Así es la historia de un cubano afincado en Villamuriel
Luis Manuel Alonso relata cómo tuvo que vender la casa de su mujer para poder vivir en España
Jesús García-prieto
Palencia
Jueves, 26 de septiembre 2019
Luis Manuel Alonso, cubano afincado en Villamuriel, ha intervenido este jueves en la presentación de la Jornada Mundial del Migrante y ha explicado por qué tuvo que abandonar su país de origen y recalar en España. «Las cosas más básicas que pueden tener en un país como España, no las tenemos en Cuba. Mi mujer era perito criminalista y cobraba 30 dólares al mes. Yo trabajaba en una empresa cárnica y cobraba según las horas que hacía al mes, entre 28 y 30 dólares», explicó Luis Manuel Alonso.
«Mis dos hijos se tomaban dos yogures un día sí, y otro no. Cada yogur cuesta un dólar, una botella de aceite de girasol cuesta ocho y es por eso por lo que lo empezamos a pasar realmente mal». Ante esta situación, Alonso comenzó a pensar realmente en vivir fuera de Cuba, fijando su lugar de residencia en España. «Necesitas un dineral y demostrar que posees propiedades para salir de Cuba. Tuvimos que vender la casa de mi mujer y nos vinimos a España legalmente en un tour turístico que nos costó más de 7.000 dólares. Ahora hemos mejorado la calidad de vida, pero también lo hemos pasado mal durante los primeros meses en España. Mi mujer, en la actualidad, trabaja cuidando ancianos, y yo, en los tres años que llevo aquí, no he trabajado más de cuatro o cinco meses uniendo todos los trabajos».
Según los datos del INE del pasado año, en Palencia hay 6.288 personas migrantes, un 3,8% del total. En la región, Palencia ocupa el penúltimo lugar, solamente por delante de Zamora, que tiene 5.728 migrantes. Desgranado por países, los grupos de migrantes más numerosos proceden de Marruecos (1.658), Rumanía (794), Bulgaria (784), Colombia (321) y China (293). «La razón principal es que Palencia es eminentemente agrícola y no hay mucha gente que esté dispuesta a trabajar en eso», afirmó ayer Javier Fernández, director del Secretariado de Migraciones de la Diócesis.
En cuanto a los refugiados, el número es aún más pequeño, con solo 56 personas. «Desde el secretariado intentamos hacer un trabajo en red y coordinarnos para aportar en todo lo necesario. Tenemos que 'rehumanizar' este mundo, poner en el centro a la persona», concluyó.