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Alumnos del IES Jorge Manrique entran en el centro.

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Alumnos del IES Jorge Manrique entran en el centro. M. Brágimo

Los institutos de Palencia abren sus puertas confiados en la responsabilidad de los jóvenes

Los centros repasan protocolos e insisten en que no servirán si no se cumplen las normas fuera del ámbito educativo

J. Olano y Álvaro Muñoz

Palencia | Valladolid

Lunes, 14 de septiembre 2020

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La historia de Iria Ramos, Carlos Fernández y su hermano Francisco se dio en varios institutos de la capital. Abandonaban su centro de toda la vida, en este caso el de Nuestra Señora de la Providencia, para enrolarse en las filas del Victorio Macho, cuya comunidad educativa supera las 700 personas. Estaban un poquito más separados que el resto de sus nuevos compañeros, pero atentos a que el organizador de entradas, una de esas nuevas funciones que ejerce el personal de los centros, mencionara su clase para encarar un recorrido que esperan completar durante todos los días del curso. «Algo de miedo sí que existe. A eso se suma que es la primera vez que venimos a este instituto», relataba Iria.

Junto a ellos se encontraba otro grupo de primerizos en el Victorio Macho, aunque en esta ocasión de primero de la ESO. Su intranquilidad era algo más pronunciada. «Estamos más nerviosos porque es nuestro primer día», afirmaban sin mencionar palabras como coronavirus o protocolos.

El perfil de estudiantes de institutos se completaba con los alumnos que se conocen de otros años, aunque el pasado curso lo cerraran de forma telemática y no en las aulas. Ellos daban el toque anecdótico al hacer algún paseíllo a algún amigo de la cuadrilla cuando era nombrado para entrar en clase, acompañado siempre de una sonora ovación. Todo esto desde la prudencia que marcan las autoridades sanitarias, aunque en alguna ocasión se rebajara el metro de distancia.

Y es que eso es lo que piden los institutos a sus alumnos. Cordura para afrontar un año diferente, en el que las medidas de seguridad estarán siempre presentes. A estas edades ya no hay padres que guíen a sus hijos hasta la puerta del centro y eso lo sabe la comunidad educativa. Por ese motivo, el primer día de clase en los institutos se centró en dar la bienvenida, como todos los años, pero aprovecharon que se volvían a ver las caras para detallar el protocolo covid. Durante alrededor de dos horas, los alumnos prestaron atención de esas medidas de higiene que persiguen a la población desde marzo, aderezado con tomas de temperatura y centrados en los grupos burbuja.

También se unió una rápida clase de informática para comprobar que los alumnos se pudieran conectar al portal 'online' de los centros por si les toca algún día encender el ordenador de forma telemática por algún positivo de algún compañero de clase. Situación que seguramente vivan, vista la primera semana de los más pequeños. «Hay un porcentaje de personas que dan positivo y hay que aislar a sus contactos. Nosotros no estamos libres. Somos una comunidad superior a las 700 personas y es muy probable que pueda ocurrir algún caso. Tenemos un equipo covid en contacto directo con Sanidad y nos dirá, en cada caso, lo que tengamos que hacer. Tenemos que estar preparados para todo. Es probable que se puedan suspender las clases durante unos días en varios grupos. Lo que esperamos es que no tengamos un cierre total. Precauciones hay que tenerlas, pero a veces extremamos el miedo», explicó antes de la entrada de los alumnos el director del Victorio Macho, Amalio Bernardo, que centró los primeros esfuerzos en adaptar a los nuevos. «Para los de primero de la ESO, lo más importante es enseñarles las herramientas telemáticas, cómo se entra en el portal por si un día las clases se suspenden... El 90% de los alumnos ya han estado aquí el año pasado y conocen esos procedimientos, pero los nuevos, no. Vamos a hacer hincapié en ellos, concluye.

Toda una puesta a punto del motor que ha venido calentando durante todo el verano y que ha cargado de mayor responsabilidad a los equipos directivos. Lo reconocían algunos de ellos, que el peso del trabajo y de la responsabilidad es excesivo. Arturo Polanco, director del IESJorge Manrique de Palencia, un centro con 1.400 alumnos que imparte incluso el Bachillerato nocturno y con 105 profesores (tres más), ha hecho encaje de bolillos para que todo fluya con orden. Ymás con cinco cursos (cuatro el año pasado) de primer curso de la ESO y siete primeros de Bachillerato en un centro que acoge a una importante cifra de estudiantes de la provincia que llegan en transporte escolar. «Esto es como un mecano y tenemos que acostumbrarnos a este nuevo engranaje», afirma mientras sigue atendiendo peticiones.

Hasta dispensar gel a la puerta es una función añadida al trabajo de director, un esfuerzo añadido en estos tiempos de covid- JoséMaría Frontela, director del IESAlonso Berruguete, reconoce además que este año hay que dedicarles mucho más tiempo a los alumnos y más a los nuevos (100 sobre un total de 540), y con inconvenientes de última hora como que los diez profesores interinos que se incorporan por las necesidades de redobles de grupos no lo harán hasta mañana miércoles. «Hay que enseñarles cómo moverse por el centro, y más a los nuevos, y apelar constantemente a su responsabilidad», afirma.

La función casi policial es otra atribución de los directores, que tienen que recordar «más a los más mayores que a los pequeños que deben respetar las normas y las distancias de seguridad», señala Javier Pozo, nuevo director de Maristas, mientras coloca unas nuevas mesas llegadas al centro.

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