Palencia
El nuevo obispo movilizará y alentará a los laicos para revitalizar el mundo ruralMikel Garciandía considera un problema para la Iglesia y para la sociedad «funcionar a corto plazo por campañas y modas» y apela a una visión «estratégica, de propósitos y de sueños»
Agradecido a tierras palentinas por la acogida que ha brindado a todos sus vecinos navarros, amigos y familiares, y a los amigos llegados el sábado ... desde otros lugares el día de su ordenación, como Madrid, Albacete, Segovia o Barcelona. Así se muestra Mikel Garciandía Goñi, el nuevo obispo de Palencia, de 59 años, que el sábado fue ordenado y que augura que en Palencia se va sentir cómodo, porque siempre ha vivido en pueblos y valora mucho el hecho de «caminar por las calles de una ciudad como el obispo que saluda a todo el mundo». Va a residir en la casa sacerdotal Nuestra Señora de Lebanza, en la calle San Marcos, como un sacerdote más, porque en sus 25 años como sacerdote siempre lo ha hecho en comunidad, primero en Leiza, luego en Roma, y recientemente en Zamartze, Uharte Arakil, en su Navarra natal. Quiere disfrutar de las ventajas de vivir en una residencia sacerdotal y también asegura contar con la libertad de utilizar el Palacio Episcopal con «libertad, discreción y transparencia». Eso se propone. «Los castellanos tenéis un carácter que a los navarros nos gusta mucho. Sois muy francos, miráis directamente a los ojos y vais en derecho. Y eso para mí vale muchísimo», ha reconocido el nuevo prelado, quien ha asegurado que toda su familia se llevó «muy buen regusto» a casa. «¡Qué bien te quedas!», me dijeron.
Conocía Palencia por los tramos que ha atravesado en sus cuatro peregrinaciones del Camino de Santiago y también como monitor de campamentos en sus tiempos mozos, pero tiene también grabado el nombre de la provincia que le ha consagrado como obispo porque su primera maestra en el pueblo fue doña Arcadia, natural de Lantadilla, con la que ha vuelto a tener contacto en estos últimos meses a raíz de su nombramiento como obispo.
En el primer encuentro con los medios de comunicación tras su consagración como obispo, el vicario episcopal del Mendialde en la diócesis de Pamplona y Tudela en los últimos diez años, ha indicado que llega a una diócesis histórica, con unas dinámicas establecidas y que ha venido a «montarse en un tren que ya está en marcha», por lo que lo primero que ha hecho es confirmar a todos los cargos del organigrama diocesano, argumentando que «tiene vocación de director de orquesta, pero no de ser el hombre orquesta».
También ha señalado que ha visto y estudiado el plan de la Diócesis de Palencia hasta el 2026 y ha encontrado que «la música de fondo» es muy parecida a lo que se planteaba en su anterior unidad pastoral, por lo que no va a «pegar ningún volantazo». «En la iglesia no se trata de inventar, sino de ir al origen del Evangelio, donde las comunidades cristianas celebran y tienen una vida comunitaria intensa y se procura que nadie que de lado en la sociedad», ha reflexionado. «La entrada va ser fácil, va a haber mucho trabajo y surgirán problemas, pero de entrada no he visto ninguna disonancia», ha añadido.
«No se trata de magia, pero con empuje e ilusión se pueden revertir situaciones de falta de sacerdotes en los pueblos pequeños»
«No tendría ningún sentido que el planteamiento de la Diócesis no tuviera en cuenta la especificidad del territorio, en cuanto a población y a dispersión territorial, y eso supone para nosotros abordar dinámicas sociales, que cuando hay empuje e ilusión se pueden revertir situaciones», ha dicho en un análisis de los retos de la Diócesis sobre la provincia de Palencia. «No se trata de magia, sino de que si trabajamos a fondo y hacemos un planteamiento, no de abandono de los núcleos pequeños, hay que hacerlo de forma que nadie salga perdiendo y que lo que se ven como dificultades se transformen en oportunidades», ha argumentado.
A la vez, se ha mostrado convencido de que la falta de sacerdotes puede derivar en «una filosofía maravillosa para movilizar a los laicos, y así creo yo que la Iglesia puede ser un agente de revitalización de los núcleos que pueden estar en una situación más delicada y por ahí trabajaré». Mikel Garciandía Goñi ha dicho que se siente cómodo en una Iglesia donde todos son corresponsables, no en una Iglesia donde el laicado sea colaborador de los curas y obispos. «Aquí todos somos corresponsables y a mí me toca despertar esa corresponsabilidad», ha mantenido.
«He venido a montarme en un tren que ya está en marcha y tengo vocación de director de orquesta, no de hombre orquesta»
El nuevo obispo de Palencia ha animado a construir «una Iglesia que no tenga miedo a exponerse al mundo exterior y que no se quede en el puerto, sino que salga a pescar a alta mar porque allí es donde están los naufragios y los segmentos sociales donde la gente lo pasa mal».
Sobre los problemas de la Iglesia actual, ha aseverado que el reto es tener una identidad muy clara y volcada al mundo porque la Iglesia es para el mundo. «Muchas veces en la Iglesia hemos olvidado que la barca de Pedro tiene que salir al mar, porque es allí donde están los naufragios, no en el puerto», ha afirmado, si bien ha reconocido que el reto está en determinar «cómo salir, a por quién y cómo preparar a los que tienen que salir».
«En el pasado la Iglesia ha sido como un banco tóxico, con mentalidad de tanatorio y nostalgia, pero ha evolucionado»
«Se nos supone muy clara la meta, el sueño hacia el que nos queremos encaminar, pero yo pienso que los sueños solo se hacen realidad si son compartidos, y ahí estará mi tarea de alentar, de ver cosas nuevas contando con lo que cada uno ve, yo como epíscopo, como supervisor, pero para hacerlo entre todos. Es lo que el Papa llama sinodalidad, que ha aparecido como elemento nuevo pero que en realidad compensa lo que teníamos como visión de Iglesia, ahora todos somos corresponsables y me toca despertar a los demás cuál es mi tarea», ha explicado.
«Está en el siglo XXI, es heredera de una historia, y nuestro problema es que a veces hemos contrapuesto la identidad con la relevancia. Si una Iglesia es fuerte, siempre tiene que serlo cerrándose al mundo exterior que le amenaza. El drama de la Iglesia es que cuando trabajamos identidades fuertes, el precio que se paga es que se cierra a la sociedad y al mundo, o cuando tratamos de generar identidades muy abiertas, puede ser al precio de perder elementos que nos constituyen, por eso el reto es siempre tener una identidad muy clara, pero volcada para el mundo», ha expuesto.
Otro de los problemas de la Iglesia «y en la sociedad» está en funcionar «a corto», por campañas y modas. «No podemos seguir haciendo lo de siempre, necesitamos una visión estratégica, un sueño, un propósito, como si fuéramos una empresa. Tenemos que funcionar con rigor como organización, que también la Iglesia lo es, tenemos que focalizar cómo queremos ser a veinte años, y si no, nuestro trabajo será dar palos de ciego, no podemos quedarnos en echarle buena voluntad cada mes de septiembre como si se tratara de un solo curso pastoral y al siguiente año empezar de cero«, ha dicho alabando el plan a tres años que ya está diseñado en la Diócesis de Palencia. «Tenemos que tener objetivos y hacer revisiones, que es lo que he intentado también hacer hasta ahora».
Respecto al enorme y valioso patrimonio religioso que tiene la Iglesia, ha asegurado que en el pasado la Iglesia ha sido como «un banco tóxico», ya que tiene un gran activo en el patrimonio pero puede caer en una mentalidad de tanatorio, en un acento de nostalgia, en una mirada atrás. «Ahí veo una evolución positiva en la Iglesia en general por proyectos tan relevantes como las Edades del Hombre, que pusieron el foco en un patrimonio que se estaba cayendo y había que poner en valor, pero ahora estamos en una fase en la que hay una preocupación en la que el arte está concebido para dar un mensaje, es un acto comunicativo. «Las imágenes tienen la virtualidad de darnos ese mensaje, son como una carta de amor en la que no te quedas en la calidad del papel o en el sello sino en lo que dice la carta, por eso tenemos que devolver al arte cristiano su aportación original dentro de una sociedad plural de creyentes, peregrinos y turistas, pero que les toque el corazón».
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