosos (más de 30.000 hectáreas en la provincia), considerados estériles o improductivos por parte de la agricultura convencional, tienen una posibilidad mayor para la producción de este hongo subterráneo. Una plantación trufera, aunque se sitúe en un suelo de ínfima categoría agraria, puede rentar anualmente de 2 a 50 kg de trufa y permite un beneficio mínimo anual de 1.000 a 14.000 euros por hectárea, ya que los productores llegan a vender las trufas a unos precios que rondan los 500 euros el kilo.

El rendimiento económico es alto, pero este cultivo aún tiene algún detractor porque necesita un mantenimiento que aumenta los costes de producción. «No todos los agricultores están dispuestos a podar o a tener un perro, pero la mayor parte de los que no optan por este cultivo es por desconocimiento», explica Iván Franco.

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