Vicetertulianos
En estas mesas en las que se mezclan políticos con periodistas hay un fondo de fraude al consumidor
Quinto Séptimo Florente Tertuliano fue un prolífico escritor, académico, gran orador que escribió en griego y en latín a caballo entre el siglo II y ... III d. C. Destacó por su conocimiento de las leyes y ha pasado a la historia como el padre del cristianismo latino. A la vista de sus méritos se me escapa la razón por la que a muchos se les llama tertulianos. En esa nómina acaban de desembarcar dos ilustres políticos: Pablo Iglesias Turrión y Carmen Calvo Poyato, a la sazón vicepresidentes hasta hace nada del gobierno de coalición más ideologizado que se recuerda en la democracia. El primero anuncia que se propone hacer «periodismo crítico» en las ondas. La segunda, probablemente, intentará convencer a los oyentes de que el feminismo no es de todas, que el dinero público no es de nadie y que la Constitución es de goma. Nada que objetar a que medios de comunicación privados fichen a políticos para sus programas; otra cosa son los medios públicos. Los que pagamos todos. Porque en estas alineaciones en las que se mezclan políticos profesionales como Iglesias y Calvo con periodistas, hay un fondo de fraude al consumidor. Bajo un decorado informativo o analítico, digamos periodístico, se cuelan como camaleones aquellos cuya religión informativa es la defensa de sus ideas políticas.
Para resumir, su mandamiento es que la realidad no les contradiga el titular. Militantes mezclados con periodistas es una mala aleación. Porque el cliente no sabe si compra ideas, información, datos, propaganda o falsificación. Un revuelto en el que los políticos sobrevenidos en analistas, tertulianos, periodistas críticos, actúan con un criterio instrumental de la información. Las puertas giratorias no solo son discutibles cuando el político se sienta en un consejo de administración, sino también cuando se sienta en un consejo de redacción. Pero lo que más me ha chocado es la ocurrencia del nuevo Pablo Iglesias con ese hallazgo embaucador del periodismo crítico. Él es un maestro en el manejo del lenguaje fullero porque no cabe esperar de un líder político en activo ni periodismo en el sentido informativo, ni crítico en el sentido saludable de la palabra. Aunque me pregunto, que si el público no le ha creído cuando iba agitando el fantasma de la derecha por los mítines de las elecciones madrileñas, o cuando esgrimía la Constitución como un vendedor de biblias y crecepelos del viejo oeste, por qué le van a creer ahora disfrazado de periodista. Ha desembarcado en RAC1 radio pública catalana insultando a profesionales como Herrera o Ana Rosa. Mal empezamos. A ver si no acaba convirtiéndose en un friki de las tertulias al que la gente ve al principio por el morbo y luego cambia de emisora.
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