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Mikel Casal

Mi vida en la macrogranja

El óxido de los días ·

«Ahora hay elecciones, pero nos da igual, no nos importa la sanidad, la educación, las infraestructuras ni el trabajo de nuestros jóvenes. Lo único que queremos es hablar todo el tiempo de macrogranjas»

José F. Peláez

Valladolid

Jueves, 20 de enero 2022, 00:24

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En Valladolid nos despertamos cada mañana con el llanto de las becerras. Es bello escuchar los gallos y sentir cómo las campanas de la vieja ... iglesia anuncian un nuevo día en el corazón de Castilla. A veces nos ahoga el olor a purines de los cerdos, pero no pasa nada porque los vertemos al Pisuerga. Los purines, digo. Aunque a veces también vertemos a los cerditos, sobre todo en fiestas, para divertirnos. Luego tiramos unas cabras desde el campanario y matamos un par de novillos que vienen corriendo asustados por el Paseo de Zorrilla. Para desayunar encendemos una hoguera con cuatro maderos y calentamos algo de caldo con vino de Serrada en una cazuela de barro, ya se sabe que hace mucho frío luego en el estadio. Por eso, a los niños les damos media botella de coñac y un par de bofetones, para que entren en calor y puedan así ayudarnos a limpiar las pocilgas.

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