«Me encanta vacunar contra la covid y ayudar, es algo que podré contar cuando sea mayor»
La enfermera palentina Marta Guerra forma parte del equipo de vacunación desde finales de diciembre y antes estuvo con el equipo covid
«Sí, ya está vacunado. Espere diez minutos ahí sentado antes de irse, por favor», le dice Marta Guerra a un hombre que, con la mano en el pinchazo y el brazo descubierto, avanza hacia las sillas que hay al final del polideportivo de Campos Góticos. Esta frase la ha repetido infinidad de veces desde que comenzó a formar parte del equipo de vacunación en Palencia, el 30 de diciembre del año pasado. «El domingo 27 empezaron Eloy, Bea y Andrea en Cevico de la Torre y todos los demás lo hicimos el miércoles ya», afirma la enfermera palentina. Cómo olvidar aquel 27 de diciembre de 2020, cómo no acordarse de Áureo López, el residente de 88 años del centro de mayores de la localidad palentina, que se convirtió en el primer castellano y leones en recibir la vacuna contra la covid-19.
Diez enfermeras conforman actualmente el equipo de vacunación en Palencia, con Joaquín Madrigal como coordinador del mismo. Y Marta Guerra es una de ellas. Llegan al punto de vacunación, situado en el polideportivo de Campos Góticos desde el pasado 8 de abril -antes se utilizaba la carpa del aparcamiento del centro de salud de La Puebla- una hora antes de que comience la jornada de vacunación, para tener todo preparado y «cargar unas cuantas, para comenzar con agilidad y ritmo», afirma Marta.
Fin de estado de alarma
Y están en su puesto de trabajo hasta que se pone la última de las dosis. «Es una jornada larga, pero se pasa rápido. Se hace muy largo ya cuando vienen en goteo, pero el resto del tiempo pasa volando», reconoce. «Están los míticos que llegan cuando se termina. Si es a las cinco, llegan a menos cinco o incluso en punto. Así somos los españoles. Pero al final te da igual quedarte un poco más», agrega.
Marta Guerra es enfermera de Atención Primaria y terminó la carrera, que estudió en Palencia, en 2017. En marzo comenzó a formar parte del equipo covid, el que acudía a las casas -enfundados en los EPI- a hacer las PCR a los enfermos. «Hasta la pandemia teníamos contratos de un mes, los más largos, como enfermeras de Atención Primaria. Y desde marzo tuve dos contratos hasta junio y luego otro hasta septiembre y así he seguido. Nos los han ido juntando, nunca hemos parado», afirma. Rememora sus comienzos en la pandemia. «Íbamos con la ambulancia a las casas y al principio las pruebas que hacíamos eran contadas, a lo mejor siete al día, porque había muy pocas. Llamábamos a la puerta, se acercaban allí y se la hacíamos. De esa época, lo que recuerdo es vivir en el centro de salud de La Puebla. ¡Casi no estaba en casa!», asegura. «Fue muy duro y, en parte, una oportunidad porque antes los contratos que teníamos eran de muy poco tiempo», añade Marta Guerra, que recuerda con mucho cariño el fantástico grupo del equipo covid.
«Hasta la pandemia, tenía contratos de un mes, los más largos, como enfermera de Atención Primaria»
«Jamás pensé, cuando estudiaba para ser enfermera, que viviría algo así. A mí me encantó ser de las primeras que ha hecho las PCR y de las primeras que ha vacunado contra la covid. Es algo que me encanta, algo que contaré cuando sea mayor», reconoce. Su madre, al igual que ella, es enfermera. Y la frase que Marta recuerda con más cariño y que más le emociona es '¡Qué orgullosa estoy de ti!', que le suele decir su progenitora.
«Nuestro día a día es todo el tiempo vacunando y contestando preguntas. Aunque hay algunas que no sabemos responder, como lo de AstraZeneca, que es con la que más conflicto ha habido. Esos son debates que tenemos aquí todos los días. Pero luego hay gente que viene muy contenta y te dice: 'Me da igual lo que me pongas, solo quiero acabar ya'. Y que al final te den las gracias por tu trabajo, pues gusta muchísimo», explica.
Reconoce que nunca ha contado las vacunas que iba poniendo, pero que cuando empezó a formar parte del equipo, no podía pensar en otra cosa. «Al principio sí que lo tenía en la cabeza todo el tiempo. Ahora que ya llevamos meses haciendo todos los días lo mismo, desconectas más cuando sales de aquí y no lo piensas todo el rato», señala.
Hay una cosa que sí añora de su trabajo de antes, del que desarrollaba hasta que estalló la covid. «Ahora ves a un paciente distinto en cada momento. No repites con los mismos y eso sí que es algo que echo de menos», afirma, mientras en su línea de vacunación su compañero Eloy continúa administrando dosis a una cola de personas que parece que no termina nunca.
Pero, ahora mismo, es el lugar en el que quiere estar, en el equipo de vacunación trabajando para poner fin al virus que paralizó el mundo hace ya más de un año. «Me llena mucho como profesional, me encanta poder ayudar, yo estoy súper contenta. Todo el equipo, que nos llevamos genial, lo estamos. Nos gusta muchísimo a todos», concluye con una sonrisa.
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