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Pedro Castrillo se cubre con una chaqueta mientras varias abejas tratan de picarle.
Entrevista con el hombre atacado por un ejambre de abejas en Palencia

«Me han quitado 500 aguijones de abejas en el hospital, pero puedo contarlo»

El vecino de Meneses atacado por un enjambre en la provincia de Palencia ya ha sido dado de alta y asegura que está «vivo de milagro»

Marco Alonso

Palencia

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Domingo, 8 de julio 2018, 09:49

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«Me han quitado 500 aguijones de abejas en el hospital, pero puedo contarlo». Con esta frase tan directa resume Pedro Castrillo Martín el desafortunado encontronazo que tuvo el viernes con un enjambre mientras disfrutaba de un paseo en bicicleta por la provincia de Palencia.

El relato que narra Pedro pone los pelos de punta, y es que lo que en un principio iba a ser un agradable paseo en bicicleta, se convirtió en un viaje al hospital en helicóptero. «Iba por un camino vecinal asfaltado entre Meneses y Belmonte y, a un par de kilómetros de Belmonte, apareció una abeja, me tocó la cara y no le di ninguna importancia. Pero al momento aparecieron un montón y empezaron a picarme por la cabeza porque estaba bien abrigado y no me podían atacar el cuerpo», narra este vecino de Meneses que, pese a ir bien equipado, acabó cubierto de aguijones. «Se me fueron llenando las manos de abejas por un lado y por el otro, pero pude coger el teléfono y llamar a mi mujer para decirle que me estaban matando», recuerda.

Arriba, las manos de Pedro llenas de aguijones. Abajo, a la izquierda, el helicóptero que le trasladó al Hospital Clínico de Valladolid. Abajo, a la derecha, Pedro huye del enjambre.
Imagen principal - Arriba, las manos de Pedro llenas de aguijones. Abajo, a la izquierda, el helicóptero que le trasladó al Hospital Clínico de Valladolid. Abajo, a la derecha, Pedro huye del enjambre.
Imagen secundaria 1 - Arriba, las manos de Pedro llenas de aguijones. Abajo, a la izquierda, el helicóptero que le trasladó al Hospital Clínico de Valladolid. Abajo, a la derecha, Pedro huye del enjambre.
Imagen secundaria 2 - Arriba, las manos de Pedro llenas de aguijones. Abajo, a la izquierda, el helicóptero que le trasladó al Hospital Clínico de Valladolid. Abajo, a la derecha, Pedro huye del enjambre.

Las indicaciones de Pedro permitieron a su mujer, María Iluminada Granado, emprender el camino en su búsqueda, aunque antes de que llegase apareció un vecino de Grijota, Juan Herrezuelo, que ofreció ropa al ciclista para que se tapara y lograse de esta forma librarse del enjambre. «Si no llega a ser por ese hombre, me habían matado. Estoy vivo de milagro», asegura este palentino de 74 años que dice conocer bien la procedencia del enjambre que le atacó. «Esas abejas vienen de unos panales que los apicultores han dejado en la zona para hacer la miel. He pasado por allí un montón de veces, he visto las cajas y nunca me ha pasado nada. Pero ese día me tocó», apunta Pedro Castrillo.

El intenso dolor que sentía Pedro se mitigó en parte cuando llegó el helicóptero medicalizado y le trasladó al Hospital Clínico de Valladolid. «Las enfermeras han sido un encanto. Han quitado uno a uno los aguijones con una paciencia infinita. Tenemos una sanidad pública que es 'el no va más'. Desde el helicóptero, que se presentó en menos de media hora, hasta la última persona que me ha echado una mano», incide este vecino de Meneses al que ya han dado el alta y al que ya se le va bajando la inflamación. «No me cabía un aguijón más ni en la palma ni en el dorso de las manos. Las tenía tan hinchadas que parecían guantes de boxeo, pero me dieron Urbasón, antihistamínicos y corticoides y al final me han dado el alta», concluye Pedro Castrillo que espera recuperarse por completo lo antes posible para seguir disfrutando de su bicicleta, aunque a partir de ahora mirará de reojo las colmenas de abejas que se encuentran entre su pueblo y la localidad cercana de Belmonte de Campos.

Así lo vivió la persona que le salvó

«Si no llega a ser por mí, a ese hombre le matan las abejas»

Juan Herrezuelo.
Juan Herrezuelo. El Norte

Con el cuerpo lleno de picotazos de abejas, pero con una sonrisa de oreja a oreja. Así se encuentra Juan Herrezuelo Fernández, el instalador eléctrico de Grijota que salvó el viernes la vida a Pedro Castrillo. «Si no llega a ser por mí, a ese hombre le matan las abejas», apunta Juan, cuyo acto heroico sirvió para salvar la vida de Pedro y también para dejarle varios recuerdos en forma de aguijón. «Me llevé unos 25 picotazos y me sacaron una abeja del oído en el centro de salud de Medina de Rioseco», asegura para apuntar después que lo volvería a hacer. «Si he ayudado a alguien en un momento tan difícil, a mí los picotazos no me duelen», incide.

El relato de este grijotano, gerente de la empresa Grijotana de Servicios Eléctricos, deja muy claro que Pedro Castrillo está vivo gracias a su actuación. «Iba a a trabajar y a mitad de camino vi a un señor pidiendo auxilio a un kilómetro de mi coche. Me acerqué a él y le vi completamente negro, lleno de abejas. Paré el coche un poco más adelante, cogí la ropa que tenía, se la tiré encima para que se fuesen las abejas y fue cuando alguna vino hacia a mí y otras se fueron», explica.

A Juan todavía le tiembla la voz cuando rememora los hechos. «Habría millones de abejas. Estaba lleno, pero poco a poco logré que se fueran y le dije que se fuera desnudando y quitándose el casco para quitarse las que tenía en el cuerpo. Así se marcharon muchísimas hasta que vino su mujer y en ese intervalo llamé a emergencias, vino la Guardia Civil de Meneses y Villarramiel y luego se le llevó el helicóptero para Valladolid», rememora.

La heroicidad no ha pasado desapercibida y Juan recibió ayer mismo la llamada del nuevo subdelegado del Gobierno, Ángel Miguel, que le agradeció su acción altruista. «Me ha dado las gracias y me ha dicho que me acerque por allí porque me lo quieren agradecer personalmente», apunta este electricista al que le basta con la gratitud que le ha mostrado la familia de Pedro. «Ha venido su hija a mi casa a por la bicicleta y a por todos los enseres que tenía, que me los llevé cuando se lo llevaron en el helicóptero. Me ha dado las gracias por lo que he hecho por su padre», explica Juan, que, a cambio de unas picaduras, puede presumir de haber salvado la vida de un hombre al que el viernes no conocía, pero ya nunca olvidará.

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