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Los palentinos Diego San Millán, Eduardo Martín y David Serantes, con un siluro capturado.

Palentinos cazasiluros

Un grupo de amigos viaja en la primavera hasta ríos de Zaragoza para capturar este pez voraz, que puede llegar a pesar hasta 112 kilos

Ricardo Sánchez Rico

Lunes, 23 de febrero 2015, 11:34

Es una diversión, una actividad lúdica para ellos, pero no exenta de riesgo, porque el pez que capturan, el siluro (silurus glanis), es muy voraz. «No suelen atacar a las personas, pero es cierto que te pueden confundir en el aleteo, ya que son casi ciegos y se guían por los bigotes, que son como sónares», señala Diego San Millán, integrante de un grupo de palentinos de entre 21 y 34 años aficionados a la pesca que cada año viajan en la primavera y el verano hasta tierras zaragozanas para capturar ejemplares de este pez invasor, que puede llegar a alcanzar los 112 kilos de peso y 2,5 metros de largo. Los cazasiluros palentinos son los hermanos San Millán (Diego, Hugo, Víctor, Manuel y Adrián), Juan Albillo, David Serantes y Eduardo Martín, pescadores de toda la vida que se embarcaron en la captura de este gigantesco pez «por mediación de otros amigos, que empezaron a ir a pescarlos y nos animamos».

Diego San Millán y el resto del grupo de amigos palentinos viaja un par de veces al año hasta Zaragoza, a la zona de Mequinenza, Escatrón o Caspe, para pescar siluros en los ríos Segre y Cinca. «Se empiezan a pescar en la primavera, cuando el desove de las carpas, que empiezan ya a moverse, y acaba en octubre o noviembre. En los meses de enero y febrero están como aletargados», apunta Diego San Millán, que hace hincapié en cómo los equipos que utilizan para capturar siluros son especiales. «No tienen nada que ver con los que se usan para la pesca de río. Las cañas están reforzadas con kevlar, los sedales son muy gordos y los anzuelos, de mar. Una persona sola puede llegar a sacar un siluro del agua, pero se tardan 45 minutos, tienen que dejarle ir porque si no, te mete dentro», agrega Diego San Millán, que incide en cómo hay que echar agua a los carretes «porque llegan a griparse, como los motores, de tanto calor que cogen».

Un basurero de los pantanos que puede llegar a los 80 años

  • El silurus glanis, comúnmente llamado siluro, es una especie de pez de agua dulce de la familia Siluridae, originario de los grandes ríos de Europa Central.

  • Se ha extendido artificialmente fuera del área de distribución natural, llegando a países como España, Italia y Kazajistán. En los países del Benelux y en Francia fue reintroducida con éxito, y en el sur de la isla de Gran Bretaña fue introducido en 1880 en los lagos y grandes ríos, aunque apenas pudo extenderse probablemente debido a las condiciones climáticas.

  • Conocido como el basurero de los pantanos, el siluro es fácilmente atraído por la carne alterada, el hígado de cerdo y los intestinos de las aves y puede sobrepasar los 80 años de edad.

«Los siluros tienen mucha fuerza en la mandíbula, tienen una dentadura muy fuerte, como una lija, cuando agarran ya no sueltan. La cola es muy fuerte, con un golpe aturden a los peces que cazan», agrega Diego San Millán, que señala cómo primero hay que meterse en barca en el río para echar «sacos y sacos» de pienso de engorde de piscifactoría para que se acerquen a comer y pescarles. «Por eso se hacen tan grandes, porque aparte de los peces, comen toneladas de ese pienso», comenta el palentino, que después de ese paso se retira hasta la orilla para la pesca del siluro. «Es una especie invasora y no se puede devolver al río, se habilitan incluso contenedores para tiralos allí, pero nosotros hacemos pesca deportiva. Come todo tipo de peces, sobre todo carpas y barbos, pero también patos o palomas que anden por el río», detalla Diego, que hace hincapié en que «es imposible acabar con ellos, porque no se ven amenazados por ninguna especie».

«Incluso se comen entre ellos», apostilla el palentino, que comenta cómo de la pesca del siluro se está haciendo negocio en las zonas en las que se pesca. «En Mequinenza, que es donde lo introdujeron unos alemanes en 1974, porque tenían allí una casita con un cacho de río, viven de ello. Hay tiendas de pesca, alquileres de barcas...», afirma San Millán, que no ha probado nunca este pez gigantesco, aunque dice que «los búlgaros y los rumanos lo venden para comer».

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