Las vaquillas toman Torquemada

Son las diez de la mañana, los operarios de la comisión taurina terminan un poco antes de colocar los carteles con las normas del encierro: Queda prohibido maltratar a los animales, la entrada de menores al encierro no está permitida... El público, poco por la hora y la fiesta de la noche anterior, se prepara para la salida de las reses. Y suena el cohetón, los vecinos empiezan a correr hacia arriba de la calle y entre los más valientes aparece una vaquilla colorada, como un rayo para arriba en una carrera hacia ninguna parte.

Los jóvenes la citan y la vaquilla se da la vuelta una y otra vez, amenaza con ir a por ellos, pero este primer animal está como la mitad del pueblo, dormido. Las talanqueras, con algún vecino y familias con niños viendo el encierro, gritan cuando viene la vaca y todos los que están dentro suben a protegerse de los cuernos del animal. Entre los más atrevidos, un muchacho del pueblo que a punto estuvo de llevarse un buen revolcón.

Con el segundo animal de la mañana hubo algo más de emoción. «Este sí que es bueno», comentaban los corredores. El animal, otro colorado, salió escopetado de los toriles. Y en la primera carrera nadie se atrevió a ponerse en su camino, ni siquiera los más experimentados. Entre los corredores, había personas de mediana edad, jóvenes y alguna que otra chica que desafíaba las reses con más intención que otra cosa.

Y mientras, la frutería Mari Carmen, la panadería La Consuelo o el hogar social de la tercera edad seguían con su actividad propia de un sábado en el que tocaba abrir y vender.

Con el resto de animales, la mañana se animó. Y los vecinos disfrutaron un poco más. El público creció en número y las sensaciones fueron mejores. La fiesta continúa en Torquemada por la tarde, con conciertos y DJs.