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Carles Bravo, junto a sus hijos y la directiva morada, el día de su partido 200 con el Palencia.
El Quesos Cerrato se queda huérfano

El Quesos Cerrato se queda huérfano

El capitán Carles Bravo abandona la entidad colegial tras estar seis años a las órdenes de Nacho Lezcano

Álvaro muñoz

Lunes, 11 de agosto 2014, 12:51

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Un trocito del Quesos Cerrato Palencia se perdió el pasado viernes, día en el que el hasta ahora capitán de la entidad morada, Carles Bravo, abandonó tierras palentinas para seguir sembrando el éxito en Melilla, su nueva ciudad y equipo de baloncesto. «Me hubiera gustado seguir en Palencia», ha dicho el jugador por activa y por pasiva, quien, junto a su familia, había echado raíces en la capital palentina. «Hemos estado tan a gusto que mis hijos no han conocido otra ciudad», agrega el exjugador del Quesos Cerrato.

«Es mi segunda casa», afirma con nostalgia Bravo, quien valora positivamente su paso por Palencia. «Tanto a nivel deportivo, como a nivel familiar han sido seis años muy buenos. Desde el primer día nos hemos adaptado muy bien a la ciudad y al club», recuerda el alero catalán, quien se muestra muy ilusionado por emprender un nuevo reto en su carrera deportiva. «Se veía venir que iba a ser complicado jugar esta temporada en el Quesos Cerrato y yo quería seguir disfrutando del baloncesto, por lo que ya teníamos decido un cambio de ciudad», asegura Bravo.

En todas estas temporadas, Bravo ha vivido experiencias inolvidables. Ha pasado mucho tiempo, desde que en el verano de 2008, el actual entrenador del club colegial, Nacho Lezcano, convenciese a un Bravo que no tenía como prioridad viajar hasta Palencia. «Acababa de nacer mi primera hija y quería estar cerca de casa. Por aquel entonces no me imaginaba lo bien que me iba a acoger la ciudad y el club», agrega el nuevo alero del Melilla Baloncesto.

Casualidades de la vida, ha sido Nacho Lezcano uno de los artífices de cerrarle las puertas del Quesos Cerrato. «Tarde o temprano, tanto el club como yo, sabíamos que nuestros caminos se iban a separar. Puedo asegurar que no tengo ningún tipo de rencor hacia Lezcano. Gracias al entrenador he estado seis años en Palencia, porque ha sido el artífice de mis renovaciones. No hay que darle más vueltas, ni buscar tres pies al gato», apostilla.

Palmarés envidiable

La evolución como jugador ha sido palpable en la persona de Carles Bravo, pero a nivel colectivo el club ha experimentado un auge exponencial, pasando de ser un equipo de LEB Plata a un conjunto con grandes aspiraciones de luchar por subir a la Liga Endesa ACB. Un ascenso a LEB Oro, un Copa en la competición de plata, la disputa de dos play off de ascenso a la ACB y el subcampeonato de la Copa Príncipe es el palmarés del catalán con el conjunto morado. «Todo han sido pasitos hacia adelante, excepto el play out que jugamos contra el Adepal Alcázar», prosigue Bravo, quien asegura que, prácticamente, no ha vivido ningún momento amargo en el Pabellón Marta Domínguez. «Mis seis años en el club colegial han sido muy positivos. Mi forma de pensar hace que me quede siempre con lo bueno de las cosas y en Palencia y al club no le puedo poner ningún pero. Me he perdido solo un partido en seis temporada. Hasta las lesiones me han respetado», prosigue el excapitán, quien manifiesta que «durante estos seis años Palencia ha ido creciendo pasito a pasito. He tenido la suerte de vivirlo de cerca y tener un papel importante en la plantilla», afirma.

Un equipo consolidado

Con un equipo consolidado en LEB Oro, Bravo se siente orgulloso del trabajo llevado a cabo en Palencia y analiza positivamente el nuevo plantel que ha confeccionado la directiva morada y el entrenador. «El equipo se ha consolidado entre los mejores de la LEB Oro y este año va a ser el más fuerte de la competición, pero los nombres no hacen subir a un equipo. Lo que está claro es que la afición que hay en Palencia se merece subir y disfrutar de los jugadores que están en la elite del baloncesto nacional, pero bien cerca, en Burgos, se han llevado el chasco de no ascender durante dos temporadas consecutivas», asegura el alero catalán, quien echará de menos a los seguidores morados. «Nos han arropado en el Marta Domínguez y en los partidos de fuera. Era un gustazo pasear por la Calle Mayor y que los aficionados parasen para darte ánimos», apostilla Bravo, quien recuerda con nostalgia los buenos momentos cuando se disfrazó de rey mago Melchor, en la cabalgata de este año.

Ahora, ilusionado y con el eterno recuerdo del Palencia en su mente, coge la maleta y emprende una nueva etapa junto a su amigo y compañero en el Quesos Cerrato Quique Garrido. «Ha ayudado que Garrido estuviese en Melilla. Al principio cuando se me abrió la posibilidad de ir hasta Melilla, uno se lo piensa dos veces, pero una vez informado de cómo trabajan allí te quedas más tranquilo», concluye el excapitán morado.

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