La catedral precisa la restauración urgente de las capillas de la Inmaculada y San Isidro
La bóveda de la nave del Evangelio se encuentra también muy sucia y deteriorada por las humedades
Fernando Caballero
Lunes, 11 de mayo 2015, 11:16
Hace ya muchos años que concluyó el plan director de la catedral de Palencia, que dirigieron entre 1997 y 2002 los arquitectos Fernando Díaz-Pinés y Carlos Clemente. Desde entonces, la seo ha experimentado una importante mejoría en su restauración, tanto exterior como interior.
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Pero el proceso no está aún completado. La seo, el principal edificio religioso de la Diócesis de Palencia, se encuentra en general en buen estado de conservación, pero aún quedan zonas donde es preciso intervenir, no ya para salvar el edificio, que en absoluto corre peligro, sino para mejorar el conjunto arquitectónico y que atraiga el mayor número de turistas, como está ocurriendo ya a raíz del proyecto cultural La bella reconocida.
Un recorrido por el interior del templo permite llegar a la conclusión de que de las 16 capillas que tiene incluida la mayor y la del Sagrario, solo dos precisan de una restauración integral, la de la Purísima y la de San Isidro, y que hay una tercera, la de Nuestra Señora la Blanca, que merece una mejora general, pero «es menos urgente», según el canónigo de Patrimonio, Amador Vaderrábano, que acompañó a El Norte de Castilla durante la visita.
No obstante, otras capillas se encuentran a falta de una limpieza y restauración de las bóvedas, fruto de las humedades que hasta hace unos años penetraban en el interior del templo. Una restauración ambiciosa de las cubiertas, financiada por la Junta de Castilla y León, impide ya la entrada de agua a través de las zonas altas del edificio. Sin embargo, las consecuencias de aquellas humedades persisten en las bóvedas de las capillas de la nave del Evangelio, que son las que dan a la zona norte de la catedral.
Este problema se mantiene en capillas que en general tienen un buen estado de conservación, como la de San Gregorio, San Ildefonso, San Fernando y San Jerónimo.
Para Amador Valderrábano, la restauración integral de las capillas de la Inmaculada y de San Isidro, supondría una intervención en la bóveda cuyo mortero se está desprendiendo, en las paredes, en algunas obras de arte que atesoran e incluso en el pavimento. Valderrábano confía que la restauración de la capilla de la Inmaculada comience este año o en 2016. Ya hay conversaciones con la Delegación de la Junta para concretar la colaboración de la administración regional en esta inversión. Una de las actuaciones que se prevén desarrollar en esta capilla es la recuperación de unas pinturas murales que se encuentra en la pared tapadas por yeso, y que fueron descubiertas a raíz del traslado del retablo de las reliquias a la capilla de este nombre, que es la última que ha sido restaurada con la colaboración de la Fundación del Patrimonio Histórico ahora integrada en la fundación Santa María la Real de Aguilar de Campoo.
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La capilla de la Inmaculada o Purísima posee un retablo barroco con una imagen de la Inmaculada de 1657, obras de Mateo Sedano, además de unas pinturas sobre lienzo de Diego Díaz Ferreras con escenas de la batalla de las Navas de Tolosa.
Vidrieras originales
La segunda capilla que precisaría una actuación urgente es la de San Isidro, que posee un retablo muy rico en obras de arte de siglo XVI, mientras que la imagen titular de la capilla es del siglo XVIII. Esta capilla tiene una especial importancia porque es la única que conserva restos de las vidrieras originales del siglo XVII. La restauración sería también integral, y afectaría a las bóvedas, las paredes y a la limpieza del retablo de San Jerónimo, que Amador Valderrábano considera necesaria.
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La tercera capilla que precisaría una actuación, aunque no tan urgente, es la de Nuestra Señora la Blanca, una zona especialmente relevante en la historia del principal templo palentino, porque aquí se colocó el 1 de mayo de 1321 la primera piedra la catedral se concluyó en 1518. Esta capilla posee un retablo neoclásico del siglo XVIII y la talla titular es de alabastro, atribuido a un maestro francés del siglo XIV.
Además de las capillas, en el interior del templo son necesarias intervenciones en las bóvedas de la nave del Evangelio. «El problema que padecen no es tanto fruto de la humedad, sino del paso del tiempo, de los siglos», señala Valderrábano. En esta misma situación se encuentran las bóvedas del llamado primer crucero o antiguo y la entrada por la puerta de los Novios o del Salvador, en el espacio donde está el cancel, que también sufre los daños originados por el paso del tiempo. A esta misma causa hay que atribuir otra zona que precisaría una «limpieza bastante exhaustiva», según Valderrábano, que es la pared de la girola, que cierra la capilla del Sagrario.
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