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Interior del bar Los Arcos, en Villamuriel. ADOLFO FERNÁNDEZ

Las medidas extraordinarias provocan sonrisas en Villamuriel y lágrimas en Guardo

Los hosteleros de la localidad cerrateña agradecen la apertura del interior de los bares coincidiendo con el mal tiempo y la lluvia, mientras que el sector en el municipio norteño sufre con un nuevo cierre que aumentará sus pérdidas económicas

Carmen Aguado y Jose Carlos Diez

Miércoles, 21 de abril 2021, 13:35

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Los hosteleros y vecinos de Villamuriel recibieron con alegría la reapertura este martes en el municipio del interior de bares y restaurantes, aunque piensan que no será el último cierre al que se tengan que enfrentar. Aseguran que ahora mismo es esencial contar con el interior de los establecimientos abiertos debido al mal tiempo y la lluvia.

La mejora de la incidencia ha permitido a Villamuriel salir de la lista de municipios con medidas extraordinarias impuestas como el cierre del interior de la hostelería o de las casas de apuestas en aquellas localidades mayores de 5.000 habitantes donde el índice supere los 150 casos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días.

«La gente está encantada con que ya podamos abrir. Estamos hartos de tanto abrir y cerrar. La gente está deseando entrar en el bar porque fuera tampoco hace bueno y los de Castilla y León somos de interior, no de exterior. Somos de bares más que de terrazas», explica Ana José Gutiérrez, del bar La Peseta.

«Somos de barra, no de calle. Los clientes también están hartos que estar quince días dentro y quince, fuera»

Ana José Gutiérrez| Bar La Peseta (Villamuriel)

«Hay mucha gente que se corta de comer en la calle y prefiere hacerlo dentro. Somos de barra, no de calle. Los clientes están también hartos de quince días dentro y quince días fuera. Tampoco sabemos si dentro de quince días vamos a volver a cerrar o qué va a pasar», afirma.

El hartazgo de la hostelería es casi generalizado. Así lo manifiesta Ángel Margüello, de la Bodega del Canal, quien asegura que desde que abrieron en el mes de septiembre apenas han podido trabajar durante dos meses. «Mandamos a la gente de ERTE, les volvemos a sacar, y así sucesivamente. No nos dejan trabajar porque el tiempo tampoco acompaña y la gente no quiere estar en las terrazas», confiesa.

La apertura del interior ha supuesto «un alivio» para los bares, que han visto mermada su clientela durante los días en que han permanecido cerradas las barras. «Los días que hace frío tienes la opción de poder trabajar dentro porque cuando hace frío la gente no sale, y eso se nota», declara Pilar Luengo, del bar Los Arcos.

La clientela también se muestra optimista con esta apertura. «Parece que hemos cumplido con lo que deberíamos cumplir todos, y creo que ahí está el mérito. Si todos cumplimos, pues la mejora es para todo el mundo», explica José María Delgado, uno de los clientes del bar Los Arcos.

Clientes en la terraza del Bar Venecia en Guardo.
Clientes en la terraza del Bar Venecia en Guardo. J. C. DIEZ

«Haciendo mal tiempo se agradece el interior, pero hay que adaptarse. La hostelería tiene que vivir y hay que ayudarles también, así que, si hay que estar en el exterior, pasamos un poco frío pero contribuimos a que puedan pagar sus impuestos», comenta.

Por su parte, Eusebia González, clienta del bar Óscar, se muestra contenta con la opción de entrar a los interiores. «Según hace de malo, se agradece mucho poder entrar en los bares y no pasar frío. Siempre con todas las medidas de seguridad», señala.

«Lloviendo y con frío nos viene muy bien estar dentro porque si no, no consumiríamos y hay que ayudar al sector»

Josefa Merino | Clienta del bar Óscar (Villamuriel)

«Haciendo bueno no nos importa estar en terrazas, pero lloviendo y con frío nos viene muy bien estar dentro porque, si no, estaríamos en casa y no aquí consumiendo. Hay que ayudar a reactivar el sector», expresa Josefa Merino, también clienta del bar Óscar.

Charo García, la dueña del bar, confiesa que esta apertura va a suponer un revulsivo para su negocio porque «ahora mismo, viendo el tiempo que están dando, no se puede estar en las terrazas. Ha habido días que hemos tenido que cerrar porque no venían. Así por lo menos la gente puede entrar. Pocos y guardando la distancia, pero pueden entrar, tomar un café e irse».

«Lo que está claro es que aquí la gente no se contagia, cumplimos todas las normas y estamos continuamente limpiando y desinfectando. Creo que es necesario que se abra. Cuando hace bueno no hay problema, pero con este tiempo no se puede estar con todo cerrado. En Castilla y León hace mucho frío y no se puede estar fuera», asegura.

En el bar Los Olmillos también se muestran satisfechos con esta reapertura. «Nos ayuda mucho, estamos muy contentos porque viene más gente. Se mantiene la ventilación y todas las normas, y se está pendiente de la gente aunque ya están muy concienciados», señala María del Pilar González.

La otra cara

En el extremo contrario están los hosteleros de Guardo, que han tenido que cerrar el interior de sus locales por la incidencia del coronavirus. «El cierre lo veo muy mal, a pesar de tener terraza. Estamos en un sitio en que no hace para terrazas. Y eso que yo no me puedo quejar mucho, porque tengo bastante espacio para mesas, pero no acompaña el tiempo. Hemos estado semanas a pocos grados bajo cero tomando y sirviendo cafés», apunta, Javier Fernández Villacorta, del bar Venecia de la localidad norteña.

«No podremos aguantar mucho más, porque los pagos llegan igual y hemos perdido más de un 60% con respecto a otros años. Aguantamos como podemos», agrega. También asegura que, «aunque la gente tiene miedo a los interiores, entran por la temperatura, porque no sé puede estar en la calle». «Este cierre lo veía desde hace diez días y volverá a pasar. La hostelería no tiene la culpa. No conozco a ningún camarero infectado», sentencia.

«Este cierre del interior ya lo veía desde hace diez días, y volverá a pasar. La hostelería no tiene la culpa»

Javier Fernández | Bar Venecia (Guardo)

Para Úrsula Fernández, del bar la Ruta, «es injusto que nos acusen de los contagios cuando se sabe que es por las reuniones familiares y la gente inconsciente». «Las pérdidas son tremendas, muchas familias no tenemos más ingresos y nadie se da cuenta de que no queremos ayudas, solo trabajar», explica.

«Estamos hartos, es una impotencia tremenda. Además es injusto que las poblaciones aledañas estén abiertas y nosotros cerrados», crítica Noelia Marcos Luis, del bar Arlequín, que cuantifica en más de 6.000 euros las pérdidas derivadas de los cierres.

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