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fernando caballero
Jueves, 22 de octubre 2015, 12:24
José Luis Onecha (Dueñas, 1956) ofrece en la sala Don Sancho (calle DonSancho, 3) una amplia exposición de su última producción pictórica, que refuerza un estilo ya consolidado detrás de una larga trayectoria y lo eleva a un grado de madurez que hace de este artista un creador en constante evolución.
La evolución que se percibe en estos nuevos cuadros se explica con el texto de Kandinsky que aparece en el tríptico de presentación de la muestra, que dice: «La pintura es un arte, y el arte en conjunto no es una creación sin objetivo que caiga en el vacío. Es un poder cuyo objetivo debe ser desarrollar y refinar el alma humana». Estas últimas palabras son claves para entender el sentido de este comentario. Onecha, en esa amplia trayectoria, ha configurado un espacio pictórico propio, con un lenguaje plástico muy definido, con una pincelada intensa sobre tabla que se plasma en los paisajes y en los ambientes rurales, en las marinas o en el Canal de Castilla, principales temas que aborda en sus obras.
Hasta aquí lo que ha pintado, que ha sido reconocido y valorado en numerosas exposiciones individuales y colectivas, pero para desarrollar y refinar el alma humana, el pintor va más allá. La principal novedad, sin romper con esos antecedentes, ha sido el refuerzo de la materia, de la pintura como base para los cuadros. La pincelada se aplica con la misma soltura y transparencia, pero para crear espacios compactos y fortalecidos, ya sea en las paredes de las esclusas o en la vegetación de las riberas o de los montes frondosos. Los cuadros se revelan todavía más intensos y trabajados plásticamente.
El reforzamiento de la materia, que permite ver en algunos cuadros guiños a la abstracción, no afecta al acertado tratamiento de la luz que caracteriza la obra de Onecha, una luz acorde con cada estación del año. Aunque hay en esta exposición un cierto apego hacia el otoño, el pintor sabe reflejar los matices de la luz en cada temporada, matices en el cielo y en el paisaje, matices en la pincelada y en el color, matices, en fin, para ese refinamiento del que habla Kandinsky. Onecha aplica ese refinamiento a su pintura para que llegue mejor al alma humana, porque los cuadros de Onecha, incluso aquellos que se salen de la temática común, como la catedral vieja de Salamanca, la de Palencia o las figuras humanas, tienen fuerza y alma, intensidad y belleza, por no hablar de la serie del Canal de Castilla, uno de los temas predilectos del pintor de Dueñas, porque le permite plasmar el agua y sus reflejos, la naturaleza y la luz, la arquitectura y su contexto. Puentecillas aparece con toda su riqueza plástica de formas, luces, colores, planos y atmósferas.
En esta pintura tan trabajada, el color adquiere también una enorme riqueza, no solo por su variedad de matices, sino por esas manchas monocromas que impregnan los cuadros, pinceladas intensas de azules, ocres o salmón que salpican las tablas creando momentos realmente estéticos que impregnan el resto del cuadro.
José Luis Onecha ha titulado la exposición Evocación, en un guiño al recuerdo y a la memoria personal que guarda de los paisajes que pueblan estos cuadros.
La exposición permanecerá abierta en la Sala Don Sancho (calle Don Sancho, 3) hasta el 1 de noviembre. Horario: Lunes a viernes: de 19:00 a 21:00 horas; sábados: de 12:00 a 14:00 y de 19:00 a 21:00; domingos y festivos: de 1200 a 14:00 horas.
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