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Fallece a los 83 años José Llanillo, la sombra del escultor Ursi

Descubrió en la Montaña Palentina un ara romana dedicada a un dios indígena y la donó al Museo de Palencia, donde está expuesta

el norte

Domingo, 28 de agosto 2016, 14:24

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«Barruelano noble, sencillo e ilustre sin él pretenderlo, un hombre bueno, un hombre sabio, la persona más honrada, seria y pragmática que uno pueda haber conocido», dice de él Gonzalo Alcalde Crespo, escritor y amigo. Un viejo minero del Calero que luchó contra la silicosis una buena parte de su vida. José Llanillo Revilla nació hace 83 años en la pedanía barruelana de Villabellaco, en el mismo pueblo y casi en la misma calle, si es que allí existen calles, donde también naciera URSI (Ursicino Martínez 1932-2007), el escultor de la montaña, por eso desde la infancia fueron amigos y de verdad.

Era la sombra de Ursi, le ayudaba escogiendo las piezas de madera en las serrerías, «junto con Fofo le echaba una mano en los traslados de las obras escultóricas a las exposiciones. Andaban siempre juntos por la vida y por el monte, pues Ursi conocía bien sus montañas, pero mejor las conocía José», según insiste Gonzalo Alcalde.

A los dos les conocí juntos, hace ya más de cuarenta años, mucho de lo que sé lo aprendí de ellos, y no solo de lo que encierran las montañas y valles palentinos, sino también de cómo hay que ir por la vida. «En mi recuerdo quedarán siempre los buenos momentos que pasé con todos ellos en la hornera de Villabellaco, donde periódicamente nos juntábamos un buen numero de amigos de los dos, hiciese como hiciese, pues José siempre tenía atizada la hornacha, y Hortensia su cariñosa y entregada esposa, las mejores viandas de la sencilla cocina montañesa. Al amor de esa lumbre hablábamos de lo divino, de lo humano y hasta nos reíamos de la vida y de la muerte», dice.

José, que era un gran conocedor de la Montaña Palentina, hace unos años descubrió un ara romana dedicada a un dios indígena, que posteriormente él donó al Museo de Palencia, y allí está expuesta. Pues José era así, un hombre bueno, desprendido y cariñoso, sin dejar de ser recio como un roble. Las hayas, los robles y las fuentes del Valle de Santullán lo van a echar de menos, «y yo también, pues con el fallecimiento de José Llanillo la Montaña Palentina cada vez me está dejando más huérfano», apunta Gonzalo Alcalde.

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